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En oficios de respuesta a la suspensión de permisos reconocen los posibles daños
Transgénicos contaminarán el maíz tradicional, admiten trasnacionales
La Sagarpa también aceptó que no habrá incremento de los rendimientos del grano
Angélica Enciso L.Periódico La Jornada. Lunes 21 de diciembre de 2015, p. 3.
Angélica Enciso L.Periódico La Jornada. Lunes 21 de diciembre de 2015, p. 3.
Monsanto reconoció que los cultivos de maíz
tradicional en México se contaminarán con semillas transgénicas en caso
de que éstas se planten en el territorio nacional. Este es uno de los
principales argumentos (que ahora la misma empresa admite) que expertos y
organizaciones ambientalistas han presentado en contra de la siembra
comercial del transgénico en el país, que es centro de origen de este
grano.
En los oficios que han presentado, las compañías trasnacionales
productoras de transgénicos –en el contexto de la acción colectiva que
mantiene desde hace dos años la suspensión de la entrega de permisos
gubernamentales para el cultivo del maíz– han expuesto argumentos que
públicamente niegan.
En 2013, 53 ciudadanos y 20 organizaciones interpusieron ante
tribunales un juicio de acción colectiva, admitido por el juzgado 12 de
distrito en materia civil en el Distrito Federal, el cual determinó la
suspensión de autorizaciones a las empresas. Las secretarías de
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa)
y de Medio Ambiente ya habían otorgado permisos para pruebas piloto y
experimentales y estaban por concederlos para fines comerciales.
Las empresas han señalado que los transgénicos pueden coexistir con
los maíces nativos sin consecuencias negativas, pero, de acuerdo con
documentos presentados en el proceso judicial, la empresa Syngenta
admitió en un oficio que si se siembra el grano modificado no se podrá
realizar el libre intercambio de semillas sin que se contaminen los
cultivos tradicionales.
Barreras físicas
Reconoció que para evitar el flujo de transgénicos hacia
maíces nativos o criollos son necesarias las barreras físicas que
impidan a productores y campesinos trasladar las semillas,
intercambiarlas y hasta venderlas. Si se siembran transgénicos, nada de
esto podría realizarse sin contagiar a los nativos. Hay que recordar que
una de las prácticas recurrentes de los campesinos para elegir los
granos es recolectarlos de distintos predios para utilizarlos en sus
propias siembras.
Sumado a esto, la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los
Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), organismo gubernamental
que se encarga de regular el tema, aseveró en una opinión enviada a los
jueces que resultará más costoso a los campesinos usar las semillas
transgénicas, ya que hay un incremento creciente de ellas.
Uno de los argumentos con los que se promueve el uso de estas
semillas es que elevarán los rendimientos de maíz, pero la propia
Sagarpa, que buscó ampararse contra la decisión judicial de suspender
los permisos, reconoció que no hay tal aumento de producción.
Las trasnacionales buscan explotar los transgénicos comercialmente,
sin fines científicos, lo cual queda claro en una respuesta dirigida al
juez por Syngenta, en la cual reconoce que lo que pretenden es
aprovechar y explotar en forma exclusiva su tecnología, según indican
los documentos que fueron proporcionados por Colectivas AC, equipo de
abogados que lleva la demanda
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