También invitó “a toda la (Comisión) Sexta (del EZLN) y a quien se interese, al seminario de reflexión crítica Los muros del capital, las grietas de la izquierda,
a celebrarse del 12 al 15 de abril próximo en San Cristóbal de Las
Casas”, con la participación de Pablo González Casanova, Luis Hernández
Navarro, María de Jesús Patricio Martínez, Paulina Fernández, Alicia
Castellanos, Magdalena Gómez, Gilberto López y Rivas, Carlos Aguirre
Rojas, Arturo Anguiano, Sergio Rodríguez Lazcano, Christian Chávez,
Carlos González y la Comisión Sexta del EZLN.
enlacezapatista.ezln.org.mx/
LOS MUROS ARRIBA,
LAS GRIETAS ABAJO
(Y A LA IZQUIERDA).
Febrero del 2017.
La tormenta en nuestro caminar.
Para nosotras, nosotros, pueblos originarios zapatistas, la
tormenta, la guerra, lleva siglos. Llegó a nuestras tierras con la
patraña de la civilización y la religión dominantes. En ese entonces,
la espada y la cruz desangraron a nuestra gente.
Con el paso del tiempo, la espada se modernizó y la cruz fue
destronada por la religión del capital, pero se siguió demandando
nuestra sangre como ofrenda al nuevo dios: el dinero.
Resistimos, siempre resistimos. Nuestras rebeldías fueron
suplantadas en la disputa entre unos contra otros por el Poder. Unos y
otros, arriba siempre, nos demandaron luchar y morir para servirlos, nos
exigieron obediencia y sometimiento bajo la mentira de liberarnos.
Como aquellos a quienes decían y dicen combatir, vinieron y vienen a
mandar. Hubo así supuestas independencias y falsas revoluciones, las
pasadas y las por venir. Los de arriba se turnaron y se turnan, desde
entonces, para mal gobernar o para aspirar a hacerlo. Y en calendarios
pasados y presentes, su propuesta sigue siendo la misma: que nosotras,
nosotros, pongamos la sangre; mientras ellos dirigen o simulan dirigir.
Y antes y ahora, olvidan ellos que no olvidamos.
Y siempre la mujer abajo, ayer y hoy. Incluso en lo colectivo que fuimos y somos.
Pero los calendarios no sólo trajeron dolor y muerte para nuestros
pueblos. Al expandir su dominio, el Poder creó nuevas hermandades en la
desgracia. Vimos entonces al obrero y al campesino hacerse uno con
nuestro dolor, y yacer bajo las cuatro ruedas del carromato mortal del
Capital.
Conforme avanzó el Poder en su paso por el tiempo, más y más crecía
el abajo, ensanchando la base sobre la que el Poder es Poder. Vimos
entonces sumarse a maestros, estudiantes, artesanos, pequeños
comerciantes, profesionistas, los etcéteras con nombres diferentes pero
idénticos pesares.
No bastó. El Poder es un espacio exclusivo, discriminatorio,
selecto. Entonces las diferencias fueron también perseguidas
abiertamente. El color, la raza, el credo, la preferencia sexual,
fueron expulsadas del paraíso prometido, siendo que el infierno fue su
casa permanente.
Les siguieron la juventud, la niñez, la ancianidad. El Poder
convirtió así a los calendarios en materia de persecución. Todo el
abajo es culpable: por ser mujer, por ser niñ@, por ser joven, por ser
adulto, por ser ancian@, por ser human@.
Pero, al expandir la explotación, el despojo, la represión y la
discriminación, el Poder también amplió las resistencias… y las
rebeldías.
Vimos entonces, y ahora, levantarse la mirada de muchas, muchos, muchoas. Diferentes pero semejantes en la rabia y la insumisión.
El Poder sabe que sólo es lo que es sobre quienes trabajan. Los necesita.
A cada rebelión respondió y responde comprando o engañando a los
menos, encarcelando y asesinando a los más. No teme sus demandas, es su
ejemplo el que le causa horror.
No bastó. De dominar naciones, el Poder del Capital buscó poner a la humanidad entera bajo su pesado yugo.
Tampoco fue suficiente. El Capital pretende ahora manejar a la
naturaleza, domarla, domesticarla, explotarla. Es decir, destruirla.
Siempre con la guerra, en su avance destructor el Capital, el
Poder, demolió primero feudos y reinos. Y sobre sus ruinas levantó
naciones.
Luego devastó naciones, y sobre sus escombros erigió el nuevo orden mundial: un gran mercado.
El mundo entero se convirtió en un inmenso almacén de mercancías.
Todo se vende y se compra: las aguas, los vientos, la tierra, las
plantas y los animales, los gobiernos, el conocimiento, la diversión, el
deseo, el amor, el odio, la gente.
Pero en el gran mercado del Capital no sólo se intercambian
mercancías. La “libertad económica” es sólo un espejismo que simula
acuerdo mutuo entre quien vende y quien compra. En realidad, el mercado
se basa en el despojo y la explotación. El intercambio es entonces de
impunidades. La justicia se transformó en una caricatura grotesca y en
su balanza siempre pesa más el dinero que la verdad. Y la estabilidad
de esa tragedia llamada Capitalismo depende de la represión y el
desprecio.
Pero no bastó tampoco. Dominar en el mundo material no es posible
si no se domina en las ideas. La imposición con religiones se
profundizó y alcanzó a las artes y las ciencias. Como modas de vestir,
surgieron y surgen filosofías y creencias. Las ciencias y las artes
dejaron de ser lo distintivo de lo humano y se acomodaron en un estante
del supermercado mundial. El conocimiento pasó a ser propiedad privada,
lo mismo que la recreación y el placer.
El Capital, así, se consolidó como una gran máquina trituradora,
usando ya no sólo a la humanidad entera como materia prima para producir
mercancías, también a los conocimientos, a las artes, … y a la
naturaleza.
La destrucción del planeta, los millones de desplazados, el auge
del crimen, el desempleo, la miseria, la debilidad de los gobiernos, las
guerras por venir, no son producto de los excesos del Capital, o de una
conducción errónea de un sistema que prometió orden, progreso, paz y
prosperidad.
No, todas las desgracias son la esencia del sistema. De ellas se alimenta, a costa de ellas crece.
La destrucción y la muerte son el combustible de la gran máquina del Capital.
Y fueron, son y serán inútiles los esfuerzos por “racionalizar” su
funcionamiento, por “humanizarlo”. Lo irracional y lo inhumano son sus
piezas claves. No hay arreglo posible. No lo hubo antes. Y ahora ya
tampoco se puede atenuar su paso criminal.
La única forma de detener la máquina es destruirla.
En la guerra mundial actual, la disputa es entre el sistema y la humanidad.
Por eso la lucha anticapitalista es una lucha por la humanidad.
Quienes todavía pretenden “arreglar” o “salvar” al sistema, en
realidad nos proponen el suicidio masivo, global, como sacrificio
póstumo al Poder.
Pero en el sistema no hay solución.
Y no bastan ni el horror, ni la condena, ni la resignación, ni la
esperanza en que ya pasó lo peor y las cosas no harán sino mejorar.
No. Lo cierto es que se va poner peor.
Por esas razones, más las que cada quien agregue de sus
particulares calendarios y geografías, es que hay que resistir, hay que
rebelarse, hay que decir “no”, hay que luchar, hay que organizarse.
Por eso hay que levantar el viento de abajo con resistencia y rebeldía, con organización.
Sólo así podremos sobrevivir. Sólo así será posible vivir.
Y sólo entonces, como fue nuestra palabra hace 25 años, podremos ver que…
“Cuando amaine la tormenta,
cuando la lluvia y fuego dejen en paz otra vez la tierra,
el mundo ya no será el mundo, sino algo mejor.”
-*-
La guerra y los muros de afuera y de adentro.
Si antes el sufrimiento causado por la guerra era patrimonio exclusivo del abajo mundial, ahora ensancha sus calamidades.
Sobre cada rincón del planeta, el odio y el desprecio pretenden
destruir familias, comunidades enteras, naciones, continentes. No es
necesario ya haber cometido un delito o ser presunto criminal, basta ser
sospechoso de ser humano.
Provocada por la codicia del gran dinero, la pesadilla actual
pretende ser cobrada a quienes la padecen. Las fronteras ya no sólo son
líneas punteadas en los mapas y garitas aduanales, ahora son murallas
de ejércitos y policías, de cemento y ladrillos, de leyes y
persecuciones. En todo el mundo de arriba, la caza del ser humano se
incrementa y se festina en competencias clandestinas: gana quien más
expulse, encarcele, confine, asesine.
Como llevamos diciendo desde hace más de 20 años, la globalización
neoliberal no trajo el surgimiento de la aldea planetaria, sino la
fragmentación y disolución de los llamados “Estados-nación”. Llamamos
entonces, y ahora, a ese proceso con el nombre que mejor lo describe:
“guerra mundial” (la cuarta, según nosotr@s).
Lo único que se mundializó fue el mercado y, con él, la guerra.
Para quienes hacen funcionar las máquinas y hacen nacer a la
tierra, las fronteras siguieron y siguen siendo lo que siempre han sido:
cárceles.
Nuestra afirmación provocó entonces, hace dos décadas, sonrisas
burlonas de la intelectualidad internacional encadenada a viejos y
caducos dogmas. Y esos mismos hoy tartamudean ante una realidad
frenética, y, o ensayan viejas recetas, o se mudan a la idea de moda
que, tras una compleja elaboración teórica, esconde lo único verdadero:
no tienen ni la más remota idea de lo que pasa, ni de lo que sigue, ni
de lo que antecedió a la pesadilla actual.
Se lamentan. El pensamiento de arriba les prometió un mundo sin
fronteras, y su resultado es un planeta atiborrado de trincheras
chovinistas.
El mundo no se transformó en una gigantesca megalópolis sin
fronteras, sino en un gran mar sacudido por una tempestad que no tiene
precedentes de igual magnitud. En él, millones de desplazados (a
quienes, con rubor mediático, se les unifica bajo el nombre de
“migrantes”) naufragan en pequeñas barcas, esperando ser rescatados por
el gigantesco navío del gran Capital.
Pero no sólo no lo hará; él, el gran Capital, es el principal
responsable de la tormenta que amenaza ya la existencia de la humanidad
entera.
Con el torpe disfraz del nacionalismo fascista, los tiempos del
oscurantismo más retrógrada vuelven reclamando privilegios y
atenciones. Cansado de gobernar desde las sombras, el gran Capital
desmonta las mentiras de la “ciudadanía” y la “igualdad” frente a la ley
y el mercado.
La bandera de “libertad, igualdad y fraternidad” con la que el
capitalismo vistió su paso a sistema dominante en el mundo, es ya sólo
un trapo sucio y desechado en el basurero de la historia de arriba.
Al fin el sistema se desemboza y muestra sus verdaderos rostro y
vocación. “Guerra siempre, guerra en todas partes”, reza el emblema del
soberbio buque que navega en un mar de sangre y mierda. Es el dinero y
no la inteligencia artificial la que combate a la humanidad en la
batalla decisiva: la de la supervivencia.
Nadie está a salvo. Ni el ingenuo capitalista nacional, que soñaba
con la bonanza que le ofrecían los mercados mundiales abiertos, ni la
conservadora clase media sobreviviendo entre el sueño de ser poderosa y
la realidad de ser rebaño del pastor en turno.
Y ni hablar de la clase trabajadora del campo y la ciudad, en condiciones más difíciles si posible fuera.
Y, para completar la imagen apocalíptica, millones de desplazados y
migrantes agolpándose en las fronteras que, de pronto, se volvieron tan
reales como los muros que, a cada paso, interponen gobiernos y
criminales. En la geografía mundial de los medios de comunicación y las
redes sociales, los desplazados, fantasmas errantes sin nombre ni
rostro, apenas son un número estadístico que muta su ubicación.
¿El calendario? Apenas un día después de la promesa del fin de la
historia, de la solemne declaración de la supremacía de un sistema que
otorgaría bienestar a quien trabajara, de la victoria sobre el “enemigo
comunista” que pretendía coartar la libertad, imponer dictaduras y
generar pobreza, de la eternidad prometida que anulaba todas las
genealogías. El mismo calendario que anunciaba apenas ayer que la
historia mundial recién empezaba. Y resulta que no, que todo no era
sino el preludio de la más espantosa pesadilla.
El capitalismo como sistema mundial colapsa, y, desesperados, los
grandes capitanes no atinan a dónde ir. Por eso se repliegan a sus
guaridas de origen.
Ofrecen lo imposible: la salvación local contra la catástrofe
mundial. Y la pamplina se vende bien entre una clase media que se
difumina con los de abajo en sus ingresos, pero pretende suplir sus
carencias económicas con refrendos de raza, credo, color y sexo. La
salvación de arriba es anglosajona, blanca, creyente y masculina.
Y ahora, quienes vivían de las migajas que caían de las mesas de
los grandes capitales, ven desesperados cómo también contra ellos se
levantan los muros. Y, el colmo, pretenden encabezar la oposición a esa
política guerrera. Así vemos a la derecha intelectual hacer gestos de
contrariedad e intentar tímidas y ridículas protestas. Porque no, la
globalización no fue el triunfo de la libertad. Fue y es la etapa
actual de la tiranía y la esclavitud.
Las Naciones ya no lo son, aunque aún no se hayan percatado de ello
sus respectivos gobiernos. Sus banderas y emblemas nacionales lucen
raídos y descoloridos. Destruidos por la globalización de arriba,
enfermos por el parásito del Capital y con la corrupción como única
señal de identidad, con torpe premura los gobiernos nacionales pretenden
resguardarse a sí mismos e intentar la reconstrucción imposible de lo
que alguna vez fueron.
En el compartimento estanco de sus murallas y aduanas, el sistema
droga a la medianía social con el opio de un nacionalismo reaccionario y
nostálgico, con la xenofobia, el racismo, el sexismo y la homofobia
como plan de salvación.
Las fronteras se multiplican dentro de cada territorio, no sólo las
que pintan los mapas. También y, sobre todo, las que levantan la
corrupción y el crimen hecho gobierno.
La bonanza posmoderna no era sino un globo inflado por el capital
financiero. Y vino la realidad a pincharla: millones de desplazados por
la gran guerra llenan las tierras y las aguas, se amontonan en las
aduanas y van haciendo grietas en los muros hechos y por hacer.
Alentados antes por el gran Capital, los fundamentalismos encuentran
tierra fértil para sus propuestas de unificación: “del terror nacerá un
solo pensamiento, el nuestro”. Después de ser alimentada con dólares,
la bestia del terrorismo amenaza la casa de su creador.
Y, lo mismo en la Unión Americana, que en la Europa Occidental o en
la Rusia neo zarista, la bestia se retuerce e intenta protegerse a sí
misma. Encumbra ahí (y no sólo ahí) a la estupidez y la ignorancia más
ramplonas y, en sus figuras gobernantes, sintetiza su propuesta:
“volvamos al pasado”.
Pero no, América no volverá a ser grande de nuevo.
Nunca más. Ni el sistema entero en su conjunto. No importa qué hagan
los de arriba. El sistema llegó ya al punto de no retorno.
-*-
Contra el Capital y sus muros: todas las grietas.
La ofensiva internacional del Capital en contra de las diferencias
raciales y nacionales, promoviendo la construcción de muros culturales,
jurídicos y de cemento y acero, busca reducir más aún el planeta.
Pretenden crear así un mundo donde sólo quepan los que arriba son
iguales entre sí.
Sonará ridículo, pero así es: para enfrentar la tormenta el sistema
no busca construir techos para guarecerse, sino muros detrás de los
cuales esconderse.
Esta nueva etapa de la guerra del Capital en contra de la Humanidad
debe enfrentarse sí, con resistencia y rebeldía organizadas, pero
también con la solidaridad y el apoyo a quienes ven atacadas sus vidas,
libertades y bienes.
Por eso:
Considerando que el sistema es incapaz de frenar la destrucción.
Considerando que, abajo y a la izquierda, no debe haber cabida para el conformismo y la resignación.
Considerando que es momento de organizarse para luchar y es su
tiempo de decir “NO” a la pesadilla que desde arriba nos imponen.
LA COMISIÓN SEXTA DEL EZLN Y LAS BASES DE APOYO ZAPATISTAS CONVOCAMOS:
I.- A la campaña mundial:
Frente a los muros del Capital:
la resistencia, la rebeldía, la solidaridad y el apoyo de abajo y a la izquierda.
Con el objetivo de llamar a la organización y la resistencia
mundial frente a la agresividad de los grandes dineros y sus respectivos
capataces en el planeta, y que aterroriza ya a millones de personas en
todo el mundo:
Llamamos a organizarse con autonomía, a resistir y rebelarse contra
las persecuciones, detenciones y deportaciones. Si alguien se tiene
que ir, que sean ellos, los de arriba. Cada ser humano tiene derecho a
una existencia libre y digna en el lugar que mejor le parezca, y tiene
el derecho a luchar para seguir ahí. La resistencia a las detenciones,
desalojos y expulsiones son un deber, así como deber es apoyar a quienes
se rebelan contra esas arbitrariedades SIN IMPORTAR LAS FRONTERAS.
Hay que hacerle saber a toda esa gente que no está sola, que su
dolor y su rabia es vista aún a la distancia, que su resistencia no es
sólo saludada, también es apoyada así sea con nuestras pequeñas
posibilidades.
Hay que organizarse. Hay que resistir. Hay que decir “NO” a las
persecuciones, a las expulsiones, a las cárceles, a los muros, a las
fronteras. Y hay que decir “NO” a los malos gobiernos nacionales que
han sido y son cómplices de esa política de terror, destrucción y
muerte. De arriba no vendrán las soluciones, porque ahí se parieron los
problemas.
Por eso llamamos a la Sexta en su conjunto a que se organice, según
su tiempo, modo y geografía, para apoyar en y con actividades a quienes
resisten y se rebelan contra las expulsiones. Sea apoyándolos para que
regresen a sus hogares, sea creando “santuarios” o apoyando los ya
existentes, sea con asesorías y apoyos legales, sea con paga, sea con
las artes y las ciencias, sea con festivales y movilizaciones, sea con
boicots comerciales y mediáticos, sea en el espacio cibernético, sea
donde sea y como sea. En todos los espacios donde nos movamos es
nuestro deber apoyar y solidarizarnos.
Llegó el momento de crear comités de solidaridad con la humanidad
criminalizada y perseguida. Hoy, más que nunca antes, su casa es
también nuestra casa.
Como zapatistas que somos, nuestra fuerza es pequeña y, aunque es
amplio y hondo nuestro calendario, nuestra geografía es limitada.
Por eso y para apoyar a quienes resisten a las detenciones y
deportaciones, desde hace varias semanas la Comisión Sexta del EZLN ha
iniciado contactos con individu@s, grupos, colectivos y organizaciones
adherentes a la Sexta en el mundo, para ver el modo de hacerles llegar
una pequeña ayuda de modo que les sirva como base para lanzar o
continuar toda suerte de actividades y acciones a favor de l@s
perseguid@s.
Para iniciar, les enviaremos las obras artísticas creadas por l@s
indígenas zapatistas para el CompArte del año pasado, así como café
orgánico producido por las comunidades indígenas zapatistas en las
montañas del sureste mexicano, para que, con su venta, realicen
actividades artísticas y culturales para concretar el apoyo y la
solidaridad con los migrantes y desplazados que, en todo el mundo, ven
amenazadas su vida, libertad y bienes por las campañas xenofóbicas
promovidas por los gobiernos y la ultra derecha en el mundo.
Eso por lo pronto. Ya iremos ideando nuevas formas de apoyo y
solidaridad. Las mujeres, hombres, niños y ancianos zapatistas no les
dejaremos sol@s.
II.- Invitamos también a toda la Sexta y a quien se interese, al
seminario de reflexión crítica “LOS MUROS DEL CAPITAL, LAS GRIETAS DE LA
IZQUIERDA” a celebrarse los días del 12 al 15 de abril del 2017, en las
instalaciones del CIDECI-UniTierra, San Cristóbal de Las Casas,
Chiapas, México. Participan:
Don Pablo González Casanova.
María de Jesús Patricio Martínez (CNI).
Paulina Fernández C.
Alicia Castellanos.
Magdalena Gómez.
Gilberto López y Rivas.
Luis Hernández Navarro. |
Carlos Aguirre Rojas.
Arturo Anguiano.
Sergio Rodríguez Lascano.
Christian Chávez (CNI).
Carlos González (CNI).
Comisión Sexta del EZLN. |
Próximamente daremos más detalles.
III.- Convocamos a tod@s l@s artistas a la segunda edición del
“CompArte por la Humanidad” con el tema: “Contra el Capital y sus muros:
todas las artes” a celebrarse en todo el mundo y en el espacio
cibernético. La parte “real” será en fechas del 23 al 29 de julio del
2017 en el caracol de Oventik y el CIDECI-UniTierra. La edición virtual
será del 1 al 12 de agosto del 2017 en la red. Próximamente daremos
más detalles.
IV.- También les pedimos estar atent@s a las actividades a las que
convoque el Congreso Nacional Indígena, como parte de su proceso propio
de conformación del Concejo Indígena de Gobierno.
V.- Convocamos a l@s científic@s del mundo a la segunda edición del
“ConCiencias por la Humanidad” con el tema: “Las ciencias frente al
muro”. A celebrarse del 26 al 30 de diciembre del 2017 en el
CIDECI-UniTierra, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México, y en el
espacio cibernético. Próximamente daremos más detalles.
No es todo. Hay que resistir, hay que rebelarse, hay que luchar, hay que organizarse.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Moisés. Subcomandante Insurgente Galeano.
México, febrero 14 (también día de nuestr@s muert@s) del 2017