PONENCIA DE JAVIER VILLEGAS
PRIMER CONGRESO ACADÉMICO: POR LA DIGNIFICACIÓN DEL TRABAJO DOCENTE Y DE INVESTIGACIÓN EN LA UNAM
PRIMER CONGRESO ACADÉMICO: POR LA DIGNIFICACIÓN DEL TRABAJO DOCENTE Y DE INVESTIGACIÓN EN LA UNAM
28
y 29 de marzo de 2014. Auditorio Ho Chi Minh, Facultad
de Economía, Ciudad Universitaria.
LAS CONDICIONES DEL TRABAJO DOCENTE Y
LA DIGNIFICACIÓN DEL MAESTRO UNIVERSITARIO
J. JAVIER VILLEGAS MORENO.
Profesor de Asignatura B Definitivo de la materia de Derecho de la Escuela Nacional Preparatoria No. 5
Los maestros son
los grandes relegados de la globalización y de las políticas neoliberales y
privatizadoras. En el momento mismo en que organismos internacionales (Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo)
emiten “recomendaciones vinculatorias” que el gobierno de México debe acatar y
aplicarlas sin consulta alguna a la comunidad educativa, la situación de los
maestros ha llegado a un punto crítico.
Según
reconoce la Organización Internacional del Trabajo[1], intolerablemente
bajos y malos son: los salarios, la calidad de vida, la autoestima, la
valoración social, las condiciones laborales y
de enseñanza, las oportunidades de formación y profesionalización, el reconocimiento de la problemática educativa
a nivel nacional y los presupuestos cada vez más reducidos.
La
realidad es contundente y se expresa a escala nacional: pauperización y
proletarización de los maestros, reducción de la matrícula en bachillerato y
licenciatura, bajas expectativas y motivación de los maestros (ser maestro o
maestra como último recurso), pérdida de identidad y legitimidad social de la
profesión docente, falta de oportunidades de desarrollo y superación personal y
además los maestros son percibidos como problema y como obstáculo para la
reforma educativa y sobre todo existe la tendencia a privatizar la educación
(ya no se la considera un derecho con
contenido social).
La restructuración productiva[2] ha
sido dirigida a elevar la productividad del trabajo y, por ende,
transformar la mano de obra y, con esto la educación; con la
introducción de las nuevas tecnologías, el proceso de enseñanza basado en una
cultura alfabética y alfanúmerica se debería de transformar en una educación de
naturaleza electrónica, con esto se piensa que se daría el gran cambio hacia la
integración de México a las nuevas
tendencias educativas mundiales.
La intención ya no se centra
aparentemente en la organización del trabajo de los maestros, sino en el
individuo, en el trabajador docente individual, ya que lo que deberá modificar
no sólo es la ejecución de su trabajo, sino sobre todo la concepción que tiene
de ello. La realización de sus actividades estará en función de los nuevos
parámetros de la reestructuración productiva, es decir, eficiencia, eficacia,
calidad y pertinencia (enfoques explícitamente empresariales).
Esta reestructuración dentro del modelo
neoliberal significa regirse por la ley de la oferta y la demanda del mercado
y, en consecuencia, por su lógica basada en el principio de la escasez de
recursos. La (re)calificación en esta lógica
capitalista sólo sería alcanzada por aquellos que compitan (incluso en forma desleal) y al ser evaluados
obtengan la mejor calificación, el aliciente es el aumento salarial a destajo
(llamado carrera magisterial, programas
de estímulos en el caso de la UNAM), y
además se busca centrar el cambio en el docente de manera individual.
Aunado a esto, se da la tendencia a
modificar los contenidos curriculares
con lo que se busca una mayor (re)calificación
de la fuerza de trabajo docente, destinado a adecuarse a los requerimientos del
mercado de trabajo y del consumo de la innovación tecnológica, además de
capacitarse para el nuevo proyecto educativo recomendado por la OCDE, de la
“sociedad del conocimiento basada en la educación por competencias”. De ahí que los organismos multilaterales
hayan centrado su discurso en los siguientes modelos: “aprender a aprender”,
“aprender para la vida”, “saber hacer”,
con lo cual garantizarían el proceso de acumulación.
En las nuevas condiciones, el docente
necesita aprender a modificar e identificar lo que en su formación y
experiencia como docente ya no le es útil, deberá organizar su trabajo en
función no sólo de las nuevas habilidades y destrezas de la era de
la información, sino en función de la nueva administración educativa[3],
es decir, la gestión de la educación; se obliga al docente a cumplir y acatar
los nuevos lineamientos que harán mucho más productivo su trabajo, y en segundo
lugar tendrá que entender que las nuevas tecnologías (las ya famosas TIC’s)
serán en el futuro uno de sus instrumentos fundamentales en su labor cotidiana.
Es dentro de este contexto[4]
que podemos explicarnos los cambios que va experimentando el trabajo docente:
1.- Disminución de su poder adquisitivo
al competir por salario a destajo (programas de estímulos).
2.- Perdida de prestaciones y servicios,
particularmente, en relación con los
servicios médicos: disminución de los
días de incapacidad por enfermedad; sólo se pueden tener dos incapacidades en
todo el ciclo escolar; desconocimiento de enfermedades profesionales del
trabajo docente como estrés, problemas de la garganta, dolores de cabeza,
trastornos hormonales.
3.- Burocratización del trabajo docente,
el cual se encuentra sujeto a los lineamientos del mercado, el estado, los
sindicatos blancos y ahora también bajo la presión que ejercen la iniciativa
privada y la iglesia para participar en las decisiones en torno de la educación.
4.- Existen perspectivas intervencionistas empresariales
y gerenciales que se apoyan en los documentos del Banco Mundial y de la OCDE.
5.- El discurso privatizador y de
derecha[5] ha
venido siendo sumamente exitoso. Ha tenido la habilidad de plantear no una
consigna ideológica o política como sustento de su tarea de aglutinamiento de
conciencias, sino medidas muy concretas y aparentemente incuestionables en su
intención y efecto de mejoría en la educación. ¿Quién puede estar en contra de
las becas?, ¿quién, en contra de que se den más recursos a las escuelas cuyos
maestros se organizan para trabajar mejor?
Frente a estas iniciativas y frente a su
envoltura discursiva, no basta la simple reacción, la oposición y, peor aún, el
combate de las iniciativas concretas ya que no
crean por sí mismas un nuevo polo ideológico. Al contrario, puede
incluso apoyar por el efecto de rebote dichas medidas. Parece más oportuno
comenzar a trabajar en el análisis de las implicaciones concretas que va a
significar para la educación este paso de la estafeta educativa de una
burocracia gubernamental, a la burocracia privada empresarial y de derecha.
Suena verdaderamente a retroceso, pero la situación obliga a los trabajadores
de la educación de todos los niveles a redescubrir y a construir el valor y la
importancia profunda del carácter público y laico de la educación mexicana, y
de otros muchos de sus atributos.
6.- En el trabajo docente, en el caso de
la escuela nacional preparatoria, existe una sobrecarga de carácter
administrativo: saturación de grupos, es decir, grupos con 50 alumnos o más (se
da el caso que para equilibrar el ingreso los maestros atienden hasta 15 grupos
con lo que cubren 30
horas/semana/mes de asignatura para tener un salario que apenas rinde y en
el caso de las materias de educación física y orientación vocacional,
atención, se imparte “una clase a la
semana”, es decir, para que les alcance su salario, los maestros pueden atender
más de 15 grupos); preparación de la clase fuera de la jornada laboral;
preparación de los exámenes parciales y la evaluación de los mismos; y además, bajo
el argumento de “juntar constancias con valor curricular”, el docente debe participar en varias reuniones durante el
ciclo escolar con “jefes de materia”, reuniones con “coordinadores de la
materia”; participación en programas tutoriales para alumnos; participación
como jurados en los “concursos interpreparatorianos”; impartición de “cursos de
regularización” para extraordinarios; participación como jurados en los
exámenes extraordinarios; captura de calificaciones parciales y finales. Se da
así un mayor control, vigilancia y presión sobre la actividad docente.
7.- El equilibrio físico y emocional del
docente –fundamentalmente al final del ciclo escolar- llega a tal grado que
provoca insensibilidad, apatía, depresión, estrés y/o agresividad, lo que se ha llamado “fatiga residual”[6].
En la situación de los maestros de asignatura interinos, que son la mayoría y
los más vulnerables de ser despedidos, viven en una inestabilidad laboral y año
con año en el caso de las prepas y cada seis meses en los cch’s se genera una gran
angustia y una incertidumbre enorme por saber si serán o no recontratados en el
siguiente ciclo escolar.
8.- No existe institución de salud
alguna donde se atiendan las enfermedades de carácter docente y a partir de 2007 con las
reformas a la Ley del ISSSTE se agregan años de trabajo antes de la jubilación
y no existe un análisis del deterioro de las actuales condiciones de trabajo.
Al intensificar y alargar la jornada, se
ha ampliado el grado de explotación.
9.- En el caso de los maestros de la UNAM[7],
se ha llegado al “envejecimiento” de la planta docente: El promedio general de
edad entre los docentes en la casa de estudios es de 53.5 años, pero en el caso
del bachillerato es de 58.7 y en las escuelas y facultades de 57. De los 37 mil
610 académicos que hay en la institución, 11 mil 889 son de tiempo completo y 25 mil 721 de
asignatura (de los cuales más del 70%
son interinos, es decir, sin contrato de definitividad). Ésta es la
“justificación ideal” para establecer el Programa de Renovación Académica
(subprogramas: retiro voluntario e ingreso de jóvenes académicos).
Varios estudios[8] se
han volcado sobre la precarización del trabajo docente, la reducción del presupuesto, la ruptura del
consenso social sobre la educación, la retracción de otros agentes educativos,
la ampliación de exigencias educativas. Estos procesos aparecen traducidos y
materializados en la desvalorización de la educación, de su espacio de trabajo,
de la actividad de los maestros mismos.
En este sentido, se entiende por
condiciones de trabajo[9] el
conjunto de recursos que posibilita una mejor realización del trabajo
educativo, y que incluye tanto la infraestructura de las escuelas, los
materiales didácticos disponibles como los servicios de apoyo a los educadores
y a la escuela.
Tal ecuación se realiza, por la adecuada
relación entre los fines y los medios; al tiempo que las nuevas exigencias
educativas anunciadas por los cambios tecnológicos y sociales del actual
momento histórico han sido frecuentemente señaladas por las políticas educativas,
no ha ocurrido lo mismo con las condiciones de trabajo de la práctica
educativa, que debe agregar nuevas funciones sin el correspondiente soporte
práctico.
Esta falta de condiciones adecuadas de
trabajo es agravada por la peor de las condiciones sociales de los
destinatarios del trabajo educativo y la escuela pública, potencializando los
problemas y dilemas con que los profesores se enfrentan para desenvolver su
trabajo.
Además,
la disminución salarial implica la limitación del patrón de vida de los
maestros, acentuando la tendencia a la acumulación de jornadas de trabajo y en
sentimiento de vulnerabilidad del
trabajador docente. Este conjunto de factores genera un grave proceso de “intensificación del trabajo”[10],
por la acumulación y diversificación de funciones y la sobrecarga de jornadas
de trabajo, los maestros realizan cada vez más trabajo en casa y no reciben por
ello remuneración económica (estas horas de trabajo del maestro en el hogar no son reclamadas como “extras” porque han
sido desempeñadas en el ámbito domestico).
La intensificación del trabajo alude al
incremento del volumen de las labores
producidas manteniendo constante el tiempo de la jornada formal de
trabajo, al incremento en el número y tipo de actividades que el profesor
desarrolla dentro de una jornada fija de trabajo.
Esta intensificación del trabajo
representa una de las formas tangibles por las cuales los “privilegios de
trabajo” de los docentes son degradados. Esto tiene varios síntomas, desde el
más trivial al más complejo: desde no tener tiempo siquiera para ir al baño,
tomar una taza de café, ya no se diga “desayunar”, hasta tener una falta total
de tiempo para actualizarse y ya ni hablar de hacer “vida social”.
También los medios de difusión hacen su
parte y los argumentos se repiten con
sorprendente facilidad y sin ninguna reflexión crítica: no hay dinero para
incrementar los salarios, los maestros tienen de todos modos un horario holgado
y trabajan poco, están mal preparados y capacitados, no es necesario invertir
en la educación, es preferible implementar modalidades a distancia, hay que
hacer uso de las TIC’s y de las nuevas tecnologías, se debe llevar a cabo la
reforma de planes y programas de estudio basados en las “competencias”, no hace
diferencia si el grupo de clase es de 20 o de 60 alumnos, da lo mismo…
De
acuerdo con todo lo anterior, hace falta repensar el trabajo docente[11]
para reivindicar el proceso de trabajo de los profesores, y también para
rescatar la categoría del profesor como trabajador de la educación y de la
cultura. ¿Por qué? En primer lugar, hace falta combatir el discurso dominante
que ahora ha sustituido el régimen de derechos sociales por una ideología de
libertades individuales. La individualización de la relación laboral. Lo
individual por encima de lo colectivo.
No
podemos abandonar la lógica de los derechos
colectivos, pues han sido centrales en la formación de los maestros y de
los niveles de profesionalidad alcanzados, y también porque solamente desde
este pensar podemos conservar la idea de la educación como un bien común, de la
escuela como formadora de ciudadanos. Sólo desde este principio podremos
abordar otras funciones más plenamente sociales, para resistir el embate del
pensamiento mercantilista que hace equivalentes “los productos” de las escuelas
(cuyo valor es medido en el mercado laboral).
Los
maestros[12]
tenemos el derecho y el deber de luchar, optar y decidir a ser nosotros mismos
y desmontar ese discurso falso. Ser
maestro implica asumir una profesión y enseñar es una profesión que conlleva
cierta tarea de quien se compromete con ella, cierta especificidad en su
cumplimiento y preparación disciplinaria y pedagógica. Ser maestro, profesor,
educador tiene valor y dignidad. La
práctica educativa es algo muy serio, y se debe asumir con responsabilidad, con
honradez, con preparación y con gusto.
Es
evidente que reconocer la importancia de la profesión docente[13]
no significa pensar que es la más importante de todas. Significa reconocer que
es fundamental. Y algo más: es indispensable para la vida social. Si la
sociedad no reconoce la relevancia del maestro, de su quehacer, mucho menos nos
brindará su apoyo. Se hace urgente la lucha por la educación pública en este
país. Educación pública, gratuita, laica
y científica con maestros conscientes, bien formados y en permanente
capacitación. Con condiciones optimas de trabajo y salarios dignos y también que los estímulos
económicos se integren al salario y lo
más importante: que el maestro sea tratado con dignidad.
La lucha por
genuinos derechos hace nacer la conciencia, por eso el único camino es
la lucha y la unidad en la diversidad de intereses y forma de ser de los
maestros y maestras. La lucha por sus derechos: derecho a la libertad de
cátedra, derecho a la libre expresión, derecho a la libre reunión, derecho a más
y mejores condiciones de trabajo, derecho al tiempo libre remunerado para
dedicarse a su permanente capacitación, derecho a participar de las decisiones
que conciernen y afecten su ingreso, estabilidad, permanencia, promoción y profesionalización de su empleo.
Esta posición de lucha democrática[14]
impone tres exigencias:
1.- Jamás transformar o entender esta lucha como una lucha singular,
individual, aislada (aunque en muchos casos pueda haber acosos mezquinos contra
tal o cual maestro por motivos personales).
2.- Por lo mismo, estar siempre al lado
de sus compañeros, desafiando también a los órganos de su categoría para que
presenten un frente común y un buen combate en el mejor de los sentidos.
3.- Tan importante como las otras, y es
que ya trae en sí el ejercicio de un derecho, es la de exigir, luchando por su
realización… (mejores y más condiciones y relaciones de trabajo que garanticen
efectivamente la posibilidad de transformar su realidad y condición laborales de los maestros).
Finalmente, el proceso de construcción
de los sujetos colectivos[15]
en el caso de la educación, pasa por las
difíciles condiciones de vida y de trabajo impuestas a los maestros, así
se debe establecer un proceso en el que
sujetos diversos pasen a vivir colectivamente condiciones y conflictos semejantes, generando intereses y situaciones
comunes para una gran cantidad de maestros, estos cambios provocarán una identificación con el trabajo docente, y
contribuirán para que los maestros inicien la comprensión de que su trabajo se
caracteriza como una labor esencial para la mayoría de la población, y que sus
reivindicaciones son justas y que el trabajo docente en general y el del maestro
universitario en particular es digno. El trabajo es la acción que dignifica al
hombre, porque en él plasma su saber, su imaginación y creatividad.
BIBLIOGRAFÍA.
Aboites, Hugo. “Educación: la paradoja de 2003” en Coalición. Revista de la Sección
Mexicana de la Coalición Trilateral en Defensa de la Educación Pública. Año 4,
abril de 2003.
Castillo Flores, Ma.
de los Ángeles y Ma. del Carmen Montero
Tirado. “Las transformaciones del trabajo docente en el contexto de la
reestructuración productiva”, en Entre Maestros.
UPN, vol. 8, núm. 25, verano 2008.
Fonseca Da Silva, Hugo Leonardo. “La identidad
política de los trabajadores de la educación: sindicalización y politización
del trabajo docente” en Entre Maestros.
UPN, México, vol. 8, núm. 25, verano 2008.
Freire, Paulo. Cartas a quien pretende enseñar. México.
Siglo XXI, 1994.
Kuenzer, Acacia Zenaida y Andrea del
Rocio Caldas. “Trabajo docente: compromiso y apatía” en Entre Maestros. UPN, México,
vol. 8, núm. 25, verano 2008.
Martínez, Deolidia. El riesgo de enseñar. México, Fundación
SNTE para la cultura del profesor mexicano, 1991.
Olivares Alonso, Emir. “Genera inconformidad programa
para renovar planta académica” en La
Jornada. México, 17 de marzo de 2014, página 33.
Street, Susan. “Trabajo docente en tiempos
neoliberales: ¿una reestructuración laboral más que pedagógica?” en Entre
Maestros. UPN, México, vol. 8, núm. 25, verano 20
[1]
Freire, Paulo. Cartas a quien pretende enseñar. México.Siglo XXI, 1994.
[2]
Castillo Flores, Ma. de los Ángeles y
Ma. del Carmen Montero Tirado. “Las transformaciones del trabajo docente en el
contexto de la reestructuración productiva”, en Entre Maestros. UPN, vol. 8, núm. 25, verano 2008.
[3] Idem.
[4] Idem.
[5] Aboites,
Hugo. “Educación: la paradoja de 2003” en Coalición.
Revista de la Sección Mexicana de la Coalición Trilateral en Defensa de la
Educación Pública. Año 4, abril de 2003.
[6]
Martínez, Deolidia. El riesgo de enseñar,
México, Fundación SNTE para la cultura del profesor mexicano, 1991.
[7]
Olivares Alonso, Emir. “Genera
inconformidad programa para renovar planta académica” en La Jornada. México, 17 de marzo de 2014, página 33.
[8]
Kuenzer, Acacia Zenaida y Andrea del Rocio Caldas. “Trabajo docente: compromiso
y apatía” en Entre Maestros. UPN,
México, vol. 8, núm. 25, verano 2008.
[9] Idem.
[10] Idem.
[11]
Street, Susan. “Trabajo docente en tiempos neoliberales: ¿una reestructuración
laboral más que pedagógica?” en Entre Maestros. UPN, México, vol. 8,
núm. 25, verano 2008.
[12] Freire, Paulo. Op. Cit.
[13] Freire, Paulo. Idem.
[14] Freire, Paulo. Idem.
[15]
Fonseca Da Silva, Hugo Leonardo. “La identidad política de los trabajadores de
la educación: sindicalización y politización del trabajo docente” en Entre Maestros. UPN, México, vol. 8,
núm. 25, verano 2008.
Atención: Esta ponencia puede servir de diagnóstico acerca de las condiciones de trabajo y docentes. Por favor hay que difundirla, comentarla, agregar o quitar lo que consideren adecuado, pero sobretodo hay que darla a conocer y sensibilizarnos en relación con nuestra propia labor como maestros de la prepa5 y además hay que resaltar que ser maestro es una profesión que requiere cierta especificidad en cada disciplina y pedagógica, en este sentido ser maestro es una profesión DIGNA.
ResponderEliminarLa realidad rebasa con mucho lo que en esta ponencia se diga. Por favor aporta tus ideas, experiencias, anécdotas....para enriquecer este "diagnostico"
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