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DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA
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¿Están las libertades públicas en crisis?
Marcos Roitman Rosenmann. La Jornada.
Opinión, sábado 18 de marzo de 2017.
Opinión, sábado 18 de marzo de 2017.
Nada más cómodo que vivir en
un orden constitucional representativo. La práctica democrática se
trastoca en derechos formales, ninguno de los cuales se ejerce con
garantías. El poder informa de su existencia, por si alguien duda su
entidad corpórea. ¡Cómo no va a existir la libertad de prensa! El
asesinato de cientos de periodistas lo demuestra. ¡Y qué decir de la
libertad de expresión! Nada mejor que criminalizar y desautorizar el
pensamiento crítico enviando a sus defensores a las mazmorras. De la
libertad de manifestación mejor ni hablar. Se ha convertido en el
derecho mejor resguardado por las fuerzas del orden público. Reprime,
viola, dispara pelotas de goma, gases y proyectiles en pro de la
seguridad ciudadana. Tampoco nos quejemos de la libertad de asociación.
Hay que pensar antes de tomar una decisión errónea. Nunca elija un
sindicato de clase, no se afilie a organizaciones de gays, lesbianas,
transexuales, pues es pernicioso e inmoral. Mejor dejarlo, ya se sabe.
Si son ecológicas, en defensa del medio ambiente, reivindicativas de
justicia social, pase de largo. Puede acabar, como cientos de dirigentes
campesinos, asesinado por las autoridades policiales en connivencia con
las políticas y los paramilitares. Saque de la lista a aquellas que
malmeten contra las sanas intenciones de banqueros, trasnacionales,
latifundistas y terratenientes, todos ellos benefactores, gente de bien,
mecenas y filántropos, interesados en impulsar el interés general y el
bien común. Aléjese de subversivos, antisistema y embaucadores. Si tanto
le apetece asociarse, opte por algo cercano, amable, romo. Hágase
miembro del Rotary club, socio de un equipo de futbol o de una
biblioteca, pero seleccione bien los libros. La lectura es una actividad
de riesgo. Pensar por cuenta propia trae consecuencias. Lea novelas
rosas y libros de autoayuda.
Lo más adecuado, en una economía de mercado, es mutar en socio
consumidor. Y no lo olvide: si en alguna ocasión opta por ser militante
político, no todo es válido. Una mala elección lo puede llevar, como a
muchos afiliados de izquierda, a la cárcel, al hospital con la cabeza
abierta, una bala, repudiado por su familia y despedido de su trabajo.
Afíliese a partidos de orden, neoliberales, conservadores,
socialdemócratas, nacional-católicos y fundamentalistas.
Vivimos bajo una continua amenaza. Renunciar a comportarse como
idiota social, seres anodinos, encerrados en una concha de marfil y
optar por una ciudadanía responsable, defensora de las libertades
sociales, nos trasforma en sujetos indeseables. La conclusión es obvia:
la democracia política no tiene cabida en una economía de mercado. Cada
vez que pretenda reivindicar sus derechos verá cómo, sobre usted, cae
todo el peso de la ley.
La involución en el ejercicio de las libertades públicas se
manifiesta descarnadamente. No existe espacio donde no se hayan
recortado los derechos de las clases trabajadoras. El acceso a la
educación, la sanidad, la justicia, los bienes comunes, como el agua, el
medio ambiente, la naturaleza, se ha trasformado en privilegio para el
goce de unos pocos. El poder se concentra en pocas manos, al tiempo que
promueve su descentralización, obviando que tal proceso no presupone
mayor democracia, siendo una adecuación a la lógica de privatización de
los servicios públicos, acrecentando las desigualdades sociales,
económicas, culturales y políticas, bajo el paraguas de un Estado
totalitario.
Las desigualdades han producido una enorme brecha, donde la distancia
entre las clases dominantes, la burguesía y las clases trabajadoras
aumenta exponencialmente. Basta señalar que en España la distancia que
separa la esperanza de vida de un miembro de la burguesía de un
trabajador en paro supera 10 años. Los problemas se han vuelto crónicos y
la salida, si se siguen aplicando las mismas recetas, cuyos resultados
no han sido halagüeños, se aleja del horizonte mediato. En dos décadas
hemos visto aumentar la marginalidad, la pobreza, la exclusión social,
el hambre y las crisis humanitarias. En América Latina pensemos en
México o en Chile, y en Europa basta mencionar a Grecia para no entrar
en detalles.
La libertad de realización que hace posible la dignidad humana está
en crisis. La precarización laboral, la pérdida de derechos laborales y
el hostigamiento a los sindicatos de clase muestran que los proyectos
democráticos han sido aparcados. Ya no tienen espacio y son perseguidos.
Parece ser que la memoria histórica de las luchas democráticas se
invisibiliza hasta eliminar todo rastro que nos haga recapacitar y
recordar que ninguno de los derechos que se han ganado fueron concedidos
de buen grado. Las grandes batallas que han permitido el avance de las
clases trabajadoras y populares son historias de entrega, solidaridad,
trabajo y combate, en las que se han perdido muchas vidas para que otros
podamos disfrutar de los derechos y las libertades sociales. No se
puede claudicar. El futuro no está diseñado (n. del e. Y en México, y en la UNAM y en Prepa 5, qué tal las libertades públicas????? Y tú como mexicano, como ciudadano, como universitario, como académico, como estudiante, ¿ejerces estas libertades públicas?).
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