EL MAESTRO ENSEÑA, APRENDE,
DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA
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Atención: Asamblea de Profesores de la UNAM esta ponencia se reproduce para generar la reflexión colectiva y aportar elementos en la demanda de dignificación del trabajo docente
CONDICIONES
LABORALES Y
DIGNIFICACIÓN DEL MAESTRO
Primer
Foro Deliberativo: La universidad que queremos, 18 de mayo de 2016, Ciudad Universitaria. (Mesa iv. Fortalecimiento de la vida
académica, submesa 2. Apoyo a la investigación y transformación del trabajo
docente).
Que presenta:
J. Javier Villegas M.
Profesor de Asignatura B
de la materia de
Derecho
de la Escuela Nacional Preparatoria No. 5
RESUMEN
Esta ponencia busca sembrar la
reflexión sobre dos ejes que resultan trascendentes para comprender la naturaleza
y la transformación del trabajo docente. El primero es conocer y entender las actuales
condiciones del trabajo académico. La restructuración productiva, se centra en el trabajador docente
individual. La realización de sus actividades estará en función de los nuevos
parámetros: eficiencia, eficacia, calidad y pertinencia (enfoques
explícitamente empresariales). En esta actualidad, se deterioran las condiciones
de trabajo que son agravadas por el proceso
de “intensificación del trabajo”, y al intensificar y alargar la jornada,
se amplía el grado de explotación por la
acumulación y diversificación de funciones y la sobrecarga de jornadas de
trabajo administrativo por encima de la academia; se da así un mayor control,
vigilancia y presión sobre la actividad académica; existe una precarización del
trabajo docente; hacia el final de los
cursos, el maestro experimenta “fatiga residual” (que provoca insensibilidad,
apatía, depresión, estrés y/o agresividad); en el caso de los maestros
interinos viven en una inestabilidad laboral y se genera una gran angustia y
una incertidumbre enorme por saber si serán o no recontratados en el siguiente
ciclo escolar. En el caso de los maestros de la UNAM, se ha llegado al
“envejecimiento” de la planta docente y por lo tanto se ejerce mayor presión
para que se jubilen, ya que la percepción social de la vejez es de
improductividad.
El segundo eje intenta recapacitar y repensar el trabajo docente para reivindicar el proceso de trabajo de los profesores, y para rescatar la categoría del profesor como trabajador de la educación y de la cultura y también hace falta combatir el discurso dominante que ahora ha sustituido el régimen de derechos sociales por una ideología de libertades individuales. La individualización de la relación laboral., lo individual por encima de lo colectivo. En este sentido, no podemos abandonar la lógica de los derechos colectivos y sociales. Los maestros tenemos el derecho y el deber de luchar, optar y decidir a ser nosotros mismos y desmontar ese discurso falso. Ser maestro implica asumir una profesión y enseñar es una profesión que conlleva cierta tarea de quien se compromete con ella, cierta especificidad en su cumplimiento y preparación disciplinaria y pedagógica. Ser maestro, profesor, educador tiene valor y dignidad. La práctica educativa es algo muy serio, y se debe asumir con responsabilidad, con honradez, con preparación y con gusto.
El segundo eje intenta recapacitar y repensar el trabajo docente para reivindicar el proceso de trabajo de los profesores, y para rescatar la categoría del profesor como trabajador de la educación y de la cultura y también hace falta combatir el discurso dominante que ahora ha sustituido el régimen de derechos sociales por una ideología de libertades individuales. La individualización de la relación laboral., lo individual por encima de lo colectivo. En este sentido, no podemos abandonar la lógica de los derechos colectivos y sociales. Los maestros tenemos el derecho y el deber de luchar, optar y decidir a ser nosotros mismos y desmontar ese discurso falso. Ser maestro implica asumir una profesión y enseñar es una profesión que conlleva cierta tarea de quien se compromete con ella, cierta especificidad en su cumplimiento y preparación disciplinaria y pedagógica. Ser maestro, profesor, educador tiene valor y dignidad. La práctica educativa es algo muy serio, y se debe asumir con responsabilidad, con honradez, con preparación y con gusto.
Se
hace urgente la lucha por la educación pública en este país. Educación
pública, gratuita, laica, crítica y
científica con maestros conscientes, bien formados y en permanente
capacitación. Con condiciones optimas de trabajo y salarios dignos y también
que los estímulos económicos se integren al salario y lo más importante: que el maestro sea tratado
con dignidad.
La lucha por
genuinos derechos hace nacer la conciencia, por eso el único camino es
la lucha y la unidad en la diversidad de intereses y forma de ser de los
maestros y maestras. La lucha por sus derechos: derecho a la libertad de
cátedra, derecho a la libre expresión, derecho a la libre reunión, derecho a la
libre manifestación de ideas, derecho de petición, derecho de audiencia, derecho
a más y mejores condiciones de trabajo, derecho al tiempo libre y remunerado
para dedicarse a su permanente capacitación, derecho a participar de las
decisiones que conciernen y afecten su ingreso, estabilidad, permanencia,
promoción y profesionalización de su empleo.
Finalmente, el proceso de
construcción de los sujetos colectivos contribuirá para que los maestros
inicien la comprensión de que sus reivindicaciones son justas y que el trabajo
docente en general y el del maestro universitario en particular es digno. El
trabajo es la acción que dignifica al hombre, porque en él plasma su saber, su
imaginación y creatividad.
Y para ser más dignos, desde ahora,
hay que exigir y luchar por:
1. La dignificación de los académic@s, en todos los
sentidos, y
2. La defensa de la educación pública, gratuita,
laica, crítica, científica y humanística, con todo lo que implica.
PONENCIA:
CONDICIONES
LABORALES Y
DIGNIFICACIÓN DEL MAESTRO
Que presenta:
J. Javier Villegas M.
Profesor de Asignatura B
de la materia de
Derecho
de la Escuela Nacional Preparatoria No. 5
Los maestros son
los grandes relegados de la globalización y de las políticas neoliberales y
privatizadoras. En el momento mismo en que organismos internacionales (Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo)
emiten “recomendaciones vinculatorias” que el gobierno de México debe acatar y
aplicarlas sin consulta alguna a la comunidad educativa, la situación de los
maestros ha llegado a un punto crítico.
Según
reconoce la Organización Internacional del Trabajo[1], intolerablemente
bajos y malos son: los salarios, la calidad de vida, la autoestima, la
valoración social del trabajo docente, las condiciones laborales y de
enseñanza, las oportunidades de formación y profesionalización, el reconocimiento de la problemática
educativa a nivel nacional y los presupuestos cada vez más reducidos.
La
realidad es contundente y se expresa a escala nacional: pauperización y
proletarización de los maestros, reducción de la matrícula en bachillerato y licenciatura,
bajas expectativas y motivación de los maestros (se piensa que ser maestro o
maestra es un último recurso), pérdida de identidad y legitimidad social de la
profesión docente, falta de oportunidades de desarrollo y superación personal y
además los maestros son percibidos como problema y como obstáculo para la
reforma educativa y sobre todo existe la tendencia a privatizar la educación
(ya no se la considera un derecho con
contenido social, sino un servicio –profesional docente-).
La restructuración productiva[2] ha
sido dirigida a elevar la productividad del trabajo y, por ende,
transformar la mano de obra y, con esto la educación; con la
introducción de las nuevas tecnologías, el proceso de enseñanza basado en una
cultura alfabética y alfanúmerica se debe de transformar en una educación de
naturaleza electrónica, con esto se piensa que se dará el “gran cambio” hacia
la integración de México a las nuevas
tendencias educativas mundiales.
La intención ya no se centra
aparentemente en la organización del trabajo de los maestros, sino en el
individuo, en el trabajador docente individual, ya que lo que deberá modificar
no sólo es la ejecución de su trabajo, sino sobre todo la concepción que tiene
de ello. La realización de sus actividades estará en función de los nuevos
parámetros de la reestructuración productiva, es decir, eficiencia, eficacia,
calidad y pertinencia (esto es, enfoques explícitamente empresariales).
Esta reestructuración dentro del
modelo neoliberal significa regirse por la ley de la oferta y la demanda del
mercado y, en consecuencia, por su lógica basada en el principio de la escasez
de recursos. La (re)calificación en esta lógica
capitalista sólo será alcanzada por aquellos que compitan (incluso en forma desleal) y al ser evaluados
obtengan la mejor calificación, el aliciente es el aumento salarial a destajo
(llamado en su momento, carrera magisterial,
y en el caso de la UNAM, programas de estímulos), y además se busca centrar
el cambio en el docente de manera individual.
Sumado a esto, se da la tendencia a
modificar los contenidos curriculares
con lo que se busca una mayor (re)calificación
de la fuerza de trabajo docente, destinado a adecuarse a los requerimientos del
mercado de trabajo y del consumo de la innovación tecnológica, además de
capacitarse para el nuevo proyecto educativo recomendado por la OCDE, de la
“sociedad del conocimiento basada en la educación por competencias”. De ahí que los organismos multilaterales
hayan centrado su discurso en los siguientes modelos: “aprender a aprender”,
“aprender para la vida”, “saber hacer”,
con lo cual garantizarán el proceso de acumulación.
En las nuevas condiciones, el
docente necesita aprender a modificar e identificar lo que en su formación y
experiencia como docente ya no le es útil, deberá organizar su trabajo en
función no sólo de las nuevas habilidades y destrezas de la era de
la información, sino en función de la nueva administración educativa[3],
es decir, la gestión de la educación; se obliga al docente a cumplir y acatar
los nuevos lineamientos que harán mucho más productivo su trabajo, y en segundo
lugar tendrá que entender que las nuevas tecnologías (las ya famosas TIC’s)
serán en el futuro uno de sus instrumentos fundamentales en su labor cotidiana.
Es dentro de este contexto[4]
que podemos explicarnos los cambios que va experimentando el trabajo docente:
1.- Disminución de su poder
adquisitivo al competir por salario a destajo (programas de estímulos).
2.- Pérdida de prestaciones y
servicios, particularmente, en relación
con los servicios médicos: disminución
de los días de incapacidad por enfermedad; sólo se pueden tener dos incapacidades
en todo el ciclo escolar; desconocimiento de enfermedades profesionales del
trabajo docente como estrés, problemas de la garganta, dolores de cabeza,
trastornos hormonales, padecimientos nerviosos, emocionales, psiquiátricos y cardiacos. No existe
institución de salud alguna donde se atiendan las enfermedades de carácter docente y a partir de 2007 con
las reformas a la Ley del ISSSTE se agregan años de trabajo antes de la
jubilación y no existe un análisis del deterioro de las actuales condiciones de
trabajo; los llamados días económicos ya no existen, ahora se llaman “permisos”
y se tendrán “faltas justificadas”, para efectos del programa de estímulos que
requiere el 90% de asistencias. Al intensificar y alargar la jornada, se ha ampliado el grado de
explotación.
3.- Burocratización del trabajo
docente, el cual se encuentra sujeto a los lineamientos del mercado, el estado,
los sindicatos blancos y ahora también bajo la presión que ejercen la iniciativa
privada y la iglesia para participar en las decisiones en torno de la educación.
4.- Existen perspectivas intervencionistas empresariales
y gerenciales que se apoyan en los documentos del Banco Mundial y de la OCDE.
5.- El discurso privatizador y de
derecha[5] ha
venido siendo sumamente exitoso. Ha tenido la habilidad de plantear no una consigna
ideológica o política como sustento de su tarea de aglutinamiento de
conciencias, sino medidas muy concretas y aparentemente incuestionables en su
intención y efecto de mejoría en la educación. ¿Quién puede estar en contra de
las becas?, ¿quién, en contra de que se den más recursos a las escuelas cuyos
maestros se organizan para trabajar mejor?
Frente a estas iniciativas y frente
a su envoltura discursiva, no basta la simple reacción, la oposición y, peor
aún, el combate de las iniciativas concretas ya que no crean por sí mismas un
nuevo polo ideológico. Al contrario, puede incluso apoyar por el efecto de
rebote dichas medidas. Parece más oportuno comenzar a trabajar en el análisis
de las implicaciones concretas que va a significar para la educación este paso
de la estafeta educativa de una burocracia gubernamental, a la burocracia
privada empresarial y de derecha. Suena verdaderamente a retroceso, pero la
situación obliga a los trabajadores de la educación de todos los niveles a
redescubrir y a construir el valor y la importancia profunda del carácter
público, gratuito y laico de la educación mexicana, y de otros muchos de sus
atributos.
6.- En el trabajo docente, y aquí
se hablará de la experiencia de la Escuela Nacional Preparatoria, existe una
sobrecarga de carácter administrativo: saturación de grupos, es decir, grupos
con 60 alumnos o más (se da el caso que para equilibrar el ingreso los maestros
atienden hasta 15 grupos con lo que cubren
30 horas/semana/mes de asignatura para tener un salario que apenas rinde y en
el caso de las materias de educación física y orientación vocacional,
atención, se imparte “una clase a la
semana”, es decir, para que les alcance su salario, los maestros pueden atender
mucho más de 15 grupos); preparación de la clase y revisión de trabajos escolares
fuera de la jornada laboral; preparación de los exámenes parciales y la
evaluación de los mismos; preparación, aplicación y evaluación de los exámenes
ordinarios finales y además, bajo el argumento de “juntar constancias con valor
curricular”, el docente debe participar en varias reuniones durante el
ciclo escolar con “jefes de materia”, reuniones con “coordinadores de la
materia”; participación en programas tutoriales para alumnos; participación como jurados en los
“concursos inter-preparatorianos”; impartición de “cursos de regularización”
para extraordinarios; participación como jurados en los exámenes
extraordinarios; captura del informe anual de actividades académicas; captura
de los avances programáticos cada bimestre;
captura de calificaciones parciales y finales; asistencia a cursos de
actualización. Se da así un mayor control, vigilancia y presión sobre la
actividad docente.
7.- El equilibrio físico y
emocional del docente –fundamentalmente al final del ciclo escolar- llega a tal
grado que provoca insensibilidad, apatía, depresión, estrés y/o agresividad, lo que se ha llamado “fatiga residual”[6].
En la situación de los maestros de asignatura interinos, que son la mayoría y
los más vulnerables de ser despedidos, viven en una inestabilidad laboral y año
con año en el caso de las prepas y cada seis meses en los cch’s se genera una gran
angustia y una incertidumbre enorme por saber si serán o no recontratados en el
siguiente ciclo escolar.
8.- En el caso de los maestros de
la UNAM[7],
se ha llegado al “envejecimiento” de la planta docente: El promedio general de
edad entre los docentes en la casa de estudios es de 53.5 años, pero en el caso
del bachillerato es de 58.7 y en las escuelas y facultades de 57. De los 37 mil
610 académicos que hay en la institución, 11 mil 889 son de tiempo completo y 25 mil 721 de
asignatura (de los cuales más del 70%
son interinos, es decir, sin contrato de definitividad). Ésta es la
“justificación ideal” de las autoridades para establecer el Programa de
Renovación Académica (y sus subprogramas: retiro voluntario e ingreso de
jóvenes académicos, cabe hacer mención que este último subprograma es
excluyente, discriminatorio y violatorio de la constitución y de las
legislaciones: laboral federal y universitaria, además de que otorga mayor
discrecionalidad a los directores y consejos técnicos).
Varios estudios[8] se
han volcado sobre la precarización del trabajo docente, la reducción del presupuesto, la ruptura del
consenso social sobre la educación, la retracción de otros agentes educativos,
la ampliación de exigencias educativas. Estos procesos aparecen traducidos y
materializados en la desvalorización de la educación, de su espacio de trabajo,
de la actividad de los maestros mismos.
En este sentido, se entiende por condiciones de trabajo[9] el conjunto de recursos que posibilita una mejor realización del trabajo educativo, y que incluye tanto la infraestructura de las escuelas, los materiales didácticos disponibles como los servicios de apoyo a los educadores y a la escuela.
En este sentido, se entiende por condiciones de trabajo[9] el conjunto de recursos que posibilita una mejor realización del trabajo educativo, y que incluye tanto la infraestructura de las escuelas, los materiales didácticos disponibles como los servicios de apoyo a los educadores y a la escuela.
Tal ecuación se realiza, por la adecuada
relación entre los fines y los medios; al tiempo que las nuevas exigencias
educativas anunciadas por los cambios tecnológicos y sociales del actual
momento histórico han sido frecuentemente señaladas por las políticas educativas,
no ha ocurrido lo mismo con las condiciones de trabajo de la práctica educativa,
que debe agregar nuevas funciones sin el correspondiente soporte práctico.
Esta falta de condiciones adecuadas
de trabajo es agravada por la peor de las condiciones sociales de los
destinatarios del trabajo educativo y la escuela pública, potencializando los
problemas y dilemas con que los profesores se enfrentan para desenvolver su trabajo.
Además, la disminución salarial implica la limitación
del patrón de vida de los maestros, acentuando la tendencia a la acumulación de
jornadas de trabajo y en sentimiento de vulnerabilidad del trabajador docente. Este conjunto de
factores genera un grave proceso de “intensificación
del trabajo”[10],
por la acumulación y la diversificación de funciones y la sobrecarga de
jornadas de trabajo, los maestros realizan cada vez más trabajo en casa y
no
reciben por ello remuneración económica (estas horas de trabajo del
maestro en el hogar no son reclamadas como “extras” porque han
sido desempeñadas en el ámbito domestico).
La intensificación del trabajo
alude al incremento del volumen de las labores
producidas manteniendo constante el tiempo de la jornada formal de
trabajo, al incremento en el número y tipo de actividades que el profesor
desarrolla dentro de una jornada fija de trabajo.
Esta intensificación del trabajo
representa una de las formas tangibles por las cuales los “privilegios de
trabajo” de los docentes son degradados. Esto tiene varios síntomas, desde el
más trivial al más complejo: desde no tener tiempo siquiera para ir al baño,
tomar una taza de café, ya no se diga “desayunar”, hasta tener una falta total
de tiempo para actualizarse y ya ni hablar de hacer “vida social”.
También los medios de difusión
hacen su parte y los argumentos se repiten
con sorprendente facilidad y sin ninguna reflexión crítica: no hay dinero para
incrementar los salarios, los maestros tienen de todos modos un horario holgado
y trabajan poco, están mal preparados y capacitados, no es necesario invertir
en la educación, es preferible implementar modalidades a distancia, hay que
hacer uso de las TIC’s y de las nuevas tecnologías, se debe llevar a cabo la
reforma de planes y programas de estudio basados en las “competencias”, no hace
diferencia si el grupo de clase es de 20 o de 60 alumnos, da lo mismo…
De
acuerdo con todo lo anterior, hace falta repensar el trabajo docente[11]
para reivindicar el proceso de trabajo de los profesores, y también para
rescatar la categoría del profesor como trabajador de la educación y de la
cultura. ¿Por qué? En primer lugar, hace falta combatir el discurso dominante
que ahora ha sustituido el régimen de derechos sociales por una ideología de
libertades individuales. La individualización de la relación laboral; lo
individual por encima de lo colectivo.
No
podemos abandonar la lógica de los derechos
colectivos y sociales, pues han sido centrales en la formación de los
maestros y de los niveles de profesionalidad alcanzados, y también porque
solamente desde este pensar podemos conservar la idea de la educación como un
bien común, de la escuela como formadora de ciudadanos. Sólo desde este
principio podremos abordar otras funciones más plenamente sociales, para
resistir el embate del pensamiento mercantilista que hace equivalentes “los
productos” de las escuelas (cuyo valor es medido en el mercado laboral).
Los
maestros[12]
tenemos el derecho y el deber de luchar, optar y decidir a ser nosotros mismos
y desmontar ese discurso falso. Ser
maestro implica asumir una profesión y enseñar es una profesión que conlleva
cierta tarea de quien se compromete con ella, cierta especificidad en su
cumplimiento y preparación disciplinaria y pedagógica. Ser maestro, profesor,
educador tiene valor y dignidad. La
práctica educativa es algo muy serio, y se debe asumir con responsabilidad, con
honradez, con preparación y con gusto.
Es
evidente que reconocer la importancia de la profesión docente[13]
no significa pensar que es la más importante de todas. Significa reconocer que
es fundamental. Y algo más: es indispensable para la vida social. Si la sociedad
no reconoce la relevancia del maestro, de su quehacer, mucho menos nos brindará
su apoyo. Se hace urgente la lucha por la educación pública en este país.
Educación pública, gratuita, laica,
crítica, científica y humanística con maestros conscientes, bien formados y en permanente
capacitación. Con condiciones optimas de trabajo y salarios dignos y también que los estímulos
económicos se integren al salario y lo
más importante: que el maestro sea tratado con dignidad.
La lucha por
genuinos derechos hace nacer la conciencia, por eso el único camino es
la lucha y la unidad en la diversidad de intereses y forma de ser de los
maestros y maestras. La lucha por sus derechos: derecho a la libertad de
cátedra, derecho a la libre expresión, derecho a la libre reunión, derecho de
petición, derecho de audiencia, derecho a más y mejores condiciones de trabajo,
derecho al tiempo libre y remunerado para dedicarse a su permanente
capacitación, derecho a participar de las decisiones que conciernen y
afecten su ingreso, estabilidad,
permanencia, promoción y
profesionalización de su empleo.
Esta posición de lucha democrática[14]
impone tres exigencias:
a).- Jamás transformar o
entender esta lucha como una lucha
singular, individual, aislada (aunque en muchos casos pueda haber acosos
mezquinos contra tal o cual maestro por motivos personales).
b).- Por lo mismo, estar siempre al
lado de sus compañeros, desafiando también a los órganos de su categoría para
que presenten un frente común y un buen combate en el mejor de los sentidos.
c).- Tan importante como las otras,
y es que ya trae en sí el ejercicio de un derecho, es la de exigir, luchando
por su realización… (más y mejores condiciones y relaciones de trabajo que
garanticen efectivamente la posibilidad de transformar la realidad y condición laborales de los maestros).
Finalmente, el proceso de
construcción de los sujetos colectivos[15]
en el caso de la educación, pasa por las
difíciles condiciones de vida y de trabajo impuestas a los maestros, así se debe
establecer un proceso en el que sujetos diversos pasen a vivir colectivamente
condiciones y conflictos semejantes,
generando intereses y situaciones comunes para una gran cantidad de maestros,
estos cambios provocarán una identificación con el trabajo docente, y
contribuirán para que los maestros inicien la comprensión de que su trabajo se
caracteriza como una labor esencial para la mayoría de la población, y que sus
reivindicaciones son justas y que el trabajo docente en general y el del
maestro universitario en particular es digno. El trabajo es la acción que
dignifica al hombre, porque en él plasma su saber, su imaginación y
creatividad (Ver más abajo PROPUESTAS).
BIBLIOGRAFÍA.
1. Aboites,
Hugo. “Educación: la paradoja de 2003” en Coalición. Revista de la Sección
Mexicana de la Coalición Trilateral en Defensa de la Educación Pública. Año 4,
abril de 2003.
2. Castillo
Flores, Ma. de los Ángeles y Ma. del Carmen Montero Tirado. “Las
transformaciones del trabajo docente en el contexto de la reestructuración
productiva”, en Entre Maestros. UPN,
vol. 8, núm. 25, verano 2008.
3. Fonseca Da Silva, Hugo Leonardo. “La identidad
política de los trabajadores de la educación: sindicalización y politización
del trabajo docente” en Entre Maestros. UPN, México, vol. 8, núm. 25, verano 2008.
4. Freire, Paulo. Cartas a quien pretende enseñar. México. Siglo XXI, 1994.
5. Kuenzer, Acacia Zenaida y Andrea del Rocio Caldas. “Trabajo docente:
compromiso y apatía” en Entre Maestros. UPN, México, vol. 8, núm.
25, verano 2008.Martínez, Deolidia. El
riesgo de enseñar. México, Fundación SNTE para la cultura del profesor mexicano,
1991.
6. Olivares Alonso, Emir. “Genera
inconformidad programa para renovar planta académica” en La Jornada. México, 17 de marzo de 2014, página
33.
7. Street, Susan. “Trabajo
docente en tiempos neoliberales: ¿una reestructuración laboral más que
pedagógica?” en Entre Maestros. UPN,
México, vol. 8, núm. 25, verano 2008.
[2] Castillo Flores, Ma. de los Ángeles
y Ma. del Carmen Montero Tirado. “Las transformaciones del trabajo
docente en el contexto de la reestructuración productiva”, en Entre Maestros. UPN, vol. 8, núm. 25,
verano 2008.
[3] Idem.
[4] Idem.
[5] Aboites, Hugo. “Educación: la paradoja de 2003” en Coalición. Revista de la Sección
Mexicana de la Coalición Trilateral en Defensa de la Educación Pública. Año 4,
abril de 2003.
[6] Martínez, Deolidia. El riesgo de
enseñar, México, Fundación SNTE para la cultura del profesor mexicano, 1991.
[7] Olivares Alonso, Emir. “Genera
inconformidad programa para renovar planta académica” en La Jornada. México, 17 de marzo de 2014, página 33.
[8] Kuenzer, Acacia Zenaida y Andrea del Rocio Caldas. “Trabajo docente:
compromiso y apatía” en Entre Maestros. UPN,
México, vol. 8, núm. 25, verano 2008.
[9] Idem.
[10] Idem.
[11] Street, Susan. “Trabajo docente en tiempos neoliberales: ¿una
reestructuración laboral más que pedagógica?” en Entre
Maestros. UPN, México, vol. 8, núm. 25, verano 2008.
[12] Freire, Paulo. Op. Cit.
[13] Freire, Paulo. Idem.
[14] Freire, Paulo. Idem.
[15] Fonseca Da Silva, Hugo Leonardo. “La identidad política de los
trabajadores de la educación: sindicalización y politización del trabajo
docente” en Entre Maestros. UPN,
México, vol. 8, núm. 25, verano 2008.
PROPUESTAS:
LAS
CUALES DEBEN DE GIRAR SOBRE DOS EJES:
- - LA
DIGNIFICACIÓN DE LOS ACADÉMIC@S, EN TODOS LOS SENTIDOS, Y
- LA DEFENSA
DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA, GRATUITA, LAICA, CRÍTICA, CIENTÍFICA Y HUMANÍSTICA, CON TODO LO QUE ESTO IMPLICA.
1.- Trabajar en el análisis de las
implicaciones concretas de las nuevas y desventajosas condiciones de trabajo
que gradualmente se van imponiendo.
2.- Combatir el discurso dominante:
“lo individual por encima de lo colectivo”, con el que ahora se ha sustituido
el régimen de los derechos humanos por una ideología de libertades
individuales.
3.- Los maestros tenemos el derecho
y el deber de luchar, optar y decidir a ser nosotros mismos y desmontar ese
discurso falso.
4.- Desde la lógica de los derechos
colectivos y sociales conservar la idea de la educación como un bien común, de
la escuela como formadora de seres libres y pensantes.
5.- Abordar otras funciones más
plenamente sociales, desde el principio
de los derechos colectivos, para resistir el embate del pensamiento
mercantilista.
6.-Redescubrir y construir el valor
y la importancia profunda del carácter público,
gratuito y laico de la educación mexicana, y de otros muchos de sus
atributos.
7.- Se hace urgente la lucha por la
educación pública, gratuita, laica, crítica, científica y humanística con maestros conscientes,
bien formados y en permanente capacitación.
8.- Luchar por la educación con
condiciones óptimas de trabajo y salarios dignos y además que los estímulos económicos
se integren al salario.
9.- Repensar el papel del docente
para reivindicar las condiciones dignas y el proceso de trabajo de los
profesores.
10.- Rescatar la categoría del
profesor como trabajador de la educación y de la cultura.
11.- Redimensionar la profesión de
profesor, como una profesión que conlleva cierta especificidad en su cumplimiento
y preparación disciplinaria y pedagógica.
12.- Tener claro que la práctica
educativa es algo muy serio, y se debe asumir con responsabilidad, con
honradez, con preparación y con gusto.
13.- Reconocer la profesión
docente, significa que es fundamental y algo más: es indispensable para la
vida social.
14.- Contribuir para que los
maestros inicien la comprensión de que su trabajo se caracteriza como una labor
esencial para la mayoría de la población.
15.- Exaltar que ser maestro implica asumir una
profesión y ser maestro tiene valor y dignidad.
16.- Lo más importante: generar y
fomentar que el maestro sea tratado con dignidad.
17.- Comprender que la lucha por
genuinos derechos hace nacer la conciencia colectiva.
18.- Luchar por los siguientes
derechos:derecho a la libertad de
cátedra, derecho a la libre expresión, derecho a la libre reunión, derecho a la
libre manifestación de ideas, derecho de petición, derecho de audiencia, derecho
a más y mejores condiciones de trabajo, derecho al tiempo libre y remunerado
para dedicarse a su permanente capacitación, derecho a participar de las
decisiones que conciernen y afecten su ingreso, estabilidad, permanencia,
promoción y profesionalización de su empleo.
19.- Hacerse de una idea clara de que el único
camino es la lucha y la unidad en la diversidad de intereses y forma de ser de
l@s maestr@s.
20.- Esta posición de lucha
democrática impone tres exigencias:
a).- Jamás
entender la lucha aislada, individual;
b).- Estar
siempre al lado de los compañeros, para presentar un frente común y un buen
combate en el mejor de los sentidos;
c).- Exigir, luchando por su realización, mejores y más condiciones y relaciones de
trabajo que garanticen efectivamente la posibilidad de transformar la realidad
y condiciones laborales de los maestros.
21.- Llevar a cabo el proceso de
construcción de los sujetos sociales: señalar que existe un proceso en el que sujetos
diversos viven colectivamente condiciones adversas y conflictos, generando así
intereses auténticos y situaciones comunes para una gran cantidad de maestros.
22.- Hacer saber que las
reivindicaciones son justas y que el trabajo docente es digno. El trabajo es la
acción que dignifica al hombre, porque en él plasma su saber, su imaginación y
creatividad.
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