EL MAESTRO ENSEÑA, APRENDE,
DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA
La UNAM es de todos
Elena Álvarez-Buylla*. La Jornada. Opinión, jueves 25 de febrero de 2016
Recientemente, un grupo nutrido de prestigiosos artistas,
arquitectos y otros profesionistas ha protestado, con justa razón, por la
afectación inaceptable del Espacio Escultórico de la UNAM, causada por la
inexplicable construcción del edificio H de la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales (FCPS). Dicho espacio es, sin duda alguna, un sitio emblemático de
Ciudad Universitaria (CU) y una de las obras del llamado land art más
imponentes del mundo. Este caso, sin embargo, no está aislado, y por ello su
solución de fondo y de cara al futuro no puede reducirse a tapar el error
cometido, aplicar medidas paliativas o inclusive correctivas más drásticas (por
ejemplo: quitarle varios pisos), para luego olvidarse de las causas y situación
general. Este caso es sólo un síntoma de una problemática o dinámica subyacente
más compleja y urgente de transparentar, entender y revertir de manera sistémica
e integral.
En los últimos ocho años, CU creció en edificaciones a una tasa
extraordinaria. En este periodo se contabilizaron decenas de construcciones,
incluido el citado edificio de la FCPS, un nuevo edificio de la Facultad de
Filosofía y Letras, el enorme complejo del Centro de Ciencias de la Complejidad
y el Centro de Investigación, Política, Población y Salud, el edificio Mario
Molina de Química para vinculación con la industria, un edificio en la Facultad
de Ciencias, el edificio del Laboratorio Nacional de Ciencias de la
Sostenibilidad, el Centro de Ingeniería Avanzada, el Palacio de Exposiciones,
etcétera.
¿Realmente era de primordial necesidad construir todos estos edificios en los
sitios donde se emplazaron, con los diseños que se eligieron y afectando o
destruyendo remanentes del Pedregal de San Ángel y la Ciudad Universitaria,
Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco? ¿O podría mejor haberse
coordinado, articulado y consensuado con expertos, sin conflicto de interés
alguno y con conocimiento de causa, un plan de optimización de espacios y
recursos y, en dado caso, se habría podido hacer un plan de rescate o
reconstrucción de recintos existentes y/o construcción de sólo los
imprescindibles, con criterios arquitectónicos coherentes con el resto de CU y
sin afectar el paisaje? Todo eso, ¿podría haberse orquestado por las instancias
de la UNAM responsables para ello, y de preferencia, en torno a un plan maestro
de desarrollo y conservación de la UNAM, y de CU?
Obviamente la UNAM tiene necesidades primordiales de docencia e investigación
que ameritan espacios. Pero también tiene a su resguardo recintos y espacios
verdes que, de manera importante, incluyen una reserva biológica, una de las más
grandes del mundo en el seno de una urbe, que debe cuidarse para el bienestar de
todos los mexicanos y más allá. Se trata de la reserva ecológica del Pedregal de
San Ángel (REPSA), que abarca una área de 237 hectáreas.
Estos espacios no edificados son cruciales para la vida misma y la
sobrevivencia de la Ciudad de México. Las áreas naturales conservadas tienen un
papel funcional ecosistémico imprescindible: captación de agua de lluvias y
recarga de acuíferos (más de la mitad de toda el agua consumida por la propia CU
se perdería de no ser por la REPSA), captura de carbono y, con ello, mitigación
de emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, equilibrio de
temperatura y de humedad del aire, amortiguamiento del ruido ambiental, y
conservación de diversidad de plantas y animales, sin la cual, el hombre no
puede vivir.
Ciudad Universitaria, con toda su belleza y riqueza biocultural, es de todos
y es responsabilidad de la UNAM cuidarla como tal, siempre y cabalmente pública.
Urge revisar y rectificar a fondo todo aquello que la amenaza en su integridad
física, ética y sustancial, corregir el rumbo de los autoritarismos y
personalismos patrimonialistas, que desvían poder, recursos y espacios, que
degradan la belleza y riqueza biocultural que todos los universitarios, pero
sobre todo sus autoridades deben cuidar. Es inaceptable que los errores no sean
reconocidos y que sus responsables no sean llamados a cuentas en cada caso.
En congruencia con esta postura, preocupados por la degradación del Jardín
Botánico de la UNAM, que es una de las áreas de amortiguamiento de la REPSA, un
grupo de investigadores desde el Programa de Arte, Ciencia y Resistencia: Praxis
Biocultural Emergente de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad
AC, emprendimos, en colaboración con un grupo de artistas, un proyecto que poco
a poco se hizo camino para rescatar un recinto que es el ahora Foro Dahlia en el
Jardín Botánico de la UNAM y hacer una exposición colectiva de arte. Estará
abierta hasta el 19 de marzo del presente.
Con Milpa: ritual
imprescindible se recuerda que sin esta naturaleza diversa no existe el
entorno natural imprescindible para una agricultura amigable con el ambiente, y
sin ella no hay cultura ni diversidad, no hay milpa, maíz, frijol, calabaza,
chile, quelites… y todo el alimento imprescindible para el cuerpo y el alma, y
tampoco hay agricultura campesina, justicia socioambiental o soberanía.
Así como cualquier ser vivo no puede seguir viviendo si se le parte en
pedacitos o desmembra, o si se le deja de alimentar y cuidar, las áreas
protegidas no deben descuidarse o seguirse fragmentando si queremos que sigan
ahí para nuestros hijos y nietos.
Es realmente vergonzoso para todos los universitarios, que tengan que ser
personalidades distinguidas de la arquitectura, el arte y la cultura externas a
la UNAM las que levanten la voz ante la destrucción de CU. ¿Dónde está la
comunidad universitaria crítica y la voz de la conciencia ética de esta nación
mexicana que la UNAM representa? Ciertamente hubo intentos de impedir la
destrucción en algunos casos, incluyendo una carta firmada por miles de
universitarios, que cuestionó la explosión de construcciones en CU y pidió
transparencia. Ante esta y otras inconformidades sólo respondió el funcionario y
científico a cargo de la REPSA, quien, sin éxito, también intentó impedir la
construcción (destrucción) en varios casos (http://labrujula.nexos.com.mx/?p=556).
El nuevo rectorado del doctor Enrique Graue Wiechers no es responsable de estos
hechos, pero sí de transparentar sus causas, dirimir responsabilidades y
construir soluciones reales, sistémicas, robustas y de largo aliento. Confiamos
en que asumirá este reto con la integridad y la inteligencia que se le
reconoce.
* Investigadora de tiempo completo del Instituto de Ecología de la UNAM y
presidenta de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad
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