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UACM y Constitución de la Ciudad de México
Hugo Aboites *La Jornada. Opinión, sábado 6 de febrero de 2016
La actual situación de
la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), y mucho más
dramática, la de la Autónoma de Morelos (UAEM), ilustran bien la
incertidumbre e inestabilidad financiera en que viven las universidades
y, por tanto, la enorme dificultad que tienen para fortalecerse y
crecer. Y los que pagan las consecuencias en primer término son los
jóvenes que no tienen un lugar donde estudiar. Esto es importante porque
si en algún lugar del país hay una enorme demanda de espacios adecuados
para estudiar, ése es la Ciudad de México. Por eso, si su Constitución
quiere ser trascendente y colocarse como un referente democrático y
profundamente social y humano para la construcción de futuro en todo el
país, un primer tema elemental a incluir es el financiamiento.
La UACM, por ejemplo, nació hace 15 años con la finalidad expresa de
ampliar el derecho a la educación de las y los jóvenes de las zonas
menos atendidas de la ciudad, pero su presupuesto ha tenido una historia
errática: primero de crecimiento (2001-2009), luego de brusca
disminución de hasta 13 por ciento de su presupuesto (2010-2013) y,
ahora, de incertidumbre. Para 2015, la Asamblea Legislativa le asignó un
presupuesto insuficiente, apenas mayor (3.8 por ciento) al del año
anterior. Pero, además, el gobierno de la ciudad comunicó que incluía en
ese aumento los 150 millones de fondos federales que la SEP le otorga.
Algo sorprendente, pues son recursos extraordinarios, y sería razonable
esperar que se le entregarían sin reticencia y de manera adicional a lo
asignado por la Asamblea precisamente por estar en una ciudad de muy
alta demanda estudiantil (la UACM recibe anualmente 14 mil solicitudes
de ingreso, pero sólo dispone de poco más de 2 mil lugares). Las
protestas, los pronunciamientos y, finalmente, la salida a las calles de
la comunidad universitaria lograron que se encontrara una solución que
hizo posible que la institución contara con el monto adicional y, lo más
importante, consiguió que se firmara un compromiso del Gobierno del
Distrito Federal (GDF) que señalaba que “para el ejercicio fiscal 2016
en adelante…” la institución recibiría la asignación de la Asamblea,
independientemente de los recursos que la Federación disponga otorgar a la UACM, lo que significa no considerar a estos últimos como parte de la asignación de la ALDF.
Para 2016, sin embargo, de nuevo el gobierno capitalino ha informado
que los 150 millones federales ya están incluidos en los recursos
asignados por la Asamblea. De ahí que, desde la UACM, se ha generado una
carta de extrañamiento al GDF, un pronunciamiento conjunto de
comisiones del Consejo Universitario y rectoría, y la decisión de la
Comisión de Planeación (que reúne a todos los coordinadores de
planteles, de colegios y de las dependencias universitarias) en apoyo a
las acciones de la comunidad para recuperar esos fondos. Reacción
comprensible si se tiene en cuenta que ha sido precisamente gracias a
los fondos extraordinarios que la UACM ha podido lanzar un ambicioso
programa de conclusión de obras pendientes y construcción de nuevos
espacios para más estudiantes, incluyendo dos planteles de próxima
apertura (Milpa Alta y Magdalena Contreras). Sin estos recursos
adicionales no sería posible equipar las nuevas aulas, bibliotecas,
laboratorios, ni adquirir los aparatos que en consecuencia se requieren
para modernizar y ampliar los servicios, ni el apoyo a la docencia,
investigación y difusión que demanda esta expansión en curso. Así, la
falta de certeza pone en vilo y amenaza repentinamente con suspender un
proceso de ampliación de la matrícula que es indispensable frente a las
necesidades de los jóvenes de la ciudad. Además, los números envían un
mensaje desalentador para la UACM: en 2015, sumando los fondos federales
y los otorgados por la Asamblea, el presupuesto total para esta
universidad fue de mil 209 millones; para 2016, ya que se integran los
fondos federales como parte de lo asignado por la Asamblea, el total es
de mil 209 millones de pesos. Es decir, que si no se entregan los
recursos adicionales, a la UACM no se le estaría aumentando un solo
centavo de un año a otro. Un complicado mensaje político, una decisión
financiera que deja a medias un proyecto de inversión y expansión, y un
muy alto costo social que significa el detener el crecimiento de la
matrícula.
Está en curso un diálogo con las autoridades del GDF, y hay
señales de sensibilidad, pero más de fondo, esta situación muestra por
qué es indispensable un cambio. En estos 30 años, las constituciones
vigentes han sido incapaces de detener la degradación financiera que
sufren universidades y escuelas; si la Constitución de la Ciudad quiere
ir más allá de lo que ya tenemos, debe garantizar a la educación un
patrimonio básico que no dependa de la volubilidad política de congresos
y gobiernos, que garantice estabilidad, certidumbre y crecimiento de la
educación, la ciencia y la cultura a mediano y largo plazo. La pronta
solución a los universitarios de Morelos y, en un contexto muy distinto,
a los de la Ciudad de México, ciertamente será una fuerte señal de
voluntad de fortalecer constitucionalmente a la educación mexicana.
* Rector de la UACM
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