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Ira acumulada
Gloria Muñoz Ramírez. La Jornada. Los de abajo, sábado 7 de enero de 2017
La ciudadanía mexicana
no se divide entre saqueadores y no saqueadores; ni entre pagados por el
gobierno y manifestantes legítimos y pacíficos. México es más que eso.
En estos días de indignación por el incremento a los combustibles, queda
más que demostrado que el enojo de la gran mayoría que descalifica no
sólo al presidente Peña Nieto, sino a toda la clase política que los ha
sumergido en la incertidumbre, puede transformarse en organización y en
resistencia. Bloqueos carreteros, tomas de gasolineras,
mítines frente a palacios de gobierno, casetas de cobro liberadas y
cientos de marchas con decenas de miles de personas se dispersan por
todo el país. El gasolinazo pega de manera directa e inmediata, y los llamados presidenciales a la comprensión sólo incrementan la ira acumulada.
Ante la intensificación de las movilizaciones, el gobierno optó por
infundir miedo y por sacar al Ejército y a la Armada a las calles. Desde
arriba se envió la orden en el estado de México (el bastión priísta más
importante del país) de anunciar con altavoces toques de queda;
mientras de manera orquestada grupos arremetían contra establecimientos
comerciales; y en las redes sociales y vía Whatsapp se recibían mensajes
que alertaban sobre un supuesto golpe de Estado. Los comercios cerraron
y la gente se guardó en sus casas. Las avenidas estuvieron vacías el
miércoles 4 de enero. Después se descubrirían más de mil cuentas de las
que salieron los mensajes apócrifos que evidenciaron que todo fue
orquestado. Cientos de personas de a pie remplazaron cámaras y
grabadoras de los reporteros y dieron cuenta en vivo de lo que estaba
ocurriendo. La misma gente que organizó y registró el movimiento también
denunció y en no pocos casos detuvo la rapiña organizada desde el
poder.
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