EL MAESTRO ENSEÑA, APRENDE,
DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA
La educación para otro país
Bernardo Bátiz V. La Jornada. Opinión, lunes 10 de agosto de 2015
El debate acerca de la educación pública pretende
ser reducido por los medios de comunicación del sistema a una pugna
entre maestros rebeldes, que se oponen a la flamante
reforma educativay la autoridad, en especial la Secretaría de Educación Pública, empeñada en dar a los niños y jóvenes de México una educación de calidad, que nos torne competitivos. En el fondo, se trata de un debate entre conceptos fundamentales: o bien la educación es considerada un derecho de los educandos o es considerada, como pretende la reforma, una mercancía o producto, cuya característica debe ser la
calidad.
Los maestros organizados que se oponen a la reforma han dicho que se
trata de una maniobra política que tiene dos objetivos: uno es controlar
y someter a los profesores que han sido siempre participativos, libres y
dispuestos a apoyar a la gente en sus causas legítimas, y el otro es
abrir camino para la futura privatización de la educación. (ATENCIÓN)
Los maestros tienen razón. La reforma del artículo tercero
constitucional aprobada en febrero de 2013, al amparo del llamado Pacto
por México, rompe con la historia y los valores que han inspirado a la
educación en México. Parece como si se tratara de una educación para
otro país, que poco tiene que ver con los profesores y los niños
mexicanos.
En 1857, los liberales buscaron romper el monopolio de la educación en manos de la Iglesia con un artículo tercero escueto:
La enseñanza es libre. La ley determinará que profesiones necesitan título para su ejercicio y con qué requisitos se deben expedir. No se trataba de acabar con un monopolio para crear otro ni tampoco de imponer a la educación criterios obligatorios o líneas predeterminadas; cualquiera podía enseñar y cualquiera podía aprender, era el principio.
En el siglo XIX se trató de disputar a la Iglesia la exclusividad que
había tenido en la educación y sobre la mesa estaban temas como la
ilustración y la libertad.
En el siglo XX se dieron pasos en el camino de nuestra educación, a
través de debates de altura en el Constituyente de Querétaro, que
redactó finalmente reglas encaminadas a garantizar la educación laica y
dar al Estado la responsabilidad de la que sería educación obligatoria y
potestad sobre la educación privada.
En 1921, José Vasconcelos logró que se reformara la Constitución para
que la educación fuera federal y se creara la secretaría del ramo, de
la que fue titular y desde la cual dio el más grande impulso a la
democratización de nuestro sistema educativo, a tal grado que lo
fundamental de su proyecto, que fue retomado en el gobierno del general
Cárdenas, sigue vigente.
Después del criticado texto de 1934, que dio a la educación el
calificativo de socialista, acorde con las ideas que se debatían
entonces, se aprobó finalmente en 1946 un artículo tercero que fue más
allá de ser sólo una disposición jurídica y fue aceptado como una
verdadera declaración de principios. Su texto es lo que define al Estado
mexicano en la educación, pero también en su vida social y política; su
redacción es impecable y constituye un ideario que unificó opiniones y
elevó las metas de la educación a valores democráticos y patrióticos.
El apartado segundo del tercero constitucional debe ser conocido por
todos los mexicanos; tenía, antes de la reforma de 2013, sólo tres
incisos, pero éstos constituyen una verdadera doctrina política y
social, elevada a rango constitucional. Los criterios que según el texto
constitucional orientarán la educación que imparta el Estado son estos:
a) será democrática, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo; b) será nacional; c) Contribuirá a la mejor convivencia humana.
El inciso d, agregado por la reforma del Pacto por México, rompió
estilo y profundidad de pensamiento; dice que el criterio de nuestra
educación también
será de calidad con base en el mejoramiento constante y el máximo logro académico de los educandos.
A criterios de filosofía política y de pedagogía trajo a nuestro
texto constitucional un concepto sacado de la mercadotecnia; la
publicidad comercial suele atribuir a los productos que quiere vender el
carácter de superiores,
de calidad. Introducir esta idea pedestre en un texto tan acabado y de tan alto valor jurídico y político ha motivado la resistencia de los profesores que se oponen al capricho de los gobernantes.
Si la SEP, con el apoyo de la fuerza y de las campañas mediáticas a
su servicio, doblega a los profesores y a la parte del pueblo que está
de su lado, estará imponiendo un modelo educativo que no es nuestro, que
es para otro país. Nosotros optamos por una educación popular,
gratuita, que busque la igualdad y la justicia, y no aceptamos que esa
responsabilidad fundamental del Estado se convierta en una mercadería al
alcance solo de los que disponen de recursos para pagar.
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