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Reforma educativa: engaño, mito y fraude
Imanol Ordorika. La Jornada. Opinión, miércoles 25 junio de 2015
Las acciones y
discursos del gobierno federal en torno a la llamada reforma educativa
se han convertido en factor de polarización social y política en nuestro
país. Sus impulsores y defensores han generado grandes expectativas
respecto de la mejora del sistema educativo nacional. En realidad esta
reforma sólo ha constituido un engaño, un mito y un fraude.
El engaño radica en que se ha hecho creer a la sociedad que cambios
normativos –cuyos propósitos son el control político y laboral de los
maestros, el realineamiento y continua sumisión del Sindicato Nacional
de Trabajadores de la Educación (SNTE) al partido oficial y al gobierno,
y el sometimiento de otras organizaciones gremiales de oposición– son
una reforma educativa de verdad, enfocada al mejoramiento de la
educación pública. La evidencia del engaño es la ausencia de una
propuesta educativa general, que tuviera como referente la realidad
actual, las necesidades del país y el proyecto de desarrollo nacional, a
la que correspondiera una filosofía educativa bien definida y
planteamientos pedagógicos consistentes.
El engaño se funda en un mito insostenible: la evaluación de
profesores de educación básica es la acción fundamental para elevar la
calidad educativa. La evaluación, que es la propuesta central y casi
única de lo que han dado en llamar reforma educativa, tendrá efectos en
las nuevas contrataciones, la promoción, la carrera magisterial y la
remoción de maestros del trabajo docente. Ninguna de estas acciones
produce por sí misma una mejora de la educación.
El mito está sustentado en la denostación y desprestigio intencional
de los maestros mexicanos, a quienes se les presenta como el problema
principal de la educación en México. En esto han jugado un papel
fundamental las campañas de Televisa y las diatribas del grupo de
presión Mexicanos Primero. Para la Secretaría de Educación Pública (SEP)
y estos grupos el problema son los maestros, y la solución que han
puesto en práctica son estas medidas de control.
El fraude radica en que tanto la SEP como el Instituto
Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) saben que las
evaluaciones que han propuesto son impracticables. Que sólo están en
condiciones de realizar valoraciones superficiales e incompletas. Que
éstas no tendrán los resultados que les han atribuido y que impactarán
negativamente las condiciones profesionales, laborales y de vida de
decenas de miles de maestros mexicanos.
Desde la creación del INEE, en documentos oficiales y declaraciones
de su presidenta, se ha señalado que la evaluación docente no podía ser
homogénea, sino que era necesario
considerar en las acciones de evaluación, desde el sistema educativo y hasta el aula de clases, la diversidad de realidades, culturas y lenguas que existen en el país, lo que sin duda es una de sus mayores riquezas(INEE,
La evaluación en el contexto de la reforma educativa).
De acuerdo con las normas y leyes establecidas, la SEP, bajo la
autoridad del INEE, realizará cuatro tipos de evaluaciones: para el
ingreso a la profesión docente, para la promoción (la que se acaba de
realizar), para la permanencia y para
promoción en la función por incentivos, antes carrera magisterial.
La evaluación más problemática es la de permanencia. Según la ley,
1.4 millones de maestros tienen que ser evaluados cada cuatro años. De
ello depende su continuidad en el ejercicio de la labor docente.
Significa que cada año tendrán que ser evaluados más de 350 mil
maestros, sólo en esta modalidad. El INEE y la SEP nos hacen creer que
pueden concretar una evaluación completa y a profundidad, que atienda la
diversidad y heterogeneidad existentes en el país. Ellos saben que esto
es imposible. Por eso es un fraude.
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