lunes, 9 de noviembre de 2015

MODIFICAR PLANES Y PROGRAMAS DEL BACHILLERATO DE LA UNAM

EL MAESTRO ENSEÑA, APRENDE,
 DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA
Modificar planes de estudio de bachillerato, el pendiente
Liberar el auditorio Justo Sierra, otra labor inconclusa
Emir Olivares Alonso y Arturo Sánchez Jiménez. Periódico La Jornada.  Lunes 16 de noviembre de 2015, p. 14
Cuando José Narro Robles habla de los años más recientes de su vida profesional, se le nota satisfecho. Sin embargo, hay momentos en que sus gestos y voz permiten ver la tristeza que le causa dejar de ser rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Con la experiencia que le da haber ejercido desde noviembre de 2007 el cargo más importante al que habría podido aspirar, envía un último mensaje a los universitarios y a la sociedad: ¡Cuidemos todos a la UNAM! Esta institución, dice en entrevista, es parte muy importante del patrimonio de nuestro país, es un legado histórico de muchísimas generaciones. Hay que fortalecerla, cuidarla, ayudar a que siga su transformación permanente y sistemática; hay que seguir formando más estudiantes y con más calidad.

El médico, de 67 años, hace un balance de su rectorado, que concluye hoy. Habla de los logros obtenidos por la institución, de los pendientes que deja y de los momentos duros que le causaron profundo dolor, como los hechos violentos que se presentaron en algunos campus universitarios o la muerte de colegas cercanos, como su amigo, el constitucionalista Jorge Carpizo MacGregor, quien también fue rector de la universidad.

Durante su gestión se crearon dos nuevas escuelas de estudios profesionales, las de León y Morelia; la matrícula pasó de poco menos de 300 mil alumnos en 2007 a más de 345 mil, y la UNAM abrió centros de estudios mexicanos en París, Madrid, Londres y Pekín.

–¿El rector Narro cumplió?

–Cumplí con todo lo que pude poner a disposición de la universidad. Me voy con la satisfacción de llegar al término de una encomienda, de saber que se hizo el mayor esfuerzo. Por supuesto, con la claridad de que hay asuntos pendientes, que no pudieron alcanzarse, pero satisfecho.

–¿Cómo ve hoy a la UNAM?

–Ya está en todo México, y representa mucho para el país formando a los profesionales. En años recientes conseguimos que no haya una entidad federativa donde no esté presente. El año pasado tuvimos más de 22 mil egresados en los niveles licenciatura y posgrado. La universidad está en buen momento, por el trabajo de muchas generaciones.

–¿Qué cambió en usted en estos ocho años?

–Muchas cosas. Siempre he pensado que parte de la condición de estar vivo es aprender. Si uno deja de aprender, hay que tener cuidado. Uno pude estar muerto. Conocí mucho a esta institución. Pensaba que la conocía, pero había mucho que no sabía de ella. Me quedo con la claridad de la importancia que tiene la juventud en nuestro país, de lo trascendente que es acercarles educación y trabajo, y que es indispensable que la labor de los universitarios siga sirviendo al país.

–¿Cuál cree que es la principal preocupación de los jóvenes?

–Tendemos a decir que los jóvenes son el futuro del país, pero también son el presente. Estoy convencido de que los jóvenes de hoy tienen enormes posibilidades, posibilidades que yo no tuve en mi niñez y juventud. Veo en ellos, en los universitarios en particular, alegría, expectativas, deseo, compromiso. Quienes tenemos tareas de responsabilidad en la educación, en los sectores público y privado, debemos abrirles posibilidades.

–¿Cuáles son los pendientes de la universidad?

–Hay varios, porque la UNAM es una institución que siempre está cambiando y surgen nuevas necesidades. Hubo asuntos que no se pudieron resolver: el auditorio Justo Sierra (conocido por la mayoría de la comunidad como Che Guevara) sigue ocupado indebidamente; no pudimos modificar los planes de estudio del bachillerato y una serie de asuntos adicionales que deberá revisar el siguiente rector, Enrique Graue Wiechers. Se hicieron todos los esfuerzos, pero en esos dos casos en particular la decisión final yo la tomé. La asumo. Preferí privilegiar el trabajo del conjunto de la institución y no poner en riesgo su estabilidad.

–¿Intentó algún tipo de contacto con los grupos que ocupan el auditorio?

–Todos los posibles, por las vías que disponíamos. Se hicieron varios intentos. Algunos fueron absolutamente abiertos, como una carta del consejo técnico de la Facultad de Filosofía y Letras, y (la demanda) de la propia comunidad. Simplemente, no se pudo.



El año pasado hubo más de 22 mil egresados en los niveles de licenciatura y posgrado, afirma José NarroFoto Carlos Ramos Mamahua

–Usted quiso llegar a la rectoría tres ocasiones antes de ser designado hace ocho años ¿Ese fue el momento ideal para ser rector?

–Dos veces me presenté (ante la Junta de Gobierno) y una tercera decidí ya no. Las cosas llegan cuando llegan, y uno no puede simplemente obsesionarse. Aspiré a ser rector de la universidad y era legítima esa aspiración, pero también entendí que las decisiones no le corresponden a uno. Las toman, en este caso, los órganos que la legislación universitaria contempla. Siento que estaba en un momento oportuno cuando tomé hace ocho años la rectoría. Fue una experiencia maravillosa, fantástica. Fue la mejor y mayor experiencia profesional a la que yo hubiera podido aspirar. Para mí fue, francamente, extraordinaria.

–¿Cuáles fueron los momentos más difíciles?

–Hubo situaciones que me resultaron incomprensibles, como enfrentamientos de grupos de encapuchados que lastimaron a profesores, que pretendieron incendiar instalaciones universitarias. Me preocupó y dolió mucho la toma de la Rectoría en abril de 2013, lo que pasó con un agente de investigación de la Procuraduría General de Justicias del Distrito Federal y ver imágenes de policías en Ciudad Universitaria (en noviembre del año pasado). Me han dolido muchas cosas que tienen que ver con el delito, con daños a la integridad de las personas y al patrimonio institucional. También me dolió la muerte de grandes universitarios.

–¿Fue más fácil ser rector con un gobierno panista o con uno priísta? ¿Tuvo algún tipo de presión del gobierno?

–Como rector de una institución donde se cultiva la pluralidad, uno debe estar abierto al trato con todas las corrientes ideológicas. Lo digo con absoluta certeza. No me vi sometido a presiones y no las hubiera aceptado. Tengo que reconocer el apoyo de las autoridades y de otros sectores (empresariales, políticos y medios de información).

–El rector Narro fue muy crítico de algunas acciones de la administración de Felipe Calderón. Algunos sectores de la población percibieron que ese discurso se moderó cuando llegó el gobierno de Enrique Peña Nieto. ¿Fue así? ¿Tiene que ver con su simpatía por el PRI, la cual no ha ocultado?

–No encuentro un cambio en mi discurso. He seguido insistiendo en cuáles son parte de los problemas de México. Ahí están todavía algunos que hemos arrastrado siempre: pobreza, desigualdad, ignorancia, muerte prematura, enfermedades evitables, injusticia, corrupción, impunidad. Tenemos que resolverlo ya.

–¿Pensó que en algún momento las cosas pudieron salirse de control en el reciente proceso para elegir rector?

–Fue un proceso muy universitario que cumplió con las expectativas. Siempre pasan cosas, pero estuvo en el cauce de lo que la Junta de Gobierno convocó: fue un proceso universitario, participativo, con altura y categoría. La junta hizo una valoración y decidió que Enrique Graue es quien debe ocupar la rectoría. Me parece que es una decisión acertada, pues es un gran universitario, cabal, sensible, maduro e inteligente. Por cierto, egresado de la preparatoria cuatro, como yo. Será un gran rector.

–¿Qué seguirá para José Narro tras dejar el cargo?

–Me veo reflexionando sobre mi futuro personal. Soy profesor de la Facultad de Medicina. La docencia es una de mis vocaciones, me gusta y lo disfruto.

–Si lo invitan a participar en el gobierno federal, ¿aceptaría?

–Cuando me inviten, se los digo.

–¿Qué extrañará?

–Mucho. Cuando uno vive estos momentos tiene una mezcla de sentimientos. La satisfacción de sentir que uno llega al final de una tarea que le encomendaron y que uno sabe que tiene principio y fin. Siempre me comprometí, y ese es uno de mis orgullos, a que estaría en la encomienda hasta el último día. Cumplí mi palabra. Junto con esa satisfacción, hay asuntos que generan cierta nostalgia, melancolía, tristeza. He hecho expresiones públicas de despedida. Y, claro, se genera una tristeza por ya no tener la oportunidad cotidiana de ver a la gente, de no estar en contacto con esa juventud animosa, maravillosa, que por cualquier cosa y a la menor provocación grita ¡goya!
El rector debe encabezar las mejoras en la UNAM
Modernizar el bachillerato 
y renovar la planta docente, los retos
En su primer día, Graue se ve llegando al piso seis de Rectoría con su esposa. Llevará consigo algunos objetos simbólicos de su despacho de la Facultad de Medicina: una fotografía original de Benito Juárez, la réplica del cráneo de Lucy y un trilobite fosilizado. Todo ello le recuerda que hay que crecer, y para ello se necesita evolucionar.
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En entrevista para La Jornada, Enrique Graue señaló que hay asuntos que le preocupan y para los que aún no tiene solución clara: la seguridad de los universitarios y la politización a la que puede ser sometida la UNAM en 2018Foto María Meléndrez Parada
Emir Olivares Alonso y Arturo Sánchez Jiménez
Periódico La Jornada
Martes 10 de noviembre de 2015, p. 37
El próximo rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Enrique Luis Graue Wiechers, tiene claro que la casa de estudios necesita transformar su forma de enseñar, modernizar el bachillerato y rejuvenecer su cuerpo docente y de investigación.

Designado rector para el periodo 2015-2019 por la Junta de Gobierno –cargo que asumirá el 17 de noviembre– asevera que su objetivo será trabajar hacia dentro de la institución, pero sin que la voz de los universitarios deje de escucharse en el exterior en temas como la defensa de la autonomía y del presupuesto. En ese sentido, enfatiza que su relación con los poderes públicos será firme y respetuosa.

En entrevista con La Jornada, el rector designado reconoce que hay asuntos para los que aún no tiene solución clara y que le provocan preocupación: la seguridad de los universitarios y el proceso de politización al que puede ser sometida la UNAM durante la campaña presidencial para 2018.

Considera que el país está orgulloso de su universidad nacional, porque es uno de los pocos espacios que aún permiten la movilidad y los cambios sociales. Es un motor de cambio; muchos mexicanos lo sienten así y a ellos nos debemos.

Graue Wiechers (Distrito Federal, enero de 1951) es médico cirujano, especialista en oftalmología por la UNAM. Estudió la subespecialidad en el área de biología y cirugía de trasplantes de córnea en la Universidad de Florida, Estados Unidos. Fue director del Instituto de Oftalmología, es presidente del patronato de la Fundación Conde de Valenciana y desde enero de 2008 es director de la Facultad de Medicina.

–¿Qué viene a partir del martes para Enrique Graue y para la universidad?

–Para mí, trabajar y trabajar. Lo haré hacia dentro porque la universidad requiere que nos involucremos en todo para mejorarla, y el rector tiene que encabezarlo.

–¿Qué es trabajar hacia dentro?

–Para dar el ejemplo pienso liderar personalmente el proceso de modernización del bachillerato. Si no demuestras que a la universidad y al rector le interesa, las cosas pueden ir lentas.

–Con el enfoque puesto en el interior, ¿seguirá presente la voz de la UNAM en otros espacios?

–La voz de la UNAM es colegiada, el rector no sabe de todo. Cuando existe un proyecto de la colectividad intelectual (se puede hablar) de educación, ciencia, investigación, justicia. Habrá que estar con la voz muy fuerte para mantener la autonomía, para defender el presupuesto de educación y ciencia. Es una de las funciones muy importantes de la rectoría.

–¿Cuáles son los retos de la universidad?

–Los hay hacia dentro y hacia el exterior. Entre los primeros están mejorar la calidad educativa, generar en la investigación trabajo de grupos y redes y procurar que los productos (de los científicos) vayan a la sociedad. Hemos tenido medio abandonado el bachillerato y tenemos todo para que sea el mejor de México: estudiantes, profesores, instalaciones y laboratorios. Necesitamos que la cultura permee más entre los estudiantes y fortalecer estructuras que van a la sociedad, como Tv UNAM y Radio Universidad.

“En lo nacional hay que propiciar la movilidad, particularmente de nuestros estudiantes a otras universidades (del país). En lo internacional no sólo es con los rankings; debemos lograr que nuestros académicos estén fuera, algunos que pueden aspirar a un premio Nobel. También cumplir los objetivos de los convenios que se firmen; tenemos 198 y hay que darles seguimiento, como el de las titulaciones dobles con universidades extranjeras (hay dos, uno con la Autónoma de Madrid, España, y otro con la de Groningen, Países Bajos), y en eso también hay que crecer.”

–Una queja constante, sobre todo en bachillerato, son los profesores que no van a clases. ¿Qué hará el rector Graue?

–Eso pasa, pero no puede permitirse. Al profesor que no cumpla se le rescindirá el contrato, aunque nos genere conflictos.

–¿Está dispuesto a enfrentar conflictos?

–Sí, sin ningún miedo. Hay cosas que me dan miedo, esa no.

–¿Qué le da miedo?
–Me da temor lo que podría suceder si no se respeta la libertad o la divergencia política que existe en la UNAM. Que algún partido quiera meterse durante el siguiente proceso electoral. Habrá que trabajar y reafirmar nuestra posición (de que la universidad no es arena política). La seguridad también me preocupa, todavía no encuentro el hilo de cómo la vamos a corregir. Pero un profesor que no cumpla, eso no. En la Facultad de Medicina, he echado a algunos... Sí, es un problema, pero lo ganas en Conciliación (y Arbitraje) cuando lo documentas bien.
–Algunos han propuesto la realización de un congreso universitario. ¿Está dispuesto a emprenderlo?
–Se puede analizar, pero habría que ver los temas. Hay clamores fuertes para que se revise la constitución de la Junta de Gobierno y la forma en que se elige al rector. Para cambiarlo tenemos que pasar nuestra ley orgánica por el Congreso de la Unión y no sería de un día para otro. En dos años México estará muy agitado y tendríamos el riesgo que se nos metieran los partidos políticos y deshagan nuestra estructura. Eso sería mucho peor, sujetar nuestra ley orgánica a un Congreso dividido que lucha por el poder, que esos clamores. ¿El voto universal, directo, secreto o ponderado, como tienen otras universidades? Ya lo hicimos y falló, por eso apareció la ley orgánica de 1945. Analicemos posibles reformas de forma ordenada, en la que un grupo de universitarios analice sus pros y contras. Pero no lo veo como un proceso de asambleísmo.
–¿Cómo lograr rejuvenecer la planta docente? ¿Basta con el programa del rector José Narro, que mejora las condiciones de jubilación de académicos de más de 70 años y permite la contratación de personal menor de 40 años?
–Sí, basta con eso y hay que continuarlo. La planta académica ya empezó a estabilizarse; ahora la edad promedio del profesorado es de 57 años (era más alta). También hay que buscar un mejor programa de estímulos.
Cuando era aspirante a la rectoría, Graue expresó en entrevista a este diario que defenderá la gratuidad de la universidad, por lo que no considera el cobro de cuotas. Sobre la recuperación del auditorio Che Guevara (oficialmente Justo Sierra), señaló que primero debe hablarse con los grupos que lo ocupan, en la búsqueda de acuerdos, y si no se alcanzan, conseguir el apoyo de las autoridades.
–¿Lo ha marcado algún ex rector desde que usted es universitario?
–Todos, déjenme describirlos: Javier Barros Sierra es el gran defensor de la autonomía; a Pablo González Casanova le debemos el crecimiento de la educación media superior, creó los CCH; Guillermo Soberón conjuntó la aceptación de todos; Octavio Rivero Serrano continuó con esa línea. Jorge Carpizo fue el primero que dijo aquí estamos mal y tuvo la sensibilidad de reconocerlo; con José Sarukhán creció la investigación; Francisco Barnés le puso gran entusiasmo, aunque las cosas no le resultaron y la universidad cayó en un bache; Juan Ramón de la Fuente volvió a hacer sentir el orgullo universitario, levantó a la institución y la proyectó, y a José Narro le ha correspondido hacerla crecer y, por su gran capacidad de gestión, los recursos presupuestales fluyeron muy bien.
–¿Qué le dejó ser director de la facultad?
–Toda la experiencia del mundo.
Graue ya vislumbró cómo será su primer día en el máximo puesto en la casa de estudios: se ve llegando al piso seis de la Torre de Rectoría luego de la ceremonia de toma de posesión. Lo acompañará su esposa, con quien comerá. Llevará consigo algunos objetos que hoy tiene en su despacho de la Facultad de Medicina y que son simbólicos para él: una fotografía original de Benito Juárez, la réplica del cráneo de Lucy (una hembra de la especie Australopithecus afarensis, cuyo esqueleto, preservado en 40 por ciento. tiene 3.2 millones de años) y un trilobite fosilizado. Todo ello le recuerda que hay que crecer, y para ello se necesita evolucionar.


El próximo rector de la UNAM, consciente de la atención que requiere ese nivel

Modernizar el bachillerato, entre los planes de Graue Wiechers

Cambios en planes de estudio y reforzar la planta docente, algunas de las acciones que plantea
Emir Olivares Alonso. Periódico La Jornada.Lunes 9 de noviembre de 2015, p. 46


En el proyecto de trabajo de Enrique Luis Graue Wiechers, rector designado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para el periodo 2015-2019, se pone énfasis en la atención y modernización que requiere el sistema de bachillerato.

Detalla que los 14 planteles de ese nivel (nueve de la Escuela Nacional Preparatoria y cinco del Colegio de Ciencias y Humanidades) se encuentran saturados, las instalaciones están deterioradas, requieren innovación frecuente y la carga docente es notable. Si aspiramos a tener un bachillerato de calidad, será necesario continuar mejorando instalaciones, condiciones educativas y fortalecer la planta docente, asevera.

Para conseguirlo, propone 20 líneas de acción, entre las que sobresalen la elaboración del diseño, junto a profesores, de un nuevo programa de formación docente; continuar con la revisión y modificación de los contenidos de asignaturas de planes de estudios e incrementar las horas de aprendizaje del inglés con profesores calificados y que los grupos no sean de más de 20 alumnos.

En el proyecto de trabajo que entregó a la Junta de Gobierno –órgano que el viernes pasado lo eligió para sustituir a José Narro Robles, quien termina su gestión el próximo 16 de noviembre–, Graue Wiechers hace primero un diagnóstico de las actuales condiciones de ese nivel de estudios.

Destaca que desde 2006 el número de alumnos de nuevo ingreso se mantuvo en 35 mil por año. De ellos, dos terceras partes provienen de secundarias públicas y más de 60 por ciento son hijos de familias en las que el ingreso es menor a cuatro salarios mínimos. Además, uno de cada 100 habla alguna lengua indígena.

Mejorar la formación

Estamos obligados a conseguir su mejor formación como ciudadanos, inculcarles hábitos de estudio y de búsqueda de información; propiciar que se desarrollen en ambientes académicos saludables, donde además puedan disfrutar de esparcimiento, y llevarlos a la conclusión de sus estudios con la mejor calidad posible para su buen desempeño en licenciatura.

Reconoce que el personal académico experimenta una disminución en términos reales y relativos, pues actualmente hay un profesor de carrera por cada 85 alumnos inscritos y uno de asignatura por cada 20. Si se quiere mejorar el aprendizaje, dice, es necesario reforzar al cuerpo docente.
Otro tema es el de la evaluación. Plantea permear gradualmente esta cultura en el bachillerato, lo que “favorecería una mejor integración de los colegios de profesores por área de conocimiento, con la consecuente generación de reactivos adecuados y uniformes aplicables a todos los alumnos de una generación (…) La implantación de un sistema de evaluación de esta naturaleza no es factible en el corto plazo, pero hay que comenzar y mantener el objetivo. A través de la búsqueda de consensos, y con argumentos académicos encontraremos los mecanismos que nos permitan conseguirlo en un mediano plazo”.

Otras de las líneas de acción que el próximo rector de la UNAM –quien asumirá el cargo el día 17– emprenderá para el bachillerato son: crear espacios para que representantes académicos de las carreras de la universidad expongan a maestros de nivel medio superior cuáles son los conocimientos mínimos que requieren los alumnos para ingresar a las licenciaturas.

También elaborar un programa de creación de nuevas plazas para profesores con el grado mínimo de maestría y que se hayan capacitado en técnicas educativas; continuar el programa de modernización de espacios y mantenimiento de los planteles; coordinarse con autoridades federales y locales para que quienes tengan beca en el bachillerato la sigan recibiendo en la licenciatura; implantar un sistema permanente de información sobre sexualidad, acoso y maltrato, entre otras.

En materia de seguridad, Graue incluye líneas como continuar con la capacitación del cuerpo de vigilancia y dotar a las escuelas de mejores sistemas electrónicos, como cámaras y monitores; mantener comunicación eficiente con autoridades públicas en los alrededores de los planteles y fomentar la cultura de la denuncia.

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