EL MAESTRO ENSEÑA, APRENDE,
DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA
Desconfianza
Hugo Aboites*. La Jornada. Opinión, 23 de julio de 2016
Por paradójico que
pueda sonar, una elemental confianza es indispensable para el diálogo y
la solución de un conflicto. Sin embargo, la SEP ha escogido presentar
su propuesta de modelo educativo (objetivos, programas, contenidos,
prácticas pedagógicas…) en una circunstancia tal que promueve mayor
desconfianza. En primer lugar, porque el anuncio de la presentación vino
a reventar un acuerdo a punto de firmarse, discutido desde antes entre
maestros opositores y la Secretaría de Gobernación. Se trata del
documento Ruta del proceso de construcción del proyecto de educación democrática,
mucho más amplio que el modelo que ahora se presenta y parte importante
de la solución al conflicto. Además, la propuesta parcial de la SEP
retoma el mismo esquema que en 2012-2013 generó el actual conflicto. En
aquel entonces se abrió una consulta (foros regionales); participaron
miles de profesores, pero sus conclusiones se desdeñaron y surgió un
marco legal-administrativo cuyas consecuencias vivimos desde entonces.
Lo que se discutía el pasado 19 de julio, en la Secretaría de
Gobernación, era algo que ofrecía una novedad: juntos, maestros y
gobierno, acordarían una ruta para discutir ampliamente y a lo largo y
ancho del país cómo debería ser la propuesta integral de educación para
los mexicanos. Pero ahora tenemos la vuelta a la unilateralidad: la SEP
presenta su propuesta; ella organiza, establece calendario, lugares,
participantes, agenda y ofrecerá resultados.
Esto es importante, porque, en segundo lugar, la SEP ha perdido
prácticamente todo el capital de confianza que antes tenía, pues
reiteradamente se negó al diálogo, despreció y amenazó a maestros y
padres de familia, ejecutó despidos, descuentos, y junto con los mandos
uniformados, militarizó la evaluación y contribuyó a legitimar así una
represión que propició aprehensiones y un saldo de muertos y heridos.
Todo esto, inédito en la historia de la SEP y que ni siquiera se asume
como
errorpone en duda fundada su capacidad para ser imparcial, objetiva e incluyente con las propuestas que no participen de sus tesis de fondo.
En tercer lugar, hay desconfianza porque la propuesta educativa
oficial en realidad es política: busca diluir la resistencia, y para eso
envía a los maestros el mensaje de
ya supérenlo; pasen a discutir mi propuesta. Sin embargo, el conflicto sigue, a tal punto que el Presidente se ve obligado a pronunciarse en sus viajes al extranjero; el Senado propone revisar el marco legal, y el INEE llega a señalar que la reforma
pudiera no ser la que requieren el país y el magisterio; que
hay un margen muy amplio para corregir(la)y sin necesidad de cambiar la ley, y hasta hace una especie de promesa:
Entre las medidas que podrían aplicarse a la próxima etapa de evaluación del desempeño–prevista para noviembre– está ‘cambiar su naturaleza para hacerla voluntaria.” (La Jornada, 16/7/16, pág. 6). Un conflicto que hace que surjan asomos para la búsqueda de una salida al conflicto.
En cuarto lugar, la propuesta también genera desconfianza
porque aparece en el contexto de la alianza SEP-Mexicanos Primero. Se
trata de una conjunción cuyo primer producto fue una modificación
constitucional y leyes sumamente hostiles hacia la educación del pueblo y
maestros que defienden su escuela. Sería iluso pensar que esa
convergencia fundacional ya no existe, precisamente cuando se abre la
más importante etapa del proceso de apropiación de la educación y se
busca reorientar el proceso educativo de tal manera que, a pesar de una
apariencia vanguardista, troyanamente se incluyan los objetivos básicos
de la funcionalidad empresarial.
Finalmente, en quinto lugar, no es posible generar algún modelo
progresista que esté confinado en un edificio escolar normativo hostil y
opresivo contra quienes en la educación son uno de sus actores y además
claramente representan a las clases populares organizadas, y esa será
una nueva fuente de resistencia. ¿Cómo impulsar tareas como el
pensamiento crítico, el entusiasmo de los estudiantes con el
conocimiento, cuando saben que, a diferencia de lo que ocurre en las
escuelas privadas, en las públicas, maestras y maestros sí pueden ser
sancionados por cualquier causa (artículo 75 Ley General del Servicio
Profesional Docente), despedidos por la tercera evaluación (artículo 53)
o por alguna de las siete causales que ahora agrega la ley (artículos
69 y 74)?
Así, la llegada del modelo educativo de la SEP entrampa aún más la
salida del conflicto, y si se tiene en cuenta su calendario, éste se
prolongará hasta cuando se den a conocer los resultados en 2017 y se
agravará cuando se busque imponerlos en 2018, todo un sexenio de
conflicto. Urge otro derrotero, que lleve a maestros y gobierno, de
manera ordenada, a la suspensión del paquete legal-administrativo de la
reforma, acordando para esto una ruta clara de discusión amplia sobre
qué propuesta de educación necesitamos en México y definir luego el
marco legal-administrativo, formación normalista, evaluación,
contenidos, prácticas, que pueden mejor sostener ese proyecto. Con eso,
gobierno y maestros tienen la oportunidad de convertir este momento de
entrampamiento, imposición e incluso de represión sangrienta, en uno de
los procesos de diálogo más dinámicos y creativos en la historia de la
educación mexicana: desde abajo y con una amplia participación,
construir una educación para todos.
Carmen Aristegui tiene la razón.
*Rector de la UACM
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