lunes, 4 de julio de 2016

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Nochixtlán, la guerra asimétrica

Carlos Fazio. La Jornada. Opinión., lunes 4 de julio de 2016

Por alguna razón inconfesable, temprano en la mañana del domingo 19 de junio, a plena luz del día, la comunidad de Nochixtlán, en la Mixteca oaxaqueña, fue elegida como blanco de una operación de guerra no convencional, irregular o asimétrica por mandos de los aparatos de seguridad del Estado Mexicano, con el saldo conocido de 11 civiles ejecutados de manera arbitraria o sumaria y medio centenar de heridos.
Apoyados por helicópteros y provistos con fusiles de asalto, pistolas 9 milímetros y equipo antimotines (bastones PR-24 y granadas de humo, irritantes y lacrimógenas), en la operación intervinieron alrededor de 850 agentes uniformados y de civil (entre ellos presuntos francotiradores que habrían accionado armas desde las azoteas de los hoteles Juquila y Fandango) pertenecientes a tres divisiones de la Policía Federal: la de Seguridad Regional, Fuerzas Federales y Gendarmería, que responden al comisionado general, Enrique Galindo Ceballos, quien, a su vez, por la cadena de mando, recibe órdenes del comisionado nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia, y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.

A 15 días de los hechos, las iniciales declaraciones del comisionado Galindo se desvanecieron por completo. El funcionario mintió una vez más. Igual que en los hechos de Tanhuato, Michoacán, el 22 de mayo de 2015 −cuando un helicóptero Black Hawk artillado y más de 100 agentes de la Policía Federal apoyados por el Ejército abatieron a 42 jornaleros que se hallaban durmiendo en el rancho El Sol−, su teoría de un enfrentamiento a tiros en Nochixtlán no se sustenta en datos firmes.

Su narrativa y las sucesivas rectificaciones sobre los hechos del 19 de junio son un insulto a la inteligencia de los mexicanos. En Nochixtlán no se aplicó ningún protocolo de uso de la fuerza ni para el traslado de detenidos (18 dolientes que participaban en un entierro en el panteón local fueron trasladados como reses muertas en un camión de la Policía Federal). Sus policías militarizados sí iban fuertemente armados a temprana hora de la mañana, y no hay ninguna prueba ni una sola imagen en la que aparezcan civiles portando cuernos de chivo, como refirió la versión oficial. Hay, sí, testimonios de que policías de civil cargaron garrafones de gasolina y prendieron fuego a varios automóviles estacionados a los costados de la carretera.

Dada la indignada reacción de la población local, esta vez los federales no tuvieron oportunidad de modificar el teatro de operaciones y las escenas de los crímenes, ni de sembrar pruebas o evidencias para incriminar a sus extraños agresores, que Galindo definió como un grupo de personas distintas del movimiento magisterial. Asimismo, la habitual coartada de la legítima defensa y la utilización del verbo repeler, tan afines a los organismos de seguridad del Estado en sus tareas de gestión y control de población en el marco de la necropolítica aplicada por el régimen de Enrique Peña Nieto, no se sustentan en la realidad.

Los pobladores que respondieron el ataque de las fuerzas gubernamentales utilizaron bombas molotov, cohetones y piedras, lo que marca la asimetría del enfrentamiento con las tropas de asalto federales altamente entrenadas y equipadas, según se había ufanado en varias ocasiones, antes de los hechos de Nochixtlán, el propio Galindo. Además, la versión del comisionado de que 2 mil lugareños realizaron una emboscada estratégica a los profesionales de la violencia que él comanda es una reverenda estupidez; de ser así, debió haber sido relevado de su cargo de inmediato.

Galindo sigue haciendo uso de una estrategia operacional que incluye la guerra sicológica y el manejo mediático con fines diversionistas o de distorsión informativa. Las imágenes captadas por Jorge Arturo Pérez, fotógrafo de la agencia Cuartoscuro, quedaron grabadas en su cámara de manera automática entre las 10:15 y las 10:30, y allí se observa a policías federales accionando sus rifles AR-15 y pistolas calibre 9 milímetros. Pérez declaró a la prensa que trató de ubicar con su teleobjetivo a algún civil armado y no logró ver ninguno (policías le dijeron en el lugar de los hechos que ellos habían sido atacados con un AK-47). A su vez, Luis Alberto Cruz, fotógrafo de la agencia estadunidense Ap, captó la imagen donde se observa a un uniformado en posición rodilla a tierra disparando su fusil de asalto contra la barricada desde la Vulcanizadora Reyes; la imagen se convirtió en viral en las redes sociales y dio la vuelta al mundo, desnudando a Galindo.

Enclavada en el corazón de la primera zona económica especial (ZEE, el corredor industrial interoceánico del Istmo de Tehuantepec que conectará el Golfo de México con el Pacífico oaxaqueño), Asunción de Nochixtlán es una pequeña localidad que conecta la región mixteca con la supercarretera Tehuacán-Oaxaca, una vía estratégica bloqueada con barricadas desde el 13 de junio por maestros de la CNTE. Como tal, está ubicada en una zona de gran importancia geoeconómica para las corporaciones trasnacionales que impulsan la economía de la muerte y preparan el despojo en los ocho estados del sur-sureste de México que comprenden las ZEE.

Como antes en Tlatlaya, Iguala, Apatzingán y Tanhuato, la ofensiva neocolonial de la maquinaria de guerra estatal en Nochixtlán representa el lugar en el que la soberanía consiste, fundamentalmente, en el ejercicio de un poder al margen de la ley y donde la paz suele tener el rostro de una guerra sin fin (Mbembe). Como lo muestra el caso palestino, la ocupación colonial de la modernidad contemporánea es un encadenamiento de poderes múltiples: disciplinar, biopolítico y necropolítico. La combinación de esos tres poderes ha comenzado a desplegarse contra poblaciones de los territorios de las ZEE. Las tecnologías de destrucción de esta forma de gubernamentalidad consisten en inscribir los cuerpos −poblaciones enteras− en el orden de la economía máxima, representado hoy por la masacre. Verbigracia, Nochixtlán.


Los límites de la fuerza

John M. Ackerman. La Jornada. Opinión, lunes 4 de julio de 2016

La fuerza no sirve para despejar carreteras. Después de un desalojo, los manifestantes siempre pueden reagruparse para establecer otro bloqueo un par de kilómetros más adelante. Simplemente no hay suficientes policías para establecer vallas de ambos lados de todas las carreteras del país, o siquiera en un solo estado de la República, para garantizar el paso libre de todos los camiones repartidores de Coca-Cola, Sabritas, Bimbo y Starbucks. El violento desalojo en Nochixtlán, Oaxaca, el pasado 19 de junio, no tuvo el efecto de reducir la cantidad de bloqueos, sino de multiplicarlos a lo largo y ancho de la nación.

Las escuelas tampoco se pueden abrir por la fuerza. A los maestros no se les puede obligar a impartir clases a punta de pistola y los policías no cuentan con el entrenamiento magisterial necesario para remplazar a los docentes. De cualquier manera, pocos padres de familia enviarían sus hijos a estudiar a escuelas custodiadas por militares.

Las amenazas de Miguel Ángel Osorio Chong el pasado viernes, sobre la inminente utilización de la fuerza con el fin de acabar con el movimiento magisterial, no son más que ladridos del proverbial perro que no puede morder. Una nueva represión violenta contra el movimiento magisterial no apagaría el fuego de la resistencia, sino que incendiaría la pradera de la indignación en todo México. La única forma para resolver el conflicto es por medio del diálogo y la negociación.

El contexto internacional tampoco es propicio para la utilización de la fuerza. Durante su viaje a Canadá, la semana pasada, quedó perfectamente claro que Enrique Peña Nieto ya no cuenta con un cheque en blanco de parte de la opinión pública internacional y que su gran amigo Barack Obama no lo respalda como antes. Durante la cumbre de líderes de América del Norte, Peña Nieto fue perseguido por constantes protestas de la sociedad civil, duramente cuestionado por su erróneo concepto de populismo, interrogado severamente sobre la masacre de Nochixtlán y, en general, ignorado por los líderes de Canadá y Estados Unidos.

Es vergonzoso atestiguar cómo quien se ostenta como presidente de todos los mexicanos reciba un trato tan indigno y tenga un comportamiento tan servil frente a los gobiernos vecinos. Sin embargo, es también alentador advertir que haya finalmente estallado la burbuja de mentiras sobre la supuesta sofisticación del presidente mexicano en el extranjero. El rey Peña ahora camina tan desnudo en el ámbito internacional como lo ha hecho desde hace mucho tiempo en su propio país. El mundo entero lo desprecia, con toda razón, por su baja estatura política, intelectual, moral y ética.

Este movimiento ya no es magisterial, es popular, señalan las autoridades municipales y las comunidades de Oaxaca que se han unido a la causa de la CNTE. Para ellos la lucha no es solamente en defensa de la educación pública, sino también en defensa de sus territorios, el medio ambiente, las culturas indígenas y la historia de México. Se trata de una rebelión generalizada de los pueblos del sur contra el saqueo y la violencia a las cuales han sido sometidos desde hace décadas por el colonialismo interno. El sur rechaza la guerra racial y de clases desatada en su contra y busca generar una nueva institucionalidad democrática y participación popular desde las raíces.

En Nochixtlán, los habitantes ya expulsaron del pueblo a los caciques locales del PRI, Daniel y Herminio Cuevas. En su lugar han establecido su propio consejo de gobierno autónomo y popular, que rinde cuentas a la comunidad. Este importante ejercicio de soberanía popular tendría que ser imitado en todo el país, no solamente a escala local, sino también nacional. Como ya hemos comentado en estas mismas páginas, el acercamiento entre el nuevo partido ciudadano, Morena, y el movimiento magisterial tiene el potencial de generar una irrupción histórica de grandes proporciones (véase).

El pasado 24 de abril, el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de la ONU solicitó al gobierno mexicano la liberación inmediata de los 25 activistas oaxaqueños, la mayoría jóvenes y muchos de pueblos indígenas, encarcelados hace un año, el 7 de junio de 2015, con cargos totalmente fabricados. Pero en lugar de tomar medidas para distender el conflicto y cumplir con las exigencias de la comunidad internacional, el gobierno de Peña Nieto cada día se encierra más en su torre de la ignorancia e insiste en intensificar la represión y las agresiones contra el pueblo mexicano.

El gobierno despótico está acorralado y empieza a ahogarse en un pantano de ineptitud y descrédito. ¿Será capaz Peña Nieto de comportarse como un demócrata y aceptar su derrota a manos de la sociedad mexicana? ¿Cuántas más patadas sangrientas insistirá en dar el dictador antes de finalmente rendirse al pueblo o simplemente huir del país?

Se acerca el momento de la victoria. Caminemos con paso firme y con la seguridad de que los vientos de la historia soplan a nuestro favor.

www.johnackerman.blogspot.com

Twitter: @JohnMAckerman

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