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La Constitución y la lucha de los maestros
Enrique Calderón Alzati. La Jornada. Opinión, sábado 11 de junio de 2016
Varias son las causas que explican el mensaje que una parte de la
sociedad mexicana envió al grupo que ha secuestrado el poder,
utilizando el emblema de la Revolución de 1910. Una tiene que ver con
algo que el Presidente parece no entender: la lucha de los maestros,
quienes acompañados por los padres de sus estudiantes han comprendido y
difundido el engaño de quien luego de haber comprado la Presidencia con
recursos de procedencia desconocida, juró guardar y hacer guardar la
Constitución y las leyes que de ella emanan, para luego violentarlas,
haciendo uso de todos los recursos del poder, para que los miembros del
Congreso, actuando como cómplices, aprobasen las alteraciones a los
artículos tercero y 123 de nuestra ley suprema, ignorando que esos
miembros del Congreso debieron consultar las opiniones de quienes
supuestamente representaban, tal como la misma Carta Magna establece, lo
que en ningún momento sucedió.
No se trata de un asunto menor, pues el artículo tercero de la
Constitución plasma una de las causas centrales de la Revolución,
mientras la alteración representa un paso definitivo hacia la
privatización de la educación, así como la violación del derecho al
trabajo de quienes decidieron dedicar su vida a la docencia,
desconociendo los esfuerzos y logros del trabajo y el sacrificio de
miles de maestros que han construido la esencia de la nación, formando a
los hombres y las mujeres que hoy somos los investigadores, los
profesionistas, los técnicos, los militares, los trabajadores y los
campesinos de este país. Maestros que ahora deben sujetarse a exámenes
ajenos a sus tareas y que de hecho constituyen el desconocimiento
histórico de esos logros.
De manera especial, aquí es necesario destacar a los campesinos por
dos razones: porque son ellos, los campesinos indígenas, quienes
hicieron la Revolución, hoy ultrajada; los que han sido segregados a
vivir en las regiones más apartadas e inhóspitas del país y quienes
reciben todo tiempo el apoyo de los maestros rurales en la formación de
sus hijos, asesorándolos y motivándolos en su lucha cotidiana; maestros
egresados de las escuelas normales rurales como la Isidro Burgos de
Ayotzinapa, las cuales son estigmatizadas por quienes gobiernan,
presentándolas como formadoras de los enemigos del desarrollo, que deben
ser destruidas para imponer un modelo educativo extranjerizante y
absurdo que no toma en cuenta las opiniones de quienes conocemos y hemos
vivido los problemas reales de la educación mexicana.
Preocupado se nota el presidente Enrique Peña Nieto, luego del revés
implícito en los resultados electorales del domingo, y debiera estarlo
realmente, porque lejos de haber logrado los avances educativos
prometidos al inicio de su mandato, en su cuarto año de gobierno, los
únicos logros reales de que puede informar son las cifras de maestros
evaluados, amenazados o despedidos, ¿O es que hay algo más que nos
pudieran contar, sin recurrir a nuevos engaños? La actitud de arrogancia
e intransigencia del secretario de Educación está llevando
irresponsablemente al país y en especial a los maestros a una
confrontación de alto riesgo, que sólo su paciencia ha evitado. Los
incidentes ocurridos en días pasados en varios poblados de Chiapas,
descritos recientemente por Luis Hernández Navarro en La Jornada,
constituyen un aviso que debiera alertar al gobierno sobre la
injerencia de intereses dispuestos a desestabilizar a la nación,
totalmente ajenos al magisterio, habiendo sido curiosamente el señor
Nuño, el primero que hizo afirmaciones equivocadas respecto de esa clara
provocación, inculpando a los docentes de actos que les eran ajenos y
mostrando una vez más su arrogancia e inmadurez política. Contrastan así
las repetidas llamadas al diálogo por parte de la CNTE, con la cerrazón
del secretario, negándose a establecer una tregua, con objeto de buscar
una solución no sólo aceptable, sino adecuada para impulsar el nuevo
desarrollo de la educación que el país necesita. Por su parte, el
presidente Peña Nieto afirmó el martes pasado:
Como gobernantes, debemos escuchar y atender el mensaje de los ciudadanos. ¿Por qué, entonces, la actitud de Aurelio Nuño? ¿Es acaso un asunto de rebeldía hacia su jefe? ¿Qué puede explicar su cerrazón?
En las actuales condiciones del país, mantener una protesta
por tiempo indefinido, cuyas razones son perfectamente entendibles,
constituye una estrategia de alto riesgo para los maestros, quienes
deben buscar nuevas formas de lucha que además de minimizar el riesgo y
el desgaste, incrementen el apoyo y la simpatía del total de las
mayorías ciudadanas. Las conferencias, pláticas y reuniones a que el
magisterio está convocando en las diferentes ciudades del país tienen el
objetivo de definir las acciones que debiera hacer el propio gobierno
para mejorar la educación, pero éste se ha cerrado a discutir y mucho
menos a considerar para su realización. Hoy es importante hacer un
llamado a toda la sociedad de apoyo al movimiento magisterial para
lograr que las acciones orientadas a privatizar la educación sean
anuladas, incluidas las reformas constitucionales mencionadas. Reitero
también mi propuesta a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la
Educación y a las demás organizaciones democráticas del magisterio para
realizar una consulta nacional sobre la educación que, organizada por
ustedes, deje en claro que los mexicanos no estamos dispuestos a
permitir las alteraciones realizadas al artículo tercero de la
Constitución, así como las demás alteraciones que desconocen los
derechos y los esfuerzos realizados hasta hoy por los maestros.
www.institutogalileo.edu.mx
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