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DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA
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Veinte años de Serapaz
Miguel Concha. La Jornada. Opinión, sábado 11 de junio de 2016.
En los años 90, México vivía momentos claves que hicieron
posible que se concretaran proyectos alternativos y de resistencia que
permitieron la maduración de espacios organizados, los cuales ahora
reconocemos como referentes entre los movimientos y organizaciones
sociales y que trabajan día a día por la justicia, la dignidad y la paz
entre los pueblos y personas. Tal es el caso de Servicios y Asesoría
para la Paz (Serapaz); como sabemos, fue en gran parte depositaria de
los saberes y experiencias que se generaron en la búsqueda de una paz
con justicia y dignidad en Chiapas, durante la labor mediadora de la
Comisión Nacional de Intermediación (Conai).
Retomando lo que sus propios integrantes comparten en algunas de sus
presentaciones, después de 1998 Serapaz se integró como organización que
busca contribuir al fortalecimiento de capacidades de actores sociales
como sujetos de la transformación positiva de sus conflictos, en
procesos que conduzcan a una solución justa, constructiva, democrática y
no violenta, no a una mera administración de los conflictos, como
sucede en muchas instancias oficiales. En medio de una crisis de
civilización, como en la que estamos, la importancia de una organización
hermana como esa radica en colaborar para transformar las realidades
injustas y deshumanizantes que amenazan toda forma de vida.
Su trabajo camina hacia la liberación, la emancipación y el respeto
de la dignidad y la vida. Su labor de construcción pasa también por el
reconocimiento honesto del conflicto, de la conflictividad que hoy está
muy presente en el país. Parte del principio de realidad que reconoce
que su tarea no es nada sencilla: por lo menos 450 conflictos asociados
por tierra, territorios y bienes comunes, según lo reportado en meses
pasados por Víctor Toledo o los otros 256 casos documentados por
organizaciones sociales y por el trabajo de investigación que el
semanario Proceso recientemente dio a conocer, los cuales
fueron originados en el gobierno de Enrique Peña Nieto. En este
escenario, Serapaz se ha convertido en un medio por el cual se gestan y
entretejen la solidaridad y la paz. En un espacio de aliento para todas
aquellas personas y colectivos que, preocupados por la actual crisis, se
suman y son parte de procesos creativos de organización para
contrarrestar el actual autoritarismo y la grave situación de los
derechos humanos. Quienes durante 20 años han sostenido este trabajo de
equipo, tienen entre sus referentes, sin duda, a Tatic Samuel
Ruiz García (†), obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, e
inspirados y motivados en su trabajo, continúan caminando al lado de las
comunidades y pueblos, no sólo en Chiapas, sino en todo el territorio
nacional. Tomando en cuenta además experiencias de construcción de
justicia y de paz en América Latina y el Caribe, se hacen cargo, cargan y
se encargan de la realidad, como se ha hecho en la línea liberadora del
pensamiento crítico y emancipador, tan arraigado en los pueblos del
Sur. Hoy reconocemos que con escucha atenta, paciencia y creatividad,
han sabido leer los
signos de los tiempos; y que, cultivando la humildad, han sabido hacerse presentes entre los procesos organizados que creen y trabajan por ese
otro mundo posibleal que muchas y muchos aspiramos.
Es indudable que, después de 20 años, la experiencia de
Serapaz también se ha compartido entre otros espacios organizados, por
ejemplo, a través de su Escuela de Paz, en la que cientos de integrantes
de comunidades, pueblos y movimientos han cultivado las metodologías de
la transformación positiva de conflictos, y se han hecho poco a poco
sembradores de paz, justicia y resistencia. Vale la pena mencionar aquí
la reciente articulación de 179 comunidades, pueblos, barrios y
organizaciones en defensa del territorio que acompaña Serapaz en la
Campaña Nacional en Defensa de la Madre Tierra y el Territorio (www.defensamadretierra.mx),
donde, junto con músicos, académicos, religiosos, actores y escritores
se comparten y articulan esfuerzos para revertir la actual cultura de
muerte y despojo, y defender a la madre tierra. Ejemplos como éstos nos
hacen reconocer que 20 años son por ahora muestra del trabajo sostenido y
solidario, nacido del amor y la esperanza, de la visión transformadora
que tienen quienes han sido y son parte de Serapaz.
Durante la celebración de sus 20 años, la semana pasada, decenas de
representantes de estos colectivos reconocieron la labor incansable de
esta organización. Quedó claro un mensaje que tiene que ver con el
entretejido fino y sostenido de la diversidad de experiencias
organizativas con que contamos en México. Y es que solas y solos no
podemos. En ese momento, y ahora, amigas y amigos en la construcción de
la paz celebramos la vida, la esperanza y los procesos de construcción
de una realidad más justa y digna. Un signo es Serapaz, signo de trabajo
colectivo, pues esta organización, junto con otras más, reconocen que,
como dijo don Samuel en enero de 1994, durante una homilía dominical,
la paz en nuestro país, que creíamos tan firme, mostró su fragilidad, porque estaba basada en una situación de injusticia, que aún no superamos. Y reconociéndose hermanadas en estos anhelos, saben que, como don Samuel también señaló,
lo que queremos es una paz que posibilite avanzar hacia la construcción de un México nuevo, estructurado por los grandes valores humanos de la fraternidad, de la democracia, de la verdadera libertad, del respeto de todos los derechos humanos para todos.
Y así caminan y desean que Serapaz lo siga haciendo por muchas más
décadas, hasta erradicar toda forma de opresión. Siempre teniendo a la
paz como objetivo y al establecimiento de la justicia como estrategia.
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