viernes, 16 de junio de 2017

AYOTZINAPA: 43 BARCOS PARA EL RETORNO

EL MAESTRO ENSEÑA, APRENDE,
 DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA 
Ayotzinapa: 43 barcos para el retorno
Juan Carlos Ruiz Guadalajara*. La Jornada. Opinión, 16 de junio de 2017.
En los primeros meses posteriores a la desaparición forzada de los 43 estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, ejecutada la noche del 26 de septiembre del 2014, esta benemérita institución fue sede de una febril actividad por parte de estudiantes normalistas rurales del país, de familiares de los desaparecidos y de muchas organizaciones civiles que acudieron a dar soporte en la búsqueda de los estudiantes y en la exigencia de justicia frente a los asesinatos de aquella noche atroz (n. del e. Iguala significa: donde la noche es densa y esa noche del 26 de septiembre, si que fue "densa"). En medio de estos imperativos, la normal continuó sus actividades en un ambiente de profunda desesperación al ver pasar los días sin una intervención eficaz de las autoridades para recuperar a los futuros maestros rurales. En este contexto surgió un poderoso destello de humanidad y de esperanza: un grupo de niños de Tixtla, quienes acudían regularmente a la ludoteca de la normal y que vivían con toda su crudeza el desasosiego de los padres, solicitaron con insistencia a sus maestras una clase especial sobre cómo hacer barcos de papel. Aprendida la lección, los niños armaron una flota de 43 barcos que botaron en las aguas del río más cercano, convencidos de que llegarían a los normalistas desaparecidos para que en ellos pudieran emprender el retorno a Ayotzinapa. Este episodio, verdadera ofrenda a la vida, es un significativo mensaje para una sociedad mexicana que ha sido inoculada con muerte y odio a fuerza de corrupción e impunidad. Mas no ha sido el único.
A lo largo de los ya casi tres años de la histórica herida de Ayotzinapa y de la irrenunciable búsqueda de la verdad, se han presentado múltiples acciones ciudadanas de solidaridad y respeto hacia los padres de los 43 desaparecidos y hacia los normalistas rurales. La mayoría de esas expresiones no se conoce, a pesar de que merecen un mínimo apunte que las proteja del olvido. Una de ellas, por ejemplo, está representada por el plantón por los 43 que fue instalado en el Paseo de la Reforma, frente a la Procuraduría General de la República (PGR), inmediatamente después de los acontecimientos de Iguala. Sostenido con la presencia y recursos de un grupo de ciudadanos libres que ha entregado los recientes tres años de su vida a la causa de la verdad y a la defensa del normalismo rural, el plantón es una de las muestras más grandes de fraternidad y solidaridad que se puedan encontrar en nuestro país, convirtiéndose en un acicate para la PGR y en una embajada de los padres de los 43 que mantiene viva, en una de las principales calles de México, la conciencia de la tragedia de Ayotzinapa y de muchos otros crímenes sin resolver.
Otro episodio desconocido, no obstante su enorme valor humano, sucedió el pasado mes de febrero en la Sierra Norte de Puebla, cuando en respuesta a una invitación de la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske arribó a Cuetzalan una caravana integrada por padres de los 43 normalistas desaparecidos, por normalistas de Ayotzinapa (Guerrero), Tiripetío (Michoacán), Saucillo (Chihuahua), Amilcingo (Morelos) y Teteles (Puebla), así como por miembros del plantón por los 43 y por Cheryl Angel en representación de la tribu Lakota, de Estados Unidos. La acción, coordinada entre Tosepan y OraWorldMandala (Programa de Extensión Universitaria en México de la Gujarat Vidyapith, universidad fundada por Mahatma Gandhi en 1920), además de buscar la hermandad entre los normalistas rurales con los pueblos nahuas, tutunakus y mestizos que integran las cooperativas de Tosepan, sentó las bases de un diálogo dirigido a explorar programas de educación rural con el enfoque de la no-violencia activa, del desarrollo de la autonomía, la descentralización y la dignidad de los pueblos con base en el Programa Constructivo de Mahatma Gandhi.
Esa hermandad entre normales rurales y pueblos de la Sierra Norte nació, además, bajo el mejor de los augurios: la noche del viernes 17 de febrero, en un gesto poético, los miembros del pueblo masehual de Tosepan recibieron a la caravana en San Miguel Tzinacapan, por haber sido este histórico pueblo el sitio al cual llegó en 1927 el profesor Raúl Isidro Burgos para extender su grandiosa y revolucionaria misión educativa por la Sierra Norte de Puebla tres años antes de llegar a Ayotzinapa, Guerrero. La huella de este incomparable maestro en la memoria local fue tan profunda, que en 1945 las autoridades de Tzinacapan iniciaron la construcción de su edificio escolar, al cual bautizaron Edificio Maestro Raúl Isidro Burgos, hecho perpetuado en una lápida de 1949. Sabedores del valor que tienen para la patria los maestros rurales, los nahuas de Tzinacapan albergaron y alimentaron a los miembros de la caravana, en un imborrable acto de amor para con los normalistas y sus aliados.
Frente a la violencia que el poder promueve contra las normales rurales, el único antídoto es la información, el diálogo, el conocimiento y la no-violencia. Sólo de esta manera aquellos mexicanos que en su ignorancia son movidos por el odio y la irracionalidad podrán ver con nitidez el rostro verdadero de las y los normalistas rurales, un rostro cargado de futuro, y sólo así podrán entender la magnitud de lo que sucedió en Iguala: un crimen de lesa humanidad ejecutado por autoridades de todos los niveles de gobierno, militares incluidos, en complicidad con el crimen organizado que domina el territorio guerrerense.
Dedicado a las compañeras normalistas de Cañada Honda, Aguascalientes. *Investigador del Colegio de San Luis
Inauguran muestra fotográfica en la entrada del Museo Memoria y Tolerancia
Ayotzinapa. Acción visual, símbolo de la solidaridad internacional con las víctimas
La matanza de Tlatelolco, antecedente de la desaparición de estudiantes en Iguala, afirman
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Integrantes de varias organizaciones defensoras de derechos humanos inaiguraron la exposición fotográfica Ayotzinapa. Acción visual, en la entrada del Museo Memoria y ToleranciaFoto Cuartoscuro.com
José Antonio Román. La Jornada. 16 de junio de 2017, p. 10.
Para el mundo, Ayotzinapa se ha convertido en símbolo que refleja la atrocidad y los crímenes que se cometen en la complicidad de un gobierno, pero también de la solidaridad internacional con las víctimas y sus familiares.
Casi 33 meses después de la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos en Iguala, Guerrero, el Museo Memoria y Tolerancia expone desde ayer la muestra fotográfica Ayotzinapa. Acción visual, que refleja en 40 imágenes, seleccionadas de un total de 400, la solidaridad mostrada por organizaciones civiles y sociedades de los cinco continentes.
La exposición temporal, que puede visitarse hasta el 16 de agosto en la entrada del museo, a un costado de la Secretaría de Relaciones Exteriores, fue vetada por el gobierno mexicano para que no fuera mostrada en la galería de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en Washington.
Marcelo Brodsky, activista y artista argentino, curador de la exposición, denunció que ya se había acordado colocar la muestra en la sede de la OEA durante varios meses, a partir de agosto, pero el gobierno mexicano presionó para que fuera cancelada. Lo tengo todo por escrito y en correos electrónicos, dijo durante la presentación de las fotografías.
Aquí, a un paso de la cancillería mexicana, yo pregunto por qué han tenido que cancelar esa muestra. Por otra parte, la próxima semana, cuando se reúnan en Cancún todos los Estados pertenecientes a la OEA, pediremos una muestra de solidaridad para México y todos sus problemas, dijo Brodsky, quien vivió persecución y exilio tras el golpe militar de 1976 en Argentina.
Consideró que no haber juzgado los hechos de la matanza de Tlatelolco en 1968 –que el próximo año cumple su 50 aniversario– pudo permitir la desaparición de los 43 jóvenes normalistas. Por eso, agregó, Tlatelolco es el antecedente de Ayotzinapa.
Durante la presentación, en la que participaron Linda Atach, del Museo Memoria y Tolerancia; Viviana Krsticevic, del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional; Abel Barrera, del Centro de Derechos Humanos La Montaña Tlachinollan, y Santiago Aguirre, del Centro Miguel Agustín Pro Juárez, se expresó que en hechos ocurridos el 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, y la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, se convirtió en símbolo de atropello e impunidad, que demuestra la vulnerabilidad que tiene la sociedad en pleno siglo 21.
Pero también representa a miles de jóvenes estudiantes, grupos de fotógrafos, indígenas y artistas, así como sociedades de todo el mundo, que han manifestado su apoyo a las víctimas de Ayotzinapa y a sus familiares que reclaman visualmente una explicación.
La muestra presenta 40 imágenes, captadas en diferentes países, como Londres, Bangladesh, Argentina y Suiza, en la que aparecen grupos de personas, la mayoría con la leyenda: ¡Vivos se los llevaron. Vivos los queremos!
Brodsky señaló que existe una muestra similar permanente en la Normal Rural de Ayoztinapa, como forma de recordarle a la comunidad que no están, ni estarán solos en su lucha.

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