lunes, 26 de junio de 2017

(ACTUALIZADO) VIOLENCIA CONTRA LA EDUCACIÓN

EL MAESTRO ENSEÑA, APRENDE, 
DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA

Silvano Aureoles, el normalismo
 y los ángeles
Luis Hernández Navarro. La Jornada. Opinión, 27 de juio de 2017
Fue un viaje directo al paraíso de 2018. Silvano Aureoles echó la espalda hacia atrás, miró al cielo, apretó sus manos una contra otra –como no dando crédito a su suerte– y rio a pulmón batiente. Claudio X González Laporte le agarró cariñosamente el antebrazo, lo miró con sonrisa pícara y siguió ­halagándolo.
Las palabras del presidente de Kimberly-Clark México al anunciar una importante inversión en la tierra del gobernador, sonaron en los oídos del mandatario como música de los mismísimos ángeles. "Ya sabemos que el señor gobernador ya trae otras ideas que está considerando, pero sabemos que si va a empezar a actuar en otras posibilidades, dejará a un grupo que garantiza la perdurabilidad de inversiones. Michoacán nos ha prometido y nos ha dado", dijo el magnate el pasado 13 de junio.
Y en entrevista, después de vetar "a uno de los candidatos que lo único que ofrece es ir hacia el pasado", agregó: "Silvano es muy buen gobernador y sería muy interesante ver su actuación. Esta inversión es un espaldarazo al gobierno en su totalidad y al señor gobernador".
Las lisonjas del ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial a Silvano Aureoles en la casa de gobierno dieron en el blanco. Una tras otra, las fotos del acto muestran a un hombre que no cabe de gozo, desbordando alegría, casi levitando.
"Bromista", el mandatario estatal explicó a los empresarios que esperaba que estudiantes de la Normal Rural Vasco de Quiroga de Tiripetío agredidos por la policía de Aguascalientes días antes, cuando estaban solidarizándose con sus compañeras de Cañada Honda, hubieran aprendido la lección luego de la "garrotiza".
Enfatuado ante los hombres del dinero, deseoso de seguir sumando puntos ante ellos, añadió: “Vamos avanzando en la regularización de los normalistas, que hacían a cada rato desórdenes […] eso también va encausándose”.
Y, para demostrar que tan encausado está ese conflicto, y que no es un político al que le tiemble la mano a la hora de poner orden, ocho días después su policía golpeó salvajemente a los normalistas y disparó armas de fuego contra ellos. Uno de ellos, Gael Solorio Cruz, estudiante de tercer grado, está herido de gravedad por una bala en la cara y en estado de coma inducido.
El inocente comentario de Aureoles sobre el normalismo a Claudio X González Laporte no fue causualidad. Hasta hace unas cuantas semanas, su hijo Claudio X. González Guajardo era presidente de Mexicanos Primero. Y, desde el pasado 25 de abril, otro de sus hijos, Pablo, será el nuevo vicepresidente de la organización. Al frente del grupo de presión empresarial en cuestiones educativas quedará ahora, un viejo amigo de la familia, Alejandro Ramírez Magaña, director de Cinépolis, presidente del Consejo Mexicano de Negocios y uno de los hombres más acaudalados y poderosos de Michoacán.
Mexicanos Primero ha sido uno los organismos que con mayor beligerancia ha atacado a las normales rurales. En junio de 2011, Claudio X González hijo exigió cerrar las escuelas normales, "porque hay muchas muy mediocres y unas que son un hervidero de política y de grilla... ¿Cuándo nos vamos a atrever a cerrar y a meter la lana a las que van a preparar a los maestros del futuro de nuestro país?" Y advirtió: "Se va a requerir de mucha voluntad y de mucho valor y de que nos aguantemos la turbulencia, porque sin turbulencia no hay cambio". Y, en febrero de 2016, insistió nuevamente en cerrar todas las normales que no sirven para nada según él, la mayoría. Para este año, entre los objetivos para este año de su grupo se encuentra el de la transformación de las normales.
La salida de Claudio X. González Guajardo de la presidencia de Mexicanos Primero se produjo en medio de una sórdida confrontación con el gobierno federal. En una conferencia que impartió a la Canaco el 3 de febrero del año pasado dijo que no hay que temer a llevarse mal con el gobierno. Finalmente añadió: Es más, con el tipo de gobierno que tenemos nos deberíamos de llevar de la fregada. No hay que temer a la confrontación (https://goo.gl/Hmgbs).
El alcance de este pleito pudo verse con mayor precisión un año después. El 1º de febrero de este año, en una conferencia en la Universidad Iberoamericana, González Guajardo aseguró que el presidente Enrique Peña Nieto se ha hecho merecedor a figurar en un hipotético "museo de la corrupción". Merece –dijo– estar en un "salón de la infamia" (https://goo.gl/okk8gf).
El enojo gubernamental con las declaraciones del júnior fue de antología. Empresarios ligados a Mexicanos Primero se asustaron con las palabras del presidente de la institución. Algunos, incluso, llegaron a ofrecer la cabeza de su dirigente para tratar de apaciguar las aguas. Finalmente, casi tres meses después de la tormenta, Claudio X González hijo dejó de estar al frente de la organización que fue su caballo de batalla a lo largo de 10 años. Se trasladó entonces de tiempo completo a manejar su nuevo juguete: Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad. Curiosamente, varios periodistas que actualmente colaboran con él, y personalidades cercanas a su círculo, están en la lista de las figuras que, según reporta The New York Times, fueron espiadas.
La sonrisa de Silvano Aureoles ante el espaldarazo patronal no le dará mucho. Más temprano que tarde encontrará que, como si fuera un ratoncito con el que juega el gato antes de engullirlo, los señores del dinero lo desecharán. Cargará entonces en su conciencia, entre otras muchas otras cosas, con la represión a los estudiantes de Tiripetío y contra los indígenas de Arantepacua y Caltzontzin.
Llama a frenar la violencia contra normalistas
Es lamentable el clima de agresión que se repite contra los maestros y, particularmente, hacia los normalistas.
Después de una injusta y desigual batalla entre el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y los docentes ante la imposición de una reforma educativa que vulnera los derechos de éstos, las administraciones estatales acometen salvajemente contra los normalistas, cuyo caso más reciente ocurrió en la escuela de Tiripetío, Michoacán.
Las escuelas normales del país intentan subsistir sin recursos, sin difusión, golpeadas en los medios. El examen que impuso el gobierno sólo selecciona a quien acierta el llenado del instrumento, no cuenta con la forma de medir las competencias pedagógicas, que sí tiene un maestro formado para ello.
La paz se cultiva, la violencia se incuba. Somos una sociedad clasista, racista y machista. La impunidad reina y sólo se castiga, ignora, explota, reprime o segrega al diferente, al pobre, al indio, a la mujer. Una sociedad cuyas bases de justicia y acceso al capital económico y cultural están tan lejos de la mayoría, no puede sino promover una desigualdad brutal que, necesariamente, tiene que buscar una salida tarde o temprano de los que están en un estatus de precariedad, al fondo del túnel.
Violencia engendra violencia. Alto a las agresiones a los normalistas. No a la reforma de Peña Nieto.
Alfredo Villegas Ortega
Llama a frenar la violencia contra normalistas
Es lamentable el clima de agresión que se repite contra los maestros y, particularmente, hacia los normalistas.
Después de una injusta y desigual batalla entre el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y los docentes ante la imposición de una reforma educativa que vulnera los derechos de éstos, las administraciones estatales acometen salvajemente contra los normalistas, cuyo caso más reciente ocurrió en la escuela de Tiripetío, Michoacán.
Las escuelas normales del país intentan subsistir sin recursos, sin difusión, golpeadas en los medios. El examen que impuso el gobierno sólo selecciona a quien acierta el llenado del instrumento, no cuenta con la forma de medir las competencias pedagógicas, que sí tiene un maestro formado para ello.
La paz se cultiva, la violencia se incuba. Somos una sociedad clasista, racista y machista. La impunidad reina y sólo se castiga, ignora, explota, reprime o segrega al diferente, al pobre, al indio, a la mujer. Una sociedad cuyas bases de justicia y acceso al capital económico y cultural están tan lejos de la mayoría, no puede sino promover una desigualdad brutal que, necesariamente, tiene que buscar una salida tarde o temprano de los que están en un estatus de precariedad, al fondo del túnel.
Violencia engendra violencia. Alto a las agresiones a los normalistas. No a la reforma de Peña Nieto.
Alfredo Villegas Ortega
Llama a frenar la violencia contra normalistas
Es lamentable el clima de agresión que se repite contra los maestros y, particularmente, hacia los normalistas.
Después de una injusta y desigual batalla entre el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y los docentes ante la imposición de una reforma educativa que vulnera los derechos de éstos, las administraciones estatales acometen salvajemente contra los normalistas, cuyo caso más reciente ocurrió en la escuela de Tiripetío, Michoacán.
Las escuelas normales del país intentan subsistir sin recursos, sin difusión, golpeadas en los medios. El examen que impuso el gobierno sólo selecciona a quien acierta el llenado del instrumento, no cuenta con la forma de medir las competencias pedagógicas, que sí tiene un maestro formado para ello.
La paz se cultiva, la violencia se incuba. Somos una sociedad clasista, racista y machista. La impunidad reina y sólo se castiga, ignora, explota, reprime o segrega al diferente, al pobre, al indio, a la mujer. Una sociedad cuyas bases de justicia y acceso al capital económico y cultural están tan lejos de la mayoría, no puede sino promover una desigualdad brutal que, necesariamente, tiene que buscar una salida tarde o temprano de los que están en un estatus de precariedad, al fondo del túnel.
Violencia engendra violencia. Alto a las agresiones a los normalistas. No a la reforma de Peña Nieto.
Alfredo Villegas Ortega
Violencia contra la educación
Hugo Aboites*. La Jornada. Opinión, sábado 24 de junio de 2017.
La educación también está siendo arrastrada por la ola de violencia que inunda al país. Ayotzinapa, pero sobre todo, la Ayotzinapa no resuelta, sigue siendo el emblema de todas las violencias que no se aclaran y que siguen generándose constantemente contra estudiantes, maestros, comunidades escolares, padres de familia. Desde las decenas de bebés indefensos, quemados o asfixiados en la guardería ABC, hasta la agresión mortal de la policía estatal y federal contra habitantes y maestros de Nochixtlán pasando por la represión a los docentes, y, apenas hace unos días, balazos de la policía contra normalistas de Tiripetio. El asesinato, uno tras otro, de periodistas, es la censura radical a la educación informal, los procesos de conocimiento público que abren la vía a la transformación de la política, como también, la agresión contra estudiantes es la vía para atemorizar a los potenciales actores de un futuro distinto. Y la sufren no contados activistas, sino sobre todo los más indefensos, las niñas que van o vienen de la escuela, como Valeria de 11 años ultrajada y asesinada en un microbús, como la que muestra el video huyendo aterrorizada y que es alcanzada y tumbada al suelo por un taxista que le roba el celular. O como el acoso contra una joven estudiante por un tipo que se baja los pantalones cuando está sola y es de noche en una universidad. Y muchas otras, graves, innumerables.

En todos estos episodios está, evidentemente, la responsabilidad individual, la del acosador, de quienes dispararon o dieron la orden de hacerlo. De todo esto se supone se encarga la justicia legal o, en lo menos grave, la corrección familiar y la del ámbito social inmediato. Pero hay otro marco de exacerbada violencia, mucho más amplio, que no se considera delito; cuyos protagonistas no aparecen como tales, que impulsan leyes que ponen contra la pared a comunidades, grupos, como el magisterio, a jóvenes que quieren un lugar en una escuela; los que conceden los permisos que despojan del agua, de la movilidad y el aire limpio a los vecinos en las ciudades, y de las tierras, ríos y bosques a comuneros, ejidatarios y pueblos indígenas. Leyes y políticas que han venido echando del país a muchos y a la basura acuerdos sociales sobre salud, educación, vivienda y trabajo para todos. Se ha generado desde arriba y en torno nuestro una violencia ambiental que todo lo permea y se vuelve lo usual, y que paulatinamente va reduciendo también lo poco que va quedando para vivir sin temor. Y esto es sumamente grave porque va contra los espacios que siempre han sostenido la carga más pesada para que los conflictos no se salgan de cauce, para que tengan contención (en su sentido de algo que acoge y repara): lugares como la pareja, la familia, el grupo escolar, la escuela, la comunidad, los vecinos, el barrio, la unidad habitacional.

Crecientemente estos espacios pequeños pero vitales, también están bajo acoso. Es el efecto de las grandes políticas y, sobre todo, de las grandes decisiones que han trastocado la ecología social y que se han convertido en el medio denso y opaco que todos habitamos y respiramos sin importar donde estemos. Es la atmósfera que crean las políticas neoliberales del Estado, los medios y una economía capitalista feroz, nutrida por el narcotráfico y la corrupción. De ahí surgen y se nutren los procesos de desmembramiento de familias y comunidades, la migración y el reforzamiento de la atmósfera violenta. Los promotores del rompimiento de las normas de la convivencia económica antes regulada por la política social, desmantelaron los grandes acuerdos sociales que a su vez alentaban y reforzaban a esos millones de acuerdos pequeños de la malla fina que sostiene la sociedad. Ese es el gran error de un Estado que no promueve el bienestar sino, primordialmente, busca ofrecer condiciones competitivas a la inversión y al comercio internacional. Cuando la mitad de la población económicamente activa no tiene un trabajo formal y sigue estancada en la pobreza, cuando millones viven del subsidio oficial y no de fuentes dignas de trabajo, cuando las escuelas superiores son escasas, se vuelve difícil argumentar que la violencia social generalizada y difusa se debe a que como sociedad no somos suficientemente represivos. Que más policía, más ejército, más cárceles son la solución.

Evidentemente no se puede prescindir de las leyes, la persecución eficaz de los criminales y corruptos y ciertamente menos de las iniciativas de convivencia escolar y social y los apoyos institucionales a grupos concretos, pero sólo tendrán frutos permanentes y crecientes si al mismo tiempo la presión de universidades y escuelas, sindicatos, comunidades, pueblos, todos, obliga a crear esos grandes acuerdos sociales que ofrezcan certidumbre y futuro a la gran mayoría. En una economía que es la décimo cuarta más poderosa del mundo nuestro déficit más importante está en la esfera de lo político y social. Nunca debió ocurrir Ayotzinapa; ni el ABC; tampoco Nochixtlán; ni Tiripetio; ni gran parte de la violencia cotidiana y callejera. Son el precio de acuerdos tejidos allá arriba, que no escogimos, que no necesitamos, pero que pagamos cada día.

*Rector de la UACM

Represión a normalistas

Gloria Muñoz Ramírez. La Jornada. Los de abajo, sábado 24 de junio de 2017.

Qué país es este en el que se dispara y desaparece a los estudiantes que aspiran a ser maestros de las escuelas. Qué Estado se permite apretar el gatillo y salir impune. La violencia contra los estudiantes de las escuelas normales de México se incrementa y no hay quien la pare. Michoacán de nuevo pone a las víctimas.

Policías estatales y federales dispararon el pasado 21 de junio contra jóvenes estudiantes de la Normal Rural Vasco de Quiroga, de Tiripetío, en Michoacán. Las balas fueron la respuesta a la exigencia del pago de sus becas y otros adeudos que el gobierno tiene con la escuela. El fondo es la campaña gubernamental por su desaparición en Guerrero, Morelos, Chiapas y hoy Michoacán.

Las fuerzas del Estado intentaron entrar con violencia al plantel. Los estudiantes quisieron impedirlo y empezó el fuego indiscriminado en su contra. Duro están pagando la pelea por su existencia, pero su convicción es mayor. El ejemplo de los padres y madres de la normal de Ayotzinapa, quienes de inmediato se solidarizaron con ellos, los fortalece.

Espero que después de la garrotiza que les pusieron en Aguascalientes ya también le piensen un poco, declaró en su momento el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, sobre la represión a los normalistas de Tiripetío en Aguascalientes. Esta semana no fue garrotiza, sino balacera en su contra, la ordenó él y por ella tiene que responder.

La persecución a las escuelas normales no es nueva. Desde la década de los 70, en plena guerra sucia, fueron blanco del presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien inició su estigmatización y criminalización. Hoy sólo sobreviven 16 de las 30 normales que había. Una a una la han ido cerrando, previa persecución y violencia contra sus estudiantes, pobres e indígenas en su mayoría.

El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan advierte que al dispararles con armas letales se silencian las voces de los estudiantes inconformes y se manda un mensaje que inhibe el derecho de asociación y organización estudiantil. Cómo protestar libre y pacíficamente por sus derechos, si les envían camiones repletos de policías armados a reprimirlos.

Son las y los normalistas de todo el país los que marchan mes con mes detrás de los padres de Ayotzinapa. A ninguna movilización faltan y en disciplinadas hileras recorren las avenidas exigiendo la presentación de sus 43 compañeros. No hay descanso para ellos, pues todo se les niega y lo poco que mantienen es por la movilización que no cesa.

Gael Solorio Cruz, de 22 años, estudiante del tercer grado, originario del poblado de las Nueces, municipio de Turicado, convalece hoy por el impacto de bala en el rostro. Hay más heridos. Ni un estudiante más y castigo a los culpables es más que una consigna.


losylasdeabajo@yahoo.com.mx



Llama a frenar la violencia contra normalistas
Es lamentable el clima de agresión que se repite contra los maestros y, particularmente, hacia los normalistas.
Después de una injusta y desigual batalla entre el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y los docentes ante la imposición de una reforma educativa que vulnera los derechos de éstos, las administraciones estatales acometen salvajemente contra los normalistas, cuyo caso más reciente ocurrió en la escuela de Tiripetío, Michoacán.
Las escuelas normales del país intentan subsistir sin recursos, sin difusión, golpeadas en los medios. El examen que impuso el gobierno sólo selecciona a quien acierta el llenado del instrumento, no cuenta con la forma de medir las competencias pedagógicas, que sí tiene un maestro formado para ello.
La paz se cultiva, la violencia se incuba. Somos una sociedad clasista, racista y machista. La impunidad reina y sólo se castiga, ignora, explota, reprime o segrega al diferente, al pobre, al indio, a la mujer. Una sociedad cuyas bases de justicia y acceso al capital económico y cultural están tan lejos de la mayoría, no puede sino promover una desigualdad brutal que, necesariamente, tiene que buscar una salida tarde o temprano de los que están en un estatus de precariedad, al fondo del túnel.
Violencia engendra violencia. Alto a las agresiones a los normalistas. No a la reforma de Peña Nieto.
Alfredo Villegas Ortega
Llama a frenar la violencia contra normalistas
Es lamentable el clima de agresión que se repite contra los maestros y, particularmente, hacia los normalistas.
Después de una injusta y desigual batalla entre el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y los docentes ante la imposición de una reforma educativa que vulnera los derechos de éstos, las administraciones estatales acometen salvajemente contra los normalistas, cuyo caso más reciente ocurrió en la escuela de Tiripetío, Michoacán.
Las escuelas normales del país intentan subsistir sin recursos, sin difusión, golpeadas en los medios. El examen que impuso el gobierno sólo selecciona a quien acierta el llenado del instrumento, no cuenta con la forma de medir las competencias pedagógicas, que sí tiene un maestro formado para ello.
La paz se cultiva, la violencia se incuba. Somos una sociedad clasista, racista y machista. La impunidad reina y sólo se castiga, ignora, explota, reprime o segrega al diferente, al pobre, al indio, a la mujer. Una sociedad cuyas bases de justicia y acceso al capital económico y cultural están tan lejos de la mayoría, no puede sino promover una desigualdad brutal que, necesariamente, tiene que buscar una salida tarde o temprano de los que están en un estatus de precariedad, al fondo del túnel.
Violencia engendra violencia. Alto a las agresiones a los normalistas. No a la reforma de Peña Nieto.
Alfredo Villegas Ortega

Llama a frenar la violencia contra normalistas
Es lamentable el clima de agresión que se repite contra los maestros y, particularmente, hacia los normalistas.
Después de una injusta y desigual batalla entre el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto y los docentes ante la imposición de una reforma educativa que vulnera los derechos de éstos, las administraciones estatales acometen salvajemente contra los normalistas, cuyo caso más reciente ocurrió en la escuela de Tiripetío, Michoacán.
Las escuelas normales del país intentan subsistir sin recursos, sin difusión, golpeadas en los medios. El examen que impuso el gobierno sólo selecciona a quien acierta el llenado del instrumento, no cuenta con la forma de medir las competencias pedagógicas, que sí tiene un maestro formado para ello.
La paz se cultiva, la violencia se incuba. Somos una sociedad clasista, racista y machista. La impunidad reina y sólo se castiga, ignora, explota, reprime o segrega al diferente, al pobre, al indio, a la mujer. Una sociedad cuyas bases de justicia y acceso al capital económico y cultural están tan lejos de la mayoría, no puede sino promover una desigualdad brutal que, necesariamente, tiene que buscar una salida tarde o temprano de los que están en un estatus de precariedad, al fondo del túnel.
Violencia engendra violencia. Alto a las agresiones a los normalistas. No a la reforma de Peña Nieto.
Alfredo Villegas Ortega

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