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Ayotzinapa: no al silencio ni al olvido
Javier Flores. La Jornadas. Opinión, martes 28 de julio de 2015
El informe presentado
el pasado 23 de julio por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos
(CNDH) es una bocanada de aire fresco, un síntoma de salud en una
sociedad que parecía condenada a perder toda esperanza de justicia ante
uno de los hechos más atroces ocurridos en nuestro país en los años
recientes. Al cumplirse 10 meses de la desaparición de los 43 jóvenes
estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, y cuando algunos sectores
pugnaban por el olvido, el organismo autónomo que preside Luis Raúl
González Pérez, interpreta correctamente la dimensión que corresponde a
México en diversos órdenes al señalar que ante los hechos ocurridos en
septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, “(…) no es el momento de callar
ni de olvidar”.
El documento de 63 páginas, titulado Estado de la investigación del caso Iguala,
presentado el jueves por la CNDH contiene 32 observaciones y
propuestas, la mayoría de las cuales (26) están dirigidas a la
Procuraduría General de la República (PGR). En ellas se señala, entre
otras cosas, la falta de realización de diligencias ministeriales en los
niveles locales y federal que se consideran indispensables para
establecer los hechos. En otras palabras, se indican faltas o carencias
en las indagaciones realizadas hasta ahora por la PGR, lo que ha dado
como resultado una investigación incompleta.
No es casual que sea así. Un hecho que hasta ahora ha sido poco
analizado es la remoción en febrero de 2015 del licenciado Jesús Murillo
Karam como titular de la PGR y el nombramiento en su lugar de la
maestra en políticas comparadas Arely Gómez. La figura de Murillo Karam
quedó muy desgastada luego de la construcción de una historia, que si
bien fue elogiada en los más altos círculos del poder político (los
estudiantes fueron asesinados por el crimen organizado, incinerados en
un basurero y sus restos arrojados a un río), era evidente que en muchos
aspectos carecía de verosimilitud.
El cambio era algo necesario no sólo por los reclamos internos de
justicia, sino por una creciente presión internacional. Murillo había
llegado a su límite y ya no podía defender más allá de lo que lo había
hecho su propia historia. El cambio fue además algo muy positivo pues,
en mi opinión, dejaba abierta la posibilidad de ajustar la versión
oficial ante nuevas evidencias, sobre todo las provenientes de los
estudios de instituciones y organismos nacionales e internacionales
involucrados en este caso; como lo ilustra el mencionado documento
presentado por la CNDH, en el cual la versión de la PGR aparece
claramente como parcial e incompleta, al menos desde la óptica de los
derechos humanos.
Pero además de ésta hay otras dimensiones, como la científica,
que pronto requerirán de respuestas. Luego del cambio en la PGR, no se
ha informado de algún avance en las investigaciones, o se ha caído
deliberadamente en el silencio. Por ejemplo, en el caso de los análisis
encargados al Instituto de Medicina Legal de la Universidad de
Innsbruck. Han pasado ya varios meses desde que el gran deterioro de las
muestras enviadas por la procuraduría –las cuales no permitieron
siquiera el análisis del ácido desoxirribonucleico mitocondrial (ADNmt)–
obligó al empleo de otras técnicas como la secuenciación masiva en
paralelo (MPS, sus siglas en inglés). Las preguntas aquí son: ¿cuáles
fueron los resultados de estos análisis? ¿Corresponden con los perfiles
genéticos de alguno de los estudiantes desaparecidos?, o todavía peor,
¿los fragmentos de ADN pertenecen a otras personas? La Universidad de
Innsbruck ha sido muy clara al señalar:
Los resultados de las investigaciones obtenidas en nuestro instituto se proporcionarán exclusivamente a la autoridad responsable que emitió la orden, es decir, sólo a la PGR. ¿Ya las recibieron?
Otros aspectos ante los cuales también se ha optado por el silencio
son las observaciones realizadas por el Equipo Argentino de Antropología
Forense (EAAF). En un comunicado, emitido desde el pasado febrero, este
grupo de expertos había señalado fallas graves en la investigación,
entre ellas, la ausencia de custodia por un periodo prolongado en el
basurero de Cocula, la falta de certeza sobre el origen de las muestras
supuestamente recogidas en dicho tiradero y en el río San Juan, la
diferencia de los perfiles genéticos de los familiares de los
estudiantes desaparecidos enviados a Innsbruck por la PGR y los de la
EAAF, las evidencias satelitales sobre múltiples focos de fuego en el
basurero en los años recientes y la presencia de restos humanos en ese
tiradero que no corresponden con los normalistas.
Algunas de
las propuestas de la CNDH tienen también la intención de dar un mayor
sustento científico a una investigación que aún no ha concluido. Un país
que aspira al desarrollo en todos los órdenes y a una verdadera vida
democrática necesita saber la verdad.
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