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Los enanos del tapanco
Tatiana Coll (*). La Jornada. Opinión, sábado 20 de junio de 2015
Cuando el ex presidente José López Portillo quería denostar a la
oposición, les llamaba
los enanos del tapanco. La expresión fue acuñada en alguna taberna española. Cuando algún comensal se pasaba de copas y se ponía pesado, para aplacarlo se escuchaba un vozarrón imponente y amenazante desde el fondo del tapanco. Y, un día en el que uno de estos borrachos se negó a salir y retó al del vozarrón a que bajara y
se pusiera a mano, resultó que las amenazas contra los parroquianos provenían no de un corpulento guardián sino de un enano cabezón.
Como funcionario público Emilio Chuayffet siempre se ha escondido en oscuras
excusas sin dar la cara. Así, en diciembre de 1996, frente a la espinosa
situación que provocó el rechazo gubernamental al compromiso ya firmado en los
Acuerdos de San Andrés frente a los zapatistas y al país entero, no pudo
proferir nada inteligente, sino que estaba borracho cuando los firmó. Cuando se
produjo la matanza de Acteal en diciembre de 1997, se ocultó tras la manoseada
historia del conflicto intercomunitario negando la existencia paramilitar.
Durante todo el año 2013 en que se impusieron las contrarreformas educativas, el
responsable de la SEP ni vio, ni escuchó a los más de 300 mil maestros
opositores, que con claridad señalaron las nefastas consecuencias que tendrían
las reformas. No abrió la boca más que para amenazar e insultar.
Cuando lo vi por la televisión con el dedo en ristre, la mirada iracunda y
amenazando a todos los que no se presentaran a la
seudoevaluacióncon la que serían despedidos, inmediatamente me vino a la mente aquella frase lopezportillista. Era explicable esta actitud, pues se encontraba aupado y cobijado por los frenéticos aplausos de su especial auditorio: los empresarios por la educación. En tales condiciones puede lucir sus más
elocuentesfrases. Puede incluso decir obsequioso: ¡cuidado!, quien rechaza la evaluación ofende al señor Presidente (!!!). El propio Enrique Peña Nieto buscó también apaciguar en otra reunión a un excelso auditorio empresarial.
Sobre la evaluación varias preguntas se hacen necesarias: primero dijeron que
era una suspensión indefinida, porque había una serie de problemas técnicos y
logísticos, ¿lograron superarlos en escasas dos semanas?, ¿ya cuentan con todo
lo requerido en personal, infraestructura y conectividad? No parece seguro. Si
el INEE (Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación) no ha podido ni
siquiera garantizar la formación y presencia de los tutores que por ley deben de
acompañar a los maestros recién ingresados, mucho menos podrá garantizar las
evaluaciones cualitativas con presencia en el aula, a las cuales se ha
comprometido. ¿Nadie les reclamará que no cumplan al pie de la letra la ley del
SPD, su compromiso? ¿Pueden realmente garantizar las
evaluacionesque plantearon? O, en realidad, a nadie le importa, cómo, cuándo y con qué contenidos se realicen los exámenes? Por lo menos al INEE y la SEP no.
También retoma la SEP el viejo argumento trillado de que se acabarán para
siempre las ventas y herencias de plazas. Ese fue el gran negocio de los
charros sindicales y el gobierno, que además les garantizó muchos años
el control. ¿Harán lo mismo con los petroleros y los electricistas, entre otros?
Esos son los maestros que resultarán no idóneos y que se están jubilando a toda
prisa.
Queda claro, en este despliegue marrullero que más parece una payasada, que
quienes se han
levantado indignadosson los empresarios. Los encumbrados personajes del dinero y los negocios, turbios o no, protestaron y en sus medios alzaron la
voz por los pobres niños abandonados por sus maestros, casi lloran de tanta preocupación por la infancia mexicana. Sin embargo, nunca los hemos visto ni siquiera pronunciar una palabra de preocupación frente a los cientos de miles de niños que desde los seis años trabajan. ¿Acaso les mortificó que los padres de los niños de San Quintín y toda su familia vivan con el escaso aumento que lograron de 150 pesos? ¿Acaso protestaron iracundos o conmovidos por los más de 50 niños muertos y quemados en la guardería ABC y exigieron justicia?
Uno se pregunta por qué tan obcecado aborrecimiento de los empresarios contra
los maestros democráticos. En realidad la educación pública nunca les ha
importado, sus hijos ciertamente nunca han asistido a la escuela pública, sus
negocios y escuelas privadas pululan viento en popa, el recorte al gasto
educativo se sostiene desde hace 30 años, como lo atestiguan los abandonados
planteles, las currícula han sido relaboradas hasta eliminar los vestigios de
aquella educación humanista y con mirada social, las subrogaciones abundan en el
sistema, la mercantilización campea en el SEN. ¿Por qué entonces ese obcecado
aborrecimiento? No parece haber más respuesta que la de que es un odio de clase
frente a los contingentes populares magisteriales que siguen día a día
denunciándolos y desmenuzando certeramente cada una de sus devastadoras
contrarreformas.
(*) Profesora de la Universidad Pedagógica Nacional. Autora de El INEE y
su dilema: evaluar para cuantificar y clasificar o para valorar y
formar
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