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Federico Mastrogiovanni presenta libro en la península itálica
Disecciona periodista la realidad de las desapariciones forzadas en México
Antes del caso de los estudiantes de la
Normal de Ayotzinapa, nadie quería publicar
en Italia Ni vivos ni muertos, señala a La Jornada
Alejandra Ortiz Castañares. Especial para La Jornada.
Periódico La Jornada. Miércoles 8 de julio de 2015, p. 7
Florencia.
El periodista italiano Federico Mastrogiovanni, avecindado en México,
es autor de un estudio pionero sobre uno de los delitos más graves: las
desapariciones forzadas en México, 30 mil según cifras oficiales, pero
muchas más, afirman los expertos.
Ni vivos ni muertos es el libro de Mastrogiovanni publicado
en Italia por DeriveApprodi (en mayo de 2014 apareció con el sello
Grijalbo); disecciona la naturaleza y el funcionamiento de esa realidad
desde una perspectiva periodística con la finalidad de retirar el
antifaz al lector y sumergirlo en esa barbarie humana.
El estudio precedió a la desaparición de los 43 normalistas de
Ayotzinapa, Guerrero –en esta edición ya está incluida–, y se sitúa en
un momento clave de sus consecuencias, donde la fuerza de las protestas
de los padres captado la atención nacional e internacional.
“Desaparición forzada –escribe Mastrogiovanni en el libro– no es un
simple secuestro o extravío o privación ilegal de la libertad, sino una
desaparición por intervención, directa o indirecta, por acción u
omisión, de funcionarios públicos.”
No existe una ley que prevenga, sancione y erradique las
desapariciones a pesar de que desde hace 15 años así lo exigen padres y
organizaciones. ¿Por qué no?
Mastrogiovanni, ganador del Premio PEN 2015 –junto con la periodista
Elena Poniatowska y otros activistas– visita varias ciudades italianas
para presentar su libro Ni vivos ni muertos.
Recrudecimiento de la violencia
“Las desapariciones forzadas –explica Federico Mastrogiovanni a La Jornada–
responden a las reglas del capitalismo actual, que prevé la
aniquilación de la población para controlar territorios. Así, empresas
trasnacionales coludidas con sectores del Estado y la mafia mexicana
pueden explotar hidrocarburos, minerales, agua, que México tiene en
abundancia.
“Una vez militarizadas las zonas con la formación de policías
castrenses, entran las empresas, como está sucediendo. Ahora estamos en
la tercera fase del proceso, porque con la reforma energética entrarán
las trasnacionales a partir de los resultados de las licitaciones del 15
de julio.
El terror y la violencia del gobierno de Calderón continúan con Peña Nieto; hay un recrudecimiento de la violencia y de la represión: se habla de 13 o 14 desapariciones al día.
–Los desaparecidos son criminalizados por el Estado. ¿Cuál es su perfil real?
–Este es un juego subversivo del Estado del cual me deslindo
completamente. Aunque en la investigación advertí que eso es falso, no
soy juez para determinarlo; como tampoco lo es el Estado, para ello
existe un tribunal.
Cuando un gobernador como Javier Duarte, en Veracruz, o el mismo Calderón en Villas de Salvárcar decidieron que las víctimas eran culpables y se lo merecían, están diciendo que es legítimo que un actor externo al Estado, en particular elementos del crimen organizado, pueden tener el derecho de decidir sobre la vida y la muerte de las personas. Una declaración similar en Italia habría sido un escándalo, porque su papel es la defensa de las leyes; eso es traición a la patria.
–¿Qué respuesta han generado en Italia las desapariciones forzadas?
–Ninguna, porque México es uno de los 10 países más importantes en
términos comerciales, no sólo para Italia sino para la Unión Europea y,
por tanto, es muy difícil criticarlo o atacarlo cuando ellos están
metidos en el mismo negocio. Por eso la responsabilidad de la comunidad
internacional es directa, porque hacen negocios con las instituciones de
este país.
Por eso Ayotzinapa se ha convertido en un símbolo; ha demostrado la importancia de hacer presencia, ruido, para que se mantenga en la agenda pública, pues de lo contrario se olvidaría; a la larga algo se obtendrá. Es curioso cómo en Italia, antes de Ayotzinapa, nadie quería publicar mi libro.
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