EL MAESTRO ENSEÑA, APRENDE,
DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA
DIALOGA Y CONVENCE CON LA PALABRA
Responso por Margarita Isabel
Elena Poniatowska. La Jornada. Opinión, 19 de abril de 2017
A finales de
1968, María Alicia Martínez Medrano –creadora del maravilloso Teatro
Campesino iniciado en Yucatán y continuado en Tabasco por Julieta y
Enrique González Pedrero– me presentó a la actriz Margarita Isabel.
Vivíamos la tragedia del 68 y el encarcelamiento de los estudiantes y
empecé a recoger testimonios para el libro que habría de convertirse en La noche de Tlatelolco. Escucharla dentro de la negrura de esos días fue ver entrar de pronto un rayo de sol por la ventana.
Contaba un sinfín de anécdotas chuscas y alegres, su sentido del
humor chisporroteaba en cada parlamento, metía a ocho estudiantes en un vochito,
les salvaba la vida y no entendías cómo lo había logrado; la policía
siempre andaba tras de ella y nunca los atrapaba, los granaderos igual.
Margarita era una maga. Muy bonita y ocurrente distraía a todos y ponía a
cada quien en su lugar. Ella también, a lo largo de su vida se puso en
un lugar único: el de la solidaridad, el del amor a la vida, el de la
amistad, el de la buena actuación.
Mujer de izquierda, Margarita Isabel demostró su capacidad de lucha
en agosto y septiembre de 1968 y se volvió experta en mítines relámpago
en los mercados y en las esquinas de las calles del Centro; le dio
felicidad y creatividad al movimiento con sus improvisaciones y logró no
sólo que brigadas enteras de chavos emocionados cupieran en su coche,
sino en la punta de su lengua, ya que en los mercados tenía el don de
reunir a los vendedores y a la policía en torno a la gracia de su figura
y su oratoria. Nadie sabía hablar en público como Margarita Isabel.
Convincente a morir, la seguían como habrían de seguirla sus fans a lo
largo de su vida.
Margarita Isabel (1943-2017), quien se puso en un lugar único: el de
la solidaridad, el del amor a la vida, el de la amistad, el de la buena
actuaciónFoto Notimex.
Actriz, periodista, locutora, maestra y directora de
actuación, premiada con la Diosa de Plata y el Ariel, máximos galardones
del cine mexicano, actuó en más de 30 cintas: Danzón (1991), Como agua para chocolate (1992), Mujeres insumisas (1995). María Rojo, en una entrevista de Palabras cruzadas (ERA, 2013) dijo que no había
mejor compañera de trabajo. Margarita Isabel y María Rojo poco tenían que ver con sus inabordables antecesoras. Insumisas, alivianadas, combativas, leales a sí mismas, no se autoflagelaron y abrazaron a México tanto en sus tragedias como en sus buenos momentos.
En el teatro, Margarita Isabel hizo Sueño de una noche de verano (1969), Fuenteovejuna (1974), Las paredes oyen (1973) y Ana Karenina (1978), entre otras, y dirigió La noche de Epifanía, de 1993 a 2000. En La Jornada
declaró en septiembre de 2003: “…cuando actúas sabes quién eres, cuáles
son tus necesidades, tus miedos, tus vicios y tus virtudes…” Resulta
difícil imaginarla insegura, porque durante el crucial 68 fue un faro de
luz.
Egresada de la escuela de Seki Sano –quien la consideró la mejor
actriz de su generación– actuó con Alfonso Arau, Arturo Ripstein, Jaime
Humberto Hermosillo, Guillermo del Toro, Héctor Mendoza, José Solé,
Soledad Ruiz y enseñó con una bella sonrisa que
la función debe continuar–sentencia de vida que heredó al notable Mario Iván Martínez, su hijo.
No sé cómo soy, pero sé qué es ser mujer en una sociedad machista, dijo a La Jornada en 2003
Falleció Margarita Isabel, actriz
comprometida y de izquierda
Murió de enfisema a los 75 años
Actuó en más de 30 películas, e hizo teatro, radio y televisión
Participó de manera activa en el movimiento estudiantil de 1968
Actuó en más de 30 películas, e hizo teatro, radio y televisión
Participó de manera activa en el movimiento estudiantil de 1968
La democracia sólo sirve para que en las próximas elecciones gane el que tenga más dinero, consideraba
Margarita Isabel comenzó su carrera en el cine a finales de los años
60. En la imagen, junto a su hijo, el también actor, Mario Iván MartínezFoto Notimex.
Carlos Paul.Periódico La Jornada. Martes 11 de abril de 2017, p. 9
La reconocida actriz de teatro, cine y televisión,
Margarita Isabel (Ciudad de México, 1943), falleció el domingo pasado a
los 75 años en Cuernavaca, debido a un efisema que le provocó
complicaciones respiratorias.
Margarita Isabel también se desempeñó como activista social,
periodista, maestra y directora escénica. Se consideraba a sí misma como
una mujer
comprometida y de izquierda.
Participó de manera activa en el movimiento estudiantil de 1968. Su
testimonio sobre los trágicos sucesos del 2 de octubre son parte del
libro La noche de Tlatelolco, escrito por Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2014.
“No sé cómo soy, no me entiendo, pero sé qué es ser mujer en una
sociedad machista y patriarcal, en la que una pertenece a todos menos a
una misma. Por eso tal vez muchos somos actores y actrices: cuando
actúas sabes quién eres, cuáles son tus necesidades, tus miedos, tus
vicios de conducta y tus virtudes; adquieres seguridad para interpretar,
para pararte en el escenario, pero luego vuelves a ser un ser inseguro,
porque no sabes qué ni quién eres.
Todo me da inseguridad... la gente. No parece, ¿verdad? Soy muy confiada, creo en las personas, hasta que me traicionan. No practico ninguna religión; creo en el ser humano, respondió la actriz en una entrevista realizada por este diario (La Jornada, 20-VIII-2003), en la que evocó su juventud y sus primeros estudios teatrales, su pensamiento feminista y su compromiso político-social.
Ser feminista sin saber
“Me encantaría renacer, pero con la experiencia de ahora.
Tuve una infancia muy triste y una adolescencia encerrada en un
convento; mi mamá me metió al Instituto Social Femenino de Puebla.
Quería ser monja y consagrarme a Dios, pero en el convento me
decepcionaron. Ya desde entonces era feminista sin saberlo. Les
molestaba mucho que cuestionara por qué las mujeres no podíamos ser
sacerdotisas en la Iglesia católica, o por qué no se podían casar los
sacerdotes ni las monjas. A casi todo respondían que era dogma. Las
interrogaba hasta que les llegaba a la tablita de los merengues, las
tenía hartas.
No tuve una juventud libre porque me casé cuando salí del convento, a los 18 años.
En la academia de Seki Sano, quien la calificó como mejor actriz de
su generación, conoció al papá de sus hijos, Mario Iván Martínez Ortega,
de quien se divorció
para ser actriz, porque él nunca estuvo de acuerdo.
Entre sus maestros reconoce a José Solé, Héctor Mendoza, Soledad Ruiz y el propio Seki Sano.
Respecto de su compromiso político y social respondió entonces: “Las
circunstancias me fueron empujando. Antes de 68 creía que en México
todos éramos muy felices, que todo estaba muy bien, aunque cuando me
casé ya me había despertado cierta inquietud lo que escuchaba de mi
marido, quien oía en onda corta los discursos de Fidel Castro. Pero
realmente cuando me empezó a caer el veinte de la realidad de mi país
fue cuando vivimos el 68.
Que PRI y PAN se unan, mi mayor temor
“Estaba convencida de que el que ostenta el poder no lo
va a ceder por las buenas. Muchos jóvenes de esa época, al ver la
reacción brutal e intransigente del gobierno, llegamos a pensar que lo
único que quedaba era la revolución, la lucha armada, la guerrilla.
“En 1968 nos detuvieron varias veces por repartir volantes y hacer
pintas; teníamos nuestra célula y nos sentíamos orgullosas. Éramos
chavas de teatro, como Ana Ofelia Murguía, Félida Medina y María Alicia
Martínez Medrano, entre otras.“No creo en la democracia como es ahora; para lo único que sirve es para que en las próximas elecciones gane el que tenga más dinero, pues comprará buena mercadotecnia. Me ofende el gasto multimillonario en las campañas. Es una inmoralidad lo que ganan los secretarios de Estado o algunos presidentes municipales.
“Lo que más miedo me da es que prevalezcan las injusticias brutales en mi país y que la izquierda no pueda crecer lo suficiente para cambiar las cosas. Todos los días que leo La Jornada me da miedo pensar que se van a unir PRI y PAN, y que van a privatizar Pemex, y eso me preocupa más que cualquier cosa que pueda pasar en mi vida personal.”
En los años 70, Margarita Isabel fue locutora y productora; condujo el programa Ellas en el Mundo, en el entonces Canal 13.
Los últimos 10 años estuvo retirada de la vida artística en su casa de Cuernavaca, Morelos, donde se refugió y se dedicó a la escritura, la jardinería y como productora en algunos proyectos con su hijo, Mario Iván Martínez.
Debutó con el personaje de Titania en la obra Sueño de una noche de verano, de William Shakesperare, con la dirección de José Solé (1929-2017).
Margarita Isabel comenzó su carrera en el cine a finales de los años 60, y consolidó su trayectoria en las décadas posteriores.
Entre las más de 30 cintas en las que participó están Los recuerdos del provenir (1969), Los meses y los días (1973), La otra virginidad (1975), María de mi corazón (1973), Danzón (1991), Como agua para chocolate (1992), Cronos (1993), Dos crímenes (1995), Mujeres insumisas (1995), ¡Que vivan los muertos! (1998), La hija del caníbal (2003) y Dame tu cuerpo (2003), entre otras.
Para la pantalla grande trabajó bajo la dirección de realizadores como Arturo Ripstein, Jaime Humberto Hermosillo, Alfonso Arau, Guillermo del Toro, Antonio Serrano y Roberto Sneider.
En cine fue distinguida en varias ocasiones con los premios Ariel y Diosa de Plata.
Participó en distintas y exitosas series televisivas, puestas en escena y telenovelas. Margarita Isabel fue pareja durante una década del actor Armando Palomo, quien ahora es Libertad.
En las redes sociales, colegas, amigos y familiares despidieron a la reconocida actriz mexicana con mensajes de afecto y cariño.
Como parte de su legado literario, aquí se transcribe su DECÁLOGO DE LA MUJER FELIZ (que se difunde entre l@s alumn@s de prepa5-unam cada 8 de marzo). MUCHA LUZ PARA TI, MARGARITA ISABEL. Te quedas en mi corazón...Atte: Javier Villegas, ya te comienzo a extrañar.
A las mujeres que dan luz a la vida,
al amor...al mundo.
Hacedoras
de luz, dadoras de la vida, hacedoras de hijos, de crianzas, de
alimentos, de trapeadas, sacudidas a la casa y a veces a nosotras
mismas. Creadoras de la luz que hace tibia la vida, trabajadoras dentro y
fuera del hogar, dos jornadas, sólo un sueldo que no acaba de alcanzar.
Luz que nuestros dioses crean y que ustedes ofrendan a nuestro pueblo,
Mujeres
trabajadoras, mujeres-hormigas. Mujeres-palomas, mujeres-abejas que
trabajan sin descanso no para otros panales, sino para los nuestros,
iluminando las tareas de nuestros hijos, iluminando sus mentes,
iluminando el camino de tierra de nuestras campesinas, iluminando a
media luz el amor de nuestros hombres.
Porque
ustedes hacen el sol de noche, estamos con ustedes y estaremos peleando
por nuestra luz como hace miles de años peleaban las tribus contra
quienes querían robarles el fuego.
Y
arderá el fuego antes que permitir que nos roben lo poco que nos
dejaron las tribus salvajes que nos dominaron y dominan ahora y quieren
vender lo que no es suyo.
Hermanas
luciérnagas, las saludan por mi conducto, las mujeres-búhos, las que
trabajamos en escenarios iluminados por vosotras. Levantaremos, vuelos,
voces, luces para seguir viviendo en un mundo sin sombras, iluminadas
por su ejemplo, por su trabajo de magas, hacedoras del fuego que no
quema y sí ilumina lo suficiente como para ver que si nos roban la luz
nos roban la vida.
Margarita Isabel
Pd. Y
para que con la luz de la noche, cómplice de complots femeninos,
pensemos en nuestro derecho a vivir con alegría, les envío con todo mi
amor y solidaridad el decálogo de la mujer feliz.
Decálogo de la mujer feliz
1. Amarás a tu prójimo, pero antes y primero que a nadie te amarás a ti misma.
2. No te culparás en vano.
3. Disfrutarás todas y cada una de tus actividades.
4.
No serás la carcelera de tus hijas, hermanas, amigas, compañeras, ni
fomentarás el machismo en tus hijos, hermanos, amigos, compañeros.
5. No mentirás... respecto a quién eres, serás siempre fiel a tus deseos, a tus pasiones y tus principios.
6. No matarás... tu deseo de amar y ser amada.
7. No fornicarás con quien no quieres, lo harás sólo con quien tú deseas.
8. No permitirás que nunca nadie te trate mal, ni tratarás nunca mal a nadie.
9. No desearás al hombre de tu amiga, recuerda que cualquier mujer en el mundo puede ser tu amiga.
10. No desperdiciarás tu vida, la disfrutarás minuto a minuto.
Epílogo
Amarás a tu hombre, pero no confiarás en ninguno. Recuerda que no todos los hombres son iguales, hay otros peores... o mejores.
Margarita Isabel. La Jornada. El Correo Ilustrado. México D.F. Sábado 8 de marzo de 2003.
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